El criptoarte: ¿burbuja o revolución?
Como garantía digital de propiedad y autenticidad, los Token No Fungibles (NFT) están transformando el mercado
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“Mi amor, mío, mi precioso”, dice Gollum mientras observa la alianza de oro. Deformado y corrompido por la codicia, el célebre personaje creado por el escritor británico J.R.R. Tolkien solo desea poseer ese anillo. Cualquier semejanza con los 69,3 millones de dólares pagados semanas atrás por una obra de “criptoarte” no parece mera coincidencia.
¿Cómo llegó a ese récord un conjunto de imágenes digitales, compartidas en forma abierta durante años en internet? Gracias a los NFT (Token No Fungibles), sigla que comienza a llamar la atención como una invitada exótica en el ya complejo vocabulario del mundo del arte. Lo que marca la diferencia es el registro del archivo virtual en una suerte de libro contable digital inviolable (blockchain o cadena de bloques), que funciona como garantía de propiedad y autenticidad.
“Una vez que un token ha sido creado no se puede borrar ni falsificar. Esto es útil para los artistas, los músicos y otras personas que quieren crear productos digitales de edición limitada”, explicó en marzo el periodista especializado Kevin Roose, al rematar como NFT su propia columna del New York Times. “El mayor beneficio de todos, claro está, es poseer un pedazo de historia. Este es el primer artículo en los casi 170 años de historia del Times que será distribuido como un NFT y, si esta tecnología llega a ser tan transformadora como predicen sus seguidores, tenerlo podría equivaler a ser el dueño de la primera transmisión televisada de la NBC o la primera dirección de correo electrónico de AOL”, opinó entusiasmado, antes de concretar la venta por 560.000 dólares en una subasta virtual solidaria.
Una vez que un token ha sido creado no se puede borrar ni falsificar. Esto es útil para los artistas, los músicos y otras personas que quieren crear productos digitales de edición limitada
Otra ventaja es que los autores pueden adjuntar un acuerdo de regalías a sus NFT, “lo que les da derecho a una parte de las ganancias cada vez que se revenden los activos”, agregó Roose, confiado en que esto representa “una nueva manera en que las personas creativas pueden ganarse la vida en internet”.
“Los NFT y las tecnologías basadas en Blockchain son el futuro porque devuelven el poder a los creadores, evitando a los intermediarios corporativos”, sostiene Chema Zurita, músico español residente en Berlín, impulsor de la nueva galería de arte digital Rekreation.art. Dedicada a “piezas artísticas NFT, alternativas y underground”, ofrece obras que “no pueden ser recreadas, manipuladas ni robadas”.
“My precious…”, diría Gollum. Jorge Carrión lo pone en otras palabras, en un artículo del New York Times titulado “Walter Benjamin coleccionaría criptoarte: el aura llega a internet”: “Casi cien años después de que Walter Benjamin escribiera su célebre ensayo ‘El arte en la época de su reproductibilidad técnica’ –en el que analizó su mutación en la era del cine y la radio–, el blockchain ha devuelto el aura a la obra de arte. Ya no es un aura vinculada con el ritual o con la lejanía, sino con la exclusividad y con el recuerdo. Ambos eran, hasta ahora, propios sobre todo de la cultura clásica. La entrada del mercado del arte y de las experiencias virtuales VIP en el reino del píxel impulsan la transición digital en marcha”.
Según el escritor y crítico cultural español, “la cultura digital intuye que para seguir creciendo debe proporcionar ese sentimiento de intimidad, colmar nuestra pulsión de poseer, otorgarnos la posibilidad de coleccionar objetos y recuerdos únicos”. Detrás de esta tendencia, agrega, “hay dos necesidades humanas: la de poseer y la de sentirse singular. Era cuestión de tiempo que los ingenieros y los algoritmos encontraran el modo de satisfacerlas”.
“¿Quién pagaría una fortuna por algo intangible (un meme, una pieza de videoarte o una reproducción digital de una impresión) cuando puedes verlo gratis en línea con la misma facilidad? La respuesta es mucha gente, entre ellos coleccionistas de arte y especuladores que quieren hacer dinero rápido
“¿Quién pagaría una fortuna por algo intangible (un meme, una pieza de videoarte o una reproducción digital de una impresión) cuando puedes verlo gratis en línea con la misma facilidad? La respuesta es mucha gente, entre ellos coleccionistas de arte y especuladores que quieren hacer dinero rápido”, observa Stuart Jeffries en The Guardian.
“No puedo creer que ustedes, idiotas, realmente compren esta mierda”, se leía en la serigrafía de Banksy con una imagen que recreaba una subasta; fue comprada por 95.000 dólares y destruida para ser reemplazada por un NFT… vendido hace dos meses por un valor cuatro veces mayor. A fines de abril, otra “criptoempresa” dobló la apuesta: anunció que subastaría un NFT de Jean-Michel Basquiat y le daría al comprador la opción de destruir el dibujo físico original.
“Se nos abren más preguntas que respuestas hoy”, señaló por su parte a LA NACION Alec Oxenford, creador de OLX y Letgo y ex presidente de arteBA, tras recordar que el artista chino Ai Weiwei comenzó a realizar obras con NFT en 2018. “Creo que podemos estar viendo el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del arte –opinó–. Pero todavía es muy temprano para sacar conclusiones”.
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