El debate por la “pandemia” de la corrección política también llegó a la Felba
La cultura de la cancelación o la censura como tema de época dio el presente entre las actividades de la Feria de Editoriales y Librerías, que convocó el fin de semana unas ocho mil personas
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“En los años 1960 la gente no se enojaba tanto y no tenía grandes costos hablar mal de Borges, por ejemplo”, recordó este sábado la escritora y crítica literaria Elsa Drucaroff en el anfiteatro del Parque de la Estación, durante la segunda edición de la Feria de Editoriales y Librerías de la ciudad de Buenos Aires (Felba) en el marco del debate “¿Estamos en la pandemia de la corrección política?” Sus compañeros de mesa eran los escritores Guillermo Martínez y Enzo Maqueira; la pareja de la autora, el ensayista Alejandro Horowicz, ofició de coordinador del encuentro y “chicaneó” a los escritores con humor. Pandémica o no, ¿existen vacunas para los efectos adversos de la corrección política en la literatura?
El tema propuesto por los organizadores de la Felba recoge el guante de una de las discusiones que se dan en la actualidad respecto de las relaciones entre arte y compromiso sociopolítico. “La corrección política es definitivamente mala para el arte, pero ¿es mala para la sociedad? No lo tengo tan claro”, dijo Drucaroff y destacó que el arte no está para dar mensajes ni respuestas sobre el sentido de la vida. “Es un laboratorio de significaciones sociales”, señaló, y citó el ejemplo de Crimen y castigo, de Fiodor Dostoievski; la escritora reconoció haberse “enamorado” de Raskolnikoff, el asesino filosófico que protagoniza la novela. “Céline era nazi, pero ¿yo quiero un mundo donde no exista Viaje al fin de la noche? No”. Drucaroff, que se asume como feminista, indicó que no estaba de acuerdo con los proliferantes intentos de censura o cancelación promovidos desde los movimientos feministas. “En los años 1990 había un escepticismo completo sobre las posibilidades de cambiar el mundo; se festejaba lo políticamente incorrecto y se hablaba irónicamente de grandes cuentos políticos; hoy, la misma gente se pregunta si hay que seguir leyendo a Nabokov”, ejemplificó. No obstante, rescató un aspecto de la corrección política. “Los tiempos se sensibilizan ante nuevas cuestiones, como hoy pasa con los femicidios y la opresión de género, pero no hay que salir a prohibir obras de arte”.
A continuación tomó la palabra Enzo Maqueira que, como Drucaroff, hizo uso de la e inclusiva a la vez que ensayaba una definición. “La corrección política es un intento de conquistar la realidad a través del lenguaje; es la consecuencia indeseada de una batalla cultural muy fuerte y necesaria, que tiene que ver con el feminismo, la militancia y la juventud”. A esta última atribuyó cierta falta de matices a la hora de juzgar obras y autores. “Siempre hubo sectores de la sociedad que batallaron culturalmente a través del lenguaje para imponer una visión del mundo”, dijo. Para el escritor, el “extremismo” de ciertas posturas de la corrección política sería pendular y las redes sociales, el “inapropiado” escenario de debate. “En la masividad entra de todo”, acotó.
El autor de Hágase usted mismo hizo un mea culpa por una obra anterior, la novela El impostor, donde había hecho gala de machismo, y (como sus colegas de debate) contó anécdotas de docencia universitaria. En la suya, la misma estudiante (”feminista y de izquierda”, la caracterizó) le había objetado proponer la lectura de “Esa mujer”, célebre cuento de Rodolfo Walsh donde se representa el vía crucis del cadáver de una mujer y luego otra sobre sadomasoquismo gay. “Pensar en cancelar obras es una estupidez -resumió Maqueira-. Y es algo imposible”. Para este autor, el “gran problema” para los autores sería la autoncensura condicionada por la corrección política. “¿A ver a quién no voy a molestar con lo que escribo? -graficó-. No hay manera más efectiva de anular el pensamiento que eso”.
A su turno, Guillermo Martínez se mostró menos confiado que sus compañeros en que la “tiranía” de la corrección política pronto será un mal recuerdo. “Todo el mundo está de acuerdo en que la corrección política es mala, pero en la realidad concreta aparece de maneras más sutiles”, señaló. Y dio ejemplos personales de estas manifestaciones. En la editorial donde publicó Los crímenes de Alicia le habían pedido explicaciones por una línea que podía afectar a los lectores japoneses. “Se van perdiendo los grados de autonomía de los personajes”, dijo, y recordó la frase de la escritora Ariana Harwicz: “Los escritores tenemos derecho a los personajes desagradables”. En otra ocasión, la editora de La muerte lenta de Luciana B. en alemán le dijo que la descripción de un personaje femenino podía ser considerado ofensivo sexualmente. “Por su contenido sexual, algunos de mis libros tuvieron dificultades para ser publicados en China y en Estados Unidos, país que está a la vanguardia de estas cuestiones”, agregó.
Martínez informó que en varias editoriales se cuestionaba la “representación sexualizada de las mujeres”, aunque en la literatura mundial hubiera gran cantidad de novelas de mujeres en las que la sexualidad femenina “desbordada” opera como signo de empoderamiento. “En estas posiciones y estos repliegues se está jugando la literatura del futuro”, advirtió antes de contar una experiencia como docente en una universidad estadounidense cuando (otra vez) una estudiante objetó la inclusión en el programa de estudios de la novela Luna caliente, donde se narra una violación seguida de muerte, de Mempo Giardinelli.
Horowicz participó del debate. “El tema se presta para la más perfecta mala fe”, empezó, y les preguntó si lo políticamente correcto era un elemento relevante o el modo astuto que agrupaciones o personas empleaban para protagonizar el debate público. “En la batalla cultural puede incidir cómo leo una obra de arte, no como prohíbo una obra de arte”, respondió Drucaroff. Para Maqueira, la “tan necesaria incorrección política hoy está del lado de la derecha”, dijo, y dio como ejemplos a Donald Trump, Javier Milei, Viviana Canosa y Jair Bolsonaro. “El progresismo está preocupado con cómo se nombran las cosas, pero en la realidad generamos Bolsonaros y Trumps; la derecha siempre es más virulenta que la izquierda”. Martínez observó que en esta forma ideológica del progresismo hay “un deslizamiento de lo deseable a lo obligatorio; se quiere que la gente sea de cierta manera”. Y recordó, citando a Henry James, que la literatura debe ser “la cantera de la experiencia humana”.
“¿Qué significa hacerse cargo de lo que un autor escribe?”, preguntó Horowicz. “Tengo que saber que lo que escribo va a provocar ciertas reacciones”, respondió la autora de Checkpoint. “El arte siempre se abre paso y los artistas no tenemos que dar explicaciones a nadie”, sostuvo Maqueira, aforismo que fue relativizado por Martínez. “El pecado capital es el sexo -dijo el escritor bahiablanquense-. La nueva ola es la literatura de la negritud, los trans y las mujeres”. Mientras oscurecía y refrescaba en el barrio de Balvanera, los asistentes iban vaciando el anfiteatro con la música de fondo de alarmas de autos y sirenas de ambulancias.
Números de la primera Felba de 2021
El Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, a través del área Editorial de Impulso Cultural junto con Fundación El Libro, y acompañados por la Dirección General de Promoción del Libro, Bibliotecas y la Cultura, organizó la segunda edición de Feria de Editoriales y Librerías de la ciudad de Buenos Aires (Felba) durante el fin de semana largo de Semana Santa. En estos cuatro días, más de ocho mil personas participaron de charlas y actividades culturales, con 100 stands de 56 expositores. En la primera edición, a inicios de diciembre de 2020, hubo 40 expositores y seis mil asistentes. Los expositores consultados por este diario que habían participado en la primera edición (como las editoriales Corregidor, Galerna y Sudestada o las librerías Alamut y Otras Orillas) comentaron que en esta ocasión habían vendido un poco más; los que participaron por primera vez de la Felba (como la librería y editorial Nazhira o el sello Nuestra América) señalaron que había sido una experiencia muy positiva. Varios asistentes, que concurrieron a la feria con familiares, amigos e incluso mascotas, contaron que se habían enterado del evento por redes sociales y medios de comunicación.
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