El derecho que tenemos de ser creativos
Aunque no somos conscientes, todos los que accedemos a Internet violamos la ley a diario. Casi todo lo que hacen los niños con sus computadoras es ilegal: por ejemplo, la mayoría de lo que intercambian con sus compañeros de escuela; ya sean textos, dibujos o videos. Gran parte de lo que hoy producen los nuevos artistas en la web es ilegal: por ejemplo, los mashups y remixes.
Según Lawrence Lessig, creador de Creative Commons, el 70% de lo que compartimos durante 2009 en la web era ilegal. Ese porcentaje no ha hecho más que crecer desde entonces. Nunca antes la mayoría de la humanidad violó tan masivamente las leyes. ¿Nos hemos vuelto locos o son las leyes las que han quedado obsoletas?
La ley de protección de la propiedad intelectual prohíbe intervenciones como las que hicieron Warhol o los vanguardistas de comienzos del siglo pasado sobre obras de sus contemporáneos. Tampoco permite regalar o prestar un e-book que uno ha adquirido legalmente. Son tantas y tan extremas las limitaciones a la creatividad y al uso de las obras que imponen las leyes de copyright que en todas partes se las está discutiendo como el mayor freno a la producción de nuevos contenidos.
Aunque hoy parezca una broma cínica, estas leyes de protección de la propiedad intelectual surgieron hace un par de siglos para proteger la creatividad. Le daban al autor el derecho de recibir un porcentaje por la impresión (si era un libro) o la interpretación (en el caso de la música o el teatro) de la obra realizada. Esa protección era por un tiempo breve: poco más de una década desde su creación y luego pasaba a dominio público.
Walt Disney hizo casi toda su carrera tomando obras de dominio público y transformándolas en esos maravillosos films animados que están ya en la memoria de todos. Muchas de sus obras más famosas están basadas en cuentos clásicos: La Cenicienta, Blancanieves, La Sirenita. La escena más famosa del film Fantasía, la de Mickey como aprendiz de brujo, está tomada de un poema que escribió Goethe en 1797. Con las actuales leyes de copyright, que la propia empresa Disney promueve junto con los grandes estudios de Hollywood, Walt Disney no hubiera podido hacer esa obra que nos fascina.
El arte es una tarea en colaboración y un diálogo, a veces violento, con la tradición. Y en el mundo digital y con los nuevos soportes esto está cada vez más claro. La originalidad no existe. Es un mito romántico que surgió durante la Revolución Francesa. Borges, el más clásico de los escritores modernos, escribió en "Pierre Menard, autor del Quijote" una refutación extrema de ese mito: se hace literatura, música o arte dialogando con el legado del pasado.
Las leyes de "protección" de la propiedad intelectual son hoy la forma en la que el pasado está queriendo controlar y censurar la producción futura. Se hace arte hoy a pesar de estas leyes, no gracias a ellas. Son un estorbo, no un aliciente. Es un buen momento para debatirlas en serio y adecuarlas a las prácticas artísticas de nuestra época.
El autor es crítico cultural @rayovirtual