Esos hombres de teatro
El teatro fue en su origen una cosa de hombres. Desde la Antigüedad, eran ellos los que actuaban todos los géneros. Con la ayuda de máscaras y vestuario, los hombres devenían mujeres para representar tragedias, comedias, mitos. Se dice que el primer actor que se conoce es del siglo VI a.C., y las primeras actrices profesionales son de mediados del siglo XVI en Italia y del XVII en Inglaterra. Más de 2000 años tuvieron que pasar para que las mujeres ocuparan el escenario. Y muchos años más para que asumieran roles de dramaturgia y dirección.
Hace unos días estrené en Londres Campo minado, una obra con veteranos argentinos e ingleses que reconstruyen sus recuerdos de la Guerra de Malvinas. Es la primera vez que hago una obra cuyos protagonistas son todos hombres. Son seis hombres que cuentan sus historias, representan a sus compañeros y enemigos e incluso, algunos, se travisten de Margaret Thatcher. En una charla posterior a una función me preguntaron cómo era hacer una obra con protagonistas exclusivamente masculinos. "Ahora tengo mi propio ejército", contesté. Definitivamente, es raro ver a una mujer dirigiendo hombres. Pero lo más extraño sigue siendo ser una directora mujer en el mundo del teatro.
Después de la charla, el rector de la Universidad Central nos invitó a cenar al Club Garrik, que toma su nombre de un célebre actor inglés y tiene una particularidad: todos los miembros son hombres que tienen alguna relación con la literatura y el teatro. Es un club de "hombres de teatro", y las mujeres sólo pueden entrar si son invitadas por un hombre. El club existe hace más de 180 años, y en cada sala hay cientos de retratos de actores ingleses del siglo XIX. Mientras cenábamos, yo no podía dejar de pensar en cómo era el mundo cuando los hombres representaban a las mujeres en todos los ámbitos, incluso en la ficción.
Pero en Inglaterra no todo es tradición y misoginia. El Royal Court Theatre de Londres tiene una directora artística mujer que en tres años cambió no sólo la programación sino el staff del teatro. Ahora el equipo técnico está integrado en partes iguales por hombres y mujeres. No sólo hay mujeres en la dirección, la producción y la prensa; las mujeres también cuelgan luces, mueven escenografía y se ocupan del sonido. Habiendo trabajado en muchos contextos diferentes, me sorprende por una vez no estar rodeada de una mafia masculina a la que hay que convencer de que la que toma las decisiones es una mujer.
La primera vez que hice una obra en el extranjero fue en Lausana, Suiza, con un artista hombre. En la primera reunión, el jefe técnico discutió todos los detalles del montaje con mi colega como si yo fuera invisible. Al final de la reunión, le dije: "No soy un florero". Él nunca llegó a entender la frase; en francés, como en otras lenguas, la expresión "mujer florero"no existe, lo que no quiere decir que el concepto no siga existiendo en el mundo entero.
La autora es escritora, dramaturga y directora de teatro