El cuerpo como protagonista
El MNBA presenta una notable retrospectiva de Juan Carlos Distéfano, figura clave en la escultura de las últimas décadas.
JUAN CARLOS DISTEFANO, a los sesenta y cinco años de edad, es para muchos un artista de leyenda. Quizá esto se deba a la poca exposición que ha tenido su obra, a la reducida bibliografía existente y a su vida retraída. Desde 1964, año de su primera muestra individual en una galería de Buenos Aires, hasta la exposición retrospectiva que en estos días presenta el Museo Nacional de Bellas Artes, su biografía registra sólo siete exhibiciones personales.
Itinerario
La muestra permite contemplar un extenso conjunto de pinturas, esculturas y dibujos preparatorios, realizados entre 1955 y 1998. Las pinturas que la abren, organizadas cronológicamente, denotan la adhesión inicial de Distéfano a la neofiguración expresionista, que hacia 1964, practican, entre otros, Noé, De la Vega, Deira y Macció. Pero el conjunto de pinturas-relieves realizado entre 1965 y 1967, al que pertenece el notable díptico Escaleras (de la colección del mismo Museo), indica su distanciamiento de esa tendencia. Esas piezas, de grandes dimensiones, son decisivas para la definición de su lenguaje figurativo, distanciado tanto del expresionismo "caliente" como de las representaciones banales del pop, que comenzaba a predominar en el arte emergente en Buenos Aires.
La tortura física
En 1968, Distéfano deriva hacia la escultura. Trabaja en las primeras obras de resina poliéster, moldeadas y policromadas. Desde ese momento, en sus trabajos aparece, casi como único protagonista, el cuerpo humano. Son cuerpos preñados, en la mayor parte de los casos, de significaciones desasosegantes y acusadoras. En otros términos, se trata de la imagen "no feliz" del cuerpo. La terrible tortura física que muestra El mudo con su cuerpo dislocado es un ejemplo de esta vía, en la que durante años crea obras estremecedoras. En ocasiones, son otras las preocupaciones que predominan en las esculturas: desde la referencia a Van Gogh hasta la ironía, con algo del grotesco, en El camioncito de Dock Sud. La muestra se cierra con una pieza reciente, de grandes dimensiones: Acción directa. La escena, con un personaje que escala un poste de alumbrado público, conduce a una doble interpretación. Nadie puede dejar de leerla como la representación de Cristo crucificado en el monte Calvario. Es importante destacar que todas las obras poseen una notable resolución que funde sin fisuras el aspecto formal, el procedimiento técnico y el inquietante contenido.
La retrospectiva de Distéfano, densa y satisfactoria, realizada con la experta curaduría de Martha Nanni es, sin duda, una de las más destacadas de un escultor argentino de los últimos años. Es justo señalar la calidad gráfica del catálogo diseñado por Rubén Fontana.