El Delta se abre en mil ofertas culturales
Una recorrida por sus principales museos explica por qué tantos escritores y artistas se inspiraron allí para sus obras
"Ninguna otra ciudad, que yo sepa, linda con un secreto archipiélago de verdes islas que se alejan y pierden en las dudosas aguas de un río tan lento que la literatura ha podido llamarlo inmóvil...", supo decir Borges, inspirado por el delta del Tigre.
Allí han pasado e incluso vivido decenas de artistas, excéntricos, intelectuales, ricos y famosos, que sintieron en ese laberinto aluvional tan inmenso como extenso, y en sus incontables arroyos, brazos y canales, una inspiración única y un lugar de distensión y creación.
Vivir en el delta no siempre tuvo las comodidades de hoy día, la fauna se revoluciona e invade, y es necesario limpiar un camino a machetazos, calzarse las botas de goma para andar por los terrenos húmedos y anegados, convivir con mosquitos y jejenes y adaptarse a las crecidas del agua verde ocre. Para conocer sus historias, personajes e incluso su vivo caudal es posible adentrarse en un recorrido cultural tradicional, y al mismo tiempo, novedoso.
El circuito cultural puede dividirse entre uno continental y otro en las islas; por ellas, existen variadas opciones que develan el halo misterioso y desconocido del delta, y redescubre la mística de este lugar y de quienes vivieron allí.
Una primera opción es el Museo de Arte de Tigre (MAT), que está ubicado al final del Paseo Victorica a orillas del río Luján. En viejas épocas, fue el Tigre Club, un clásico edificio de la belle époque. Su colección cuenta con obras de arte figurativo de finales del siglo XIX y XX, está organizado temáticamente y de sus seis salas que recorren los aspectos más destacables de la historia del arte nacional, hay una sala especial dedicada a artistas que se inspiraron en el Tigre, entre otros, Horacio Butler, Luis Aquino y Lola Frexas. Es un lugar muy cálido, con la capacidad de trasladarse imaginariamente a antiguas épocas, viendo a la gente jugar en el Casino, para después regresar al presente admirando una de las obras allí colgadas, o con sólo mirar por la ventana al exterior.
A metros de allí, sobre la misma margen del río, se ubica el Museo Naval de la Nación, que es hoy Monumento Histórico Nacional. Es un buen espacio para retrotraerse y sentirse parte del mundo naval. Allí hay objetos históricos, armas, uniformes, piezas de artillería y aviones que integraron las escuadrillas de combate de la Aviación Naval.
Apacible tranquilidad
Continuando el recorrido, el Museo de la Reconquista está ubicado frente al sitio histórico donde en 1806 desembarcó Santiago de Liniers para reconquistar Buenos Aires que estaba en poder de invasores británicos. Para quienes se hayan llevado historia más de una vez, allí podrán conocer de forma práctica e ilustrativa cómo ocurrió la reconquista y defensa de Buenos Aires, en contacto directo con uniformes originales de la época, armas y documentos. Además cuenta con una biblioteca y una fototeca pública.
La Iglesia Inmaculada Concepción data del año 1776, y es la segunda en antigüedad de la diócesis, luego de la actual Catedral, que data de 1730. Fue restaurada en numerosas oportunidades, y hoy luce apacible y acogedora, ideal para reflexionar y rezar.
La última estación antes de embarcar hacia las islas es el Puerto de Frutos, donde hay cientos de negocios que rescatan viejos oficios de la zona, como los junqueros, que realizan todo tipo de artículos con mimbre y junco. También hay objetos de caña, plantas, tierra, adornos, y artesanías. Además hay buenos puestos de frutas, haciendo honor al nombre del lugar. Es interesante ir con tiempo y buen ojo.
Entre las islas
Desde la Estación Fluvial comienza el recorrido hacia el interior del Delta. Opciones hay a montones, y muchas de ellas son espacios para recorrer, adentrarse o incluso vivir, y otras, sólo para recorrer desde el río.
Al comenzar este viaje por el laberinto vegetal, se puede empezar por el Museo de Arte del Delta Argentino (MADA), ubicado a orillas del río Luján desde la costa isleña. El arquitecto y artista Miguel D Arienzo creó un museo de arte muy moderno y revolucionario. Su idea es crear un espacio de arte común, sin límites para el conocimiento: todas sus salas, e incluso su misma casa, son parte del recorrido. Amante de las instalaciones y el uso de materiales naturales de la zona para armar sus obras, su museo da rienda suelta a los sentidos.
Sobre el río Sarmiento, está la casa en la que vivió este prócer argentino. Cubierta por un cubo de cristal para mantenerla al resguardo de los avatares climáticos, se pueden observar objetos personales de su despacho del Consejo Nacional de Educación, documentos, e incluso su propia cama. Sarmiento fue un amante del delta desde niño, y ya grande, concretó una expedición en la que viajaron entre muchos otros, el general Bartolomé Mitre y Carlos Pellegrini, con el fin de convencerlo de las bondades y potencialidades de "la región del Carapachay", como llamaba a esta zona.
"Desde mi llegada a Buenos Aires he buscado en las islas del Paraná un pedazo de tierra adonde retirarme un día, como he vivido en mi pobre provincia, a la sobra de los árboles, cultivando plantas y aspirando el ambiente embalsamado de la vegetación y las flores", dijo Sarmiento, alegre de haber vivido en lo que es hoy un museo, y fue por entonces su refugio bucólico.
Es casi imposible no conocer de alguna forma el delta: por historias, cuentos o coloridos cuadros. Existe un recorrido diferente y casi desconocido. La orportunidad de caminar por donde ellos caminaron, respirar el mismo aire y la de recorrer este lugar inspirador, como los mismos artistas lo hicieron, y fluir en este espacio de misterio, naturaleza y creación.