Inspiró con su encanto a poetas y pintores de la talla de Homero o Sandro Botticelli; una de las grandes protagonistas de una muestra en el Museo del Prado, tuvo hijos con varios amantes y no pudo evitar perder a Adonis, a quien más quiso
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La más hermosa. Eso fue Afrodita, como la llamaron los antiguos griegos, o Venus, según los romanos. La diosa del amor y la belleza inspiró con su irresistible encanto a poetas y pintores de la talla de Homero o Sandro Botticelli, quien recreó su nacimiento en medio del mar. Llegó a ser también el tema favorito de los escultores, encarnado en la pieza que exhibió hace dos años el Museo Nacional de Bellas Artes, y es ahora una de las grandes protagonistas de una muestra dedicada a las “pasiones mitológicas” en el Museo del Prado.
No se limitó a ser una musa, sin embargo, según asegura la célebre analista junguiana Jean Shinoda Bolen en su libro Las diosas de cada mujer. “Muchos de los dioses, fascinados con su belleza, pidieron su mano en matrimonio. A diferencia de otras diosas que no habían escogido a sus compañeros ni a sus amantes (Perséfone fue raptada, Hera fue seducida, Deméter fue violada), Afrodita fue libre de escoger. Eligió a Hefestos, el dios cojo de los artesanos, del fuego y de la forja”, explica la psiquiatra estadounidense, antes de agregar que ese matrimonio “puede representarse como la unión de la belleza y de la artesanía, de la cual nació el arte”. Nada menos.
Afrodita no tuvo hijos con su marido, pero sí con sus amantes. Con Hermes, el mensajero de los dioses, tuvo a Hermafrodito, heredero de las características sexuales de ambos. Con Ares, dios de la guerra, concibió a Deimos (Terror) y Fobos (Miedo) pero también a Harmonía, en perfecto equilibrio entre las energías de sus progenitores. También este último sería el padre de Eros, dios del amor, según algunas leyendas. “El Eros que empezó mitológicamente como una fuerza primordial fue reducido con el tiempo -observa la autora-, hasta ser representado hoy día como un bebé en pañales con un arco y un carcaj con flechas, conocido como Cupido”.
Así se lo ve junto a Afrodita en varias de las obras de grandes maestros reunidas en la muestra actual del Prado, que puede visitarse online. “Miguel Ángel escribe sobre la existencia de estos dos amores: uno terrenal, bajo, de los sentidos; otro celestial, divino, del alma”, dice Alejandro Vergara, uno de los curadores de la exposición, en un video disponible en museodelprado.es. “Venus ha sido rozada por la flecha de Cupido y se enamora de Adonis”, agrega el experto, mientras señala uno de los tantos cuadros que recrean la muerte de su amado. “Pudiéndolo todo -señala-, no puede evitar perder lo que más quiere”.
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