El caso de las once obras maestras que salieron del país y una multa millonaria
Pinturas de Van Gogh, Monet, Renoir y Gauguin, entre otros, se exportaron de forma temporaria a Luxemburgo, pero luego fueron “guardadas” allí de manera definitiva; la Aduana reclama el pago de $ 7350 millones por una sanción administrativa
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Había una vez en la Argentina un conjunto de obras de Van Gogh, Cézanne, Monet, Renoir, Degas y Gauguin, valuadas en más de US$350 millones. No pertenecían al acervo del Museo Nacional de Bellas Artes, sino a una colección privada. Ahora, están fuera de la Argentina y, el fin de semana, se supo que sus propietarios deberán pagar una multa millonaria, porque se exportaron con una licencia temporaria, pero vencido el plazo, no regresaron al país: se declararon guardadas en un lugar seguro. En la maniobra, la Aduana encuentra incumplimientos.
Las obras pertenecen a la colección que fuera de una de las principales mecenas de la Argentina, Nelly Arrieta de Blaquier, fundadora de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, fallecida en 2020. Sus descendientes, a través de Art Logistic S.A, tramitaron la salida del valioso conjunto fuera país bajo el régimen de exportación temporaria, con la finalidad de que fuera exhibido en Luxemburgo. “La Dirección General de Aduanas aplicará multas de $7.350.469.600 a raíz de irregularidades que constató en las exportaciones de once obras de arte de considerable valor. Las infracciones involucran cuadros de artistas emblemáticos: nada menos que Van Gogh, Cézanne, Monet, Renoir, Degas, Gauguin y Derain, Pissarro, Sisley y De Vlaminck”, dice el comunicado de ese organismo.
Sin embargo, la familia Blaquier explicó a LA NACION a través de sus abogados que la firma Art Logistic S.A realizó la exportación temporaria de un grupo de obras con el fin de transportarlas a un lugar especialmente preparado para su exhibición y guarda, con posibilidad de venta. Para eso, aseguran que contaron con la expresa autorización de la Secretaría de Cultura de la Nación y de la Administración Nacional de Aduanas en 2019. Y que una vez en Luxemburgo, decidieron que ese era el mejor lugar para conservarlas.
El problema surge porque el régimen de exportación temporaria que la Aduana había autorizado para este lote de obras maestras, implica, por un lado, que las mercaderías quedan exentas de tributos y, por otro, que los exportadores asumen la obligación de reimportar las mercaderías al territorio nacional antes del vencimiento del plazo otorgado. Y eso no fue lo que pasó. “Una vez que las obras estaban fuera de la Argentina, indicaron que no volverían a traerlas al país y que el traslado al exterior debía ser entendido como definitivo –continúa el comunicado oficial–. Tampoco ingresaron divisas, ya que registraron las transferencias a título no oneroso, sin valor comercial”. Si bien se estima que el conjunto de los cuadros supera los US$350 millones, si salieran a subasta podrían valer mucho más.
“Desvirtuada la finalidad por la que se habían autorizado las exportaciones temporales, la Aduana le ha imputado a la firma exportadora la infracción tipificada en el artículo 970 del Código Aduanero”, termina el parte. Fuentes de la Dirección General de Aduanas explicaron a LA NACION que las pinturas partieron de forma legal, con “una resolución hecha a medida”, que permitía que las obras viajaran a Luxemburgo en junio de 2019. “No es un delito civil ni penal, sino que tras una infracción aduanera se intima al pago de una multa. Es un proceso administrativo”, explican. Sin embargo, no descartan que pueda judicializarse la sanción.
“La autoridad de aplicación autorizó, de modo expreso, a que las obras permanezcan conservadas en el exterior”, señalan a LA NACION por escrito los abogados de la familia Blaquier. Se tramitó, indican, una nueva autorización de la Secretaría de Cultura para que las obras quedaran allí a título no oneroso, por la inexistencia de venta. “La firma exportadora registró esto en el sistema informático de Aduana, a excepción de una de las piezas que sus propietarios habían decidido vender, con el correspondiente ingreso de divisas y su liquidación a través del MULC”, dicen. De las demás, no hubo dinero que remitir, porque aún se conservan. No se donaron, como señalaban algunas noticias: simplemente permanecen en un depósito de obras de arte y siguen siendo propiedad de los Blaquier.
Cuando la Administración Nacional de Aduanas analizó en detalle todas las declaraciones, le asignó al caso el “canal naranja de selectividad” (lo que implica un control minucioso de la documentación de las exportaciones) y un ADO (Alerta de Destinaciones Oficializadas), y “el 22 de noviembre de 2019 le otorgó en cada una de las destinaciones de exportación su correspondiente Cumplido Conforme, lo que implica una innegable autorización a las exportaciones para consumo realizadas y una falta de objeción y observaciones a las mismas por parte de la aduana”, sigue la respuesta de los representantes legales. Por la exportación, declaran haber pagado impuestos por US$ 23.298.615,40.
El conflicto surge cuando la Aduana considera que la firma exportadora cometió una infracción administrativa aduanera por haber incumplido la formalidad prevista en la Resolución General AFIP Nro. 4553, que establece que debe requerirse una autorización formal a la aduana antes de convertir destinaciones temporales en definitivas. “Por ese motivo, y sin tener en consideración de que ese mismo organismo luego del exhaustivo control otorgó los ‘cumplidos conforme’ de las operaciones autorizando las exportaciones y percibiendo por ello tributos por US$ 23.298.615,40, reclama –ahora- por un mero incumplimiento formal, la exorbitante suma de $7.350.469.500″, señalan los letrados. Es decir que Art Logistic S.A entendió que no correspondía realizarse el pago de esa Resolución porque no estaba vigente al momento del registro de las destinaciones de exportación temporal denunciadas por la Aduana.
¿Por qué no se quedaron en el país?
Para salir a la venta en el exterior, ciertas obras de arte de reconocido valor artístico, histórico o cultural deben tener la aprobación del Ministerio de Cultura, con asesoramiento de un consejo consultivo honorario integrado por representantes de Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería, el Archivo General de la Nación, la Academia Nacional de Bellas Artes, el Museo Nacional de Bellas Artes, el Fondo Nacional de las Artes y la Dirección General de Aduanas. La normativa establece que se podrá suspender la salida del país siempre y cuando no existieran otras piezas de la misma disciplina en colecciones de acceso público y/o que se tratara de un testimonio fundamental o esencial del desarrollo del estado argentino. Las opciones, entonces, son que la compre el Estado Nacional o que convoque a terceros a adquirirlas.
“Por la parte de Cultura, estaba todo en regla. Para nosotros siempre se trató de una solicitud de permiso para salida del país temporaria, con opción a definitiva. Se hizo todo conforme a la normativa. Cuatro de las obras estuvieron publicadas en el Boletín Oficial y cuando se vencieron los plazos sin que aparecieran oferentes en el país se autorizó su exportación”, explica la Directora Nacional de Bienes y Sitios Culturales, Claudia Cabouli, que en 2019 integró un consejo que dio el visto bueno a la salida del lote. “Al momento del trámite, Nelly Arrieta las había cedido a sus hijos. Con la Comisión, visitamos las obras, las analizamos, hicimos los informes y ellos presentaron toda la documentación requerida, como los documentos y facturas de las compras que acreditaran que eran propietarios legítimos, la procedencia de las obras y sus antecedentes”.
En el Boletín Oficial se registró la publicación de cuatro de estos cuadros. Los precios que tuvieron en 2019, puestos inicialmente por el exportador, fueron convalidados por Cultura. De las dos Nymphéas de Monet, el más antiguo y más grande –de 1904, 90x92cm– por US$ 50 millones y el otro –de 1908, que mide 90, 2x87–, US$ 42 millones; ambos integran las cerca de trescientas versiones distintas de “Nenúfares” que pintó el francés. La Naturaleza muerta con cántaro azul, de Maurice De Vlaminck, de 1906, está valuada en U$S 5 millones. Les Andelys, Port Morin, como se titula el cuadro del neoimpresionista Paul Signac, es de 1886, mide 33x46 cm, y se estimó su valor en U$S 3,5 millones.
Estas cuatro piezas son las únicas del lote que salieron a subasta, ya que no todas reunían, parece, los criterios de importancia para el patrimonio nacional requeridos para activar este mecanismo. La venta no tuvo postores y, al quedar desierta, se autorizó la exportación.
Por su parte, la estimación del valor del Van Gogh se obtiene del informe mensual de Intercambio Comercial Argentino (ICA) que publicó el Indec del 23 de diciembre de 2019, donde figuraban exportaciones de obras de arte récord, por una facturación insólita de US$484.202.497. “Los números están bien. Solo un Van Gogh salió declarado en US$300 millones y dos Monet en US$100 millones. Hay otras obras más. De ahí salió el número”, confirmaba entonces a LA NACION un exfuncionario de Cultura. En aquella nota se consignaba también que el ente estadístico señaló que la exportación de pinturas y dibujos hechos totalmente a mano se septuplicó en solo un mes y “se dirigió, principalmente, a Luxemburgo y Estados Unidos”.
El Van Gogh salió sin ser publicado para subasta pública. Por una investigación de LA NACION se creyó que se trataba de El zuavo, una pintura que retrata a un soldado Milliet, tropa del regimiento de infantería al que se conocía como zuavo desde 1830. “Esa obra está en Buenos Aires”, aseguran fuentes cercanas a los Blaquier. El Van Gogh de la familia que se guarda ahora en Luxemburgo es otro: Chataignier en fleurs roses et blanches. No se sabía que hubiera más cuadros originales de Van Gogh en el país, excepto por el famoso Le Moulin de la Galette, que atesora a la vista de todos el Museo de Bellas Artes en la sala 14, la de los impresionistas.