“El cuarto de Lucía”: estremecedora acción artística con objetos reales de una adolescente asesinada
En el patio de la Manzana de las Luces, se puede visitar hasta el 10 de septiembre la muestra itinerante que recrea fielmente la habitación de Lucía Pérez, víctima de un femicidio que desde 2016 permanece impune
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La habitación está tal como la dejó Lucía Pérez, de 16 años, cuando salió de su casa de Mar del Plata por última vez: hay un par de remeras sobre el acolchado revuelto de la cama, pinturas y pinceles, la mesa de luz con los cajones abiertos, un velador encendido, un skate, el par de zapatillas y la tabla de surf. En una de las paredes se ven dibujos coloridos, un afiche con la lengua de los Rolling Stones y un cartel escrito a mano que dice: “Algunas cosas hoy me salieron al revés y nadie me pudo ayudar. Me boxeo con la vida otra vez...”. Esos y otros objetos personales integran la instalación “El cuarto de Lucía”, montada ahora en el patio de la Manzana de las luces. Fue creada por la madre de la adolescente, Marta Montero, y la periodista Claudia Acuña en homenaje a ella y otras miles de víctimas de la violencia de género.
Lucía desapareció de la puerta de su colegio el 8 de octubre de 2016. Fue violada y asesinada. El femicidio continúa impune. Con el objetivo de “humanizar” el caso, que está a la espera de un nuevo juicio por abuso sexual y homicidio después de que el primero fuera anulado por la Suprema Corte de Justicia bonaerense en mayo pasado, Montero y Acuña decidieron exhibir la habitación de la joven, que permanecía tal como ella la había dejado la última vez que la vieron con vida.
En el video que acompaña esta nota se puede apreciar la habitación con todos los detalles: adornos, cortinas, dibujos, objetos, ropa. Pero visitarla “en vivo y en directo” es una experiencia que conmueve y estremece. En una de las paredes se proyectan imágenes: se la ve a Lucía sonriente en un breve clip que incluye distintos casos de femicidios y las respectivas movilizaciones en reclamo de justicia. En un televisor encendido se transmiten de manera continua declaraciones judiciales del caso que dio lugar al primer paro nacional de mujeres en la historia argentina y en América latina, el 19 de octubre de 2017, un año después del crimen. Adentro del cuarto se escuchan gritos de las movilizaciones: “Lucia Pérez presente, ahora y siempre”.
La instalación, que lleva al espacio público una parte de la vida cotidiana de joven, es itinerante: en febrero se presentó en la rambla de Mar del Plata y en abril, en el Museo de Bellas Artes Emilio Pettoruti de La Plata. Llegó a Buenos Aires el fin de semana para la reapertura del Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces, donde está acompañada de un ciclo de actividades contra la violencia como charlas, lecturas, conciertos y talleres virtuales.
Se puede visitar todos los días, de 12 a 19, hasta el 10 de septiembre, con entrada libre y gratuita e ingreso por orden de llegada por Perú 294, con los cupos que permiten los protocolos sanitarios vigentes. Los domingos, a las 17, actrices como Alejandra Flechner, Valeria Lois y el grupo Piel de Lava leen poemas con música en vivo. Sobre las sillas blancas instaladas en el patio para los asistentes a las lecturas hay pañuelos con los nombres de cientos de víctimas bordados. Son tantos que continúan en paneles y afiches que rodean la instalación.
“La idea surgió en una de las tantas charlas entre Marta y yo cuando volvíamos de las jornadas de búsqueda de justicia. Un día le pregunté por qué había dejado el cuarto intacto, algo que ya había visto en varias casas. Llevar eso tan privado, ese espacio de sueño y la pesadilla de ese vacío, al espacio público nos pareció que era muy revelador para pensar en una escala humana de qué hablamos cuando decimos femicidio. Es humanizar el caso, que muchas veces se convierte en una estadística, un nombre que significa tanto para una familia. Eso es lo que logra transmitir la muestra, que es muy modesta en el sentido que no tiene más que un objetivo muy puntual: ponerle humanidad a esa atrocidad, eso que la violencia le arranca. Y pensar cómo podemos evitarlo”, dijo Acuña a LA NACION.
Montero, la madre de Lucía y cocreadora de la obra, es una de las tantas familiares de víctimas de femicidios y travesticidios que decidieron conservar las habitaciones tal como eran antes de los asesinatos. “El cuarto de Lucía”, además de una acción artística, es un hecho político: la obra no solo busca preservar la memoria y denunciar la injusticia, sino que abre un espacio para el debate y la reflexión sobre la violencia.
“Cuando Claudia Acuña me planteó la idea lo comenté con mi esposo y con mi hijo y dije enseguida que sí. Hice visible ese cuarto porque es así, como está ahí. Nosotros no escondemos nada. Lucía era así, genuinamente. Esa era su vida, esas eran sus cosas, esos eran sus sueños. Está el arte y las pinturas. En mi casa está todo marcado con sus dedos porque tocaba la mesa o la puerta con los dedos pintados. Ese era su sello porque siempre estaba pintando. Creo que es el mejor recuerdo y el más lindo que tenemos de Lucía”, contó Montero, que está presente en la Manzana de las Luces y recibe infinitas demostraciones de afecto y apoyo de los visitantes.
“Ponerlo a disposición del público para que la gente pueda ver y pueda tener su propia opinión me parece fantástico porque nos ayuda a concientizar. Ese cuarto es de todas las mujeres: todas tenemos un cuarto, tenemos sueños, amores. Cualquiera de las mujeres que pasan por la instalación puede sentir que esa historia podría ser suya, que sus hijas tienen un cuarto parecido. Creo que ahí empezamos a tomar conciencia de que lo que nos pasa como sociedad nos pasa a todos. Yo ofrezco esto: este es mi desafío. En la interpelación de cada uno es donde se hace el cambio. Pongámonos a trabajar. Pensemos estrategias. Juntas podemos tomar mejores decisiones y hacer cosas mejores. Estamos cansadas. No queremos más mujeres muertas”, agregó la madre de Lucía.
Durante los primeros días se acercaron varias familias con hijos pequeños que hacen y se hacen preguntas sobre la violencia. Como concluye Acuña, “es una pregunta cuya respuesta hay que construir, de manera colectiva, en ese ágora que es el espacio público. Ojalá surjan muchas respuestas por parte del arte, otras propuestas que nos ayuden a pensar, porque necesitamos poner toda la inteligencia, la emoción y la gran capacidad que tiene la sociedad argentina para prevenir el próximo femicidio”.
Cuando el arte denuncia la violencia
Cada 30 horas hay una víctima por violencia de género en todo el país, según un informe de la agencia Télam. Solo entre enero y julio de este año hubo 168 femicidios y nueve transfemicidios. Una obra de la española Esther Ferrer, instalada en la sala 405 del Centro Cultural Kirchner en el marco de la muestra Cuando el mundo cambia. Preguntas sobre arte y feminismos, curada por Andrea Giunta, actualiza en tiempo real los casos de 2021 con sillas negras que representan las víctimas: en marzo, cuando inauguró, había 62 asientos vacíos; a mediados de abril ya sumaban 91. Como publicó LA NACION el 15 de abril, las sillas vacías no cabían en la sala y fueron ubicadas en el pasillo del cuarto piso del CCK.
La fotógrafa y artista visual Eleonora Ghioldi, por su parte, exhibe en el Museo Evita y en el Centro Cultural Mercado de Avellaneda imágenes y testimonios de familiares de víctimas de femicidio, travesticidios y transfemicidios reunidos en la muestra Atravesadxs. El proyecto surgió de una investigación centrada en la dimensión social del problema de la violencia e incluye las voces de quienes hacen del dolor una lucha colectiva. Con testimonios de las familias de Pilar Riesco, Adriana Marisel Zambrano, Laura Rivero, Alicia Vallejos, Claudia Salgán, Viviana Giménez, Vanesa Bulacio, Carla Puertas, Paula Melendez, Luna Ortiz, Laura Iglesias, Melisa Kumber, Natalia Coronel, Emilce Ayala, Antonela Osorio, Romina Ruiz Díaz, Erica Quinteros, Karen López, entre otras, Ghioldi no solo visibiliza la violencia contra las mujeres, sino que también construye una memoria dolorosa, pero necesaria.
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