El Ateneo y las otras nueve librerías más fascinantes del mundo
A lo largo y ancho del planeta, podría trazarse un mapa de librerías emblemáticas, maravillas arquitectónicas que envuelven a sus visitantes en universos mágicos e invitan a perderse entre estanterías y mesas de lectura en edificios que, como las páginas de un libro, también esconden sus propias historias.
Estos templos literarios se vuelven icónicos dentro de los emplazamientos en que se encuentran y son, desde hace tiempo, a la par de museos y catedrales, reclamo turístico. Buenos Aires, ciudad de las librerías, acaba de ser distinguida por National Geographic por albergar uno de estos monumentos: el Ateneo Grand Splendid, establecimiento que considera la librería más linda del mundo .
LA NACION suma a este símbolo nacional una selección de librerías destacadas de ciudades como Burgos (España), Montevideo (Uruguay), Tánger (Marruecos), Oporto (Portugal) o Lima (Perú), que varían en tamaño, número de visitantes y oferta bibliográfica, y habló con responsables de estos espacios acerca de sus particularidades.
Frecuentadas o visitadas en las últimas décadas incluso por propios autores como Juan Goytisolo, Jack Kerouac, Samuel Beckett, Marguerite Yourcenar, Orham Pamuk, Alfredo Bryce Echenique, Mario Vargas Llosa o Joaquín Sabina, estas librerías integran el circuito de gabinetes mágicos depositarios de espíritus hechizados, como mencionaría Borges citando a Emerson al hablar de la mística de los centros de lectura, que anualmente atraen a miles de visitantes en distintos puntos del globo. A continuación, diez librerías para visitar.
1. Lello (Oporto, Portugal)
Situada en el corazón de la ciudad de Oporto, la librería Lello e Irmão es considerada una de las más bellas de todo el mundo. Su estructura, mobiliario y decoración interior atrapan al visitante en un ambiente mágico que se ha hecho famoso por servir de escenario cinematográfico para la grabación de escenas de conocidas películas, como Harry Potter.
El edificio es uno de los ejemplos más destacados del neogótico portugués. La librería abrió sus puertas en 1906 y su historia se remonta a finales del siglo XIX, cuando José Lello comenzó en el negocio editorial junto a su hermano António. En 1894, compró la Librería Chardron, propiedad de un editor francés, y encargó su remodelación al ingeniero Francisco Xavier Esteves, responsable del diseño del actual local y de la decoración del inmueble.
La encargada de la librería, Carla Ribeiro, contó a LA NACIÓN que, a nivel arquitectónico, el marco más referenciado del edificio son sus famosas escaleras. "Se trata de una verdadera obra de ingeniería y una de las primeras estructuras en Portugal que fueron construidas con concreto armado. El vitraoux con la insignia de los hermanos fundadores, los techos trabajados o la fachada neogótica son otros ejemplos de la particularidad de esta construcción. Todo el conjunto, arquitectura y decoración, son únicos en el mundo. No obedece a un estilo propiamente dicho, sino que sería el resultado de una mezcla de estilos, un nuevo eclecticismo, característico de la libertad creactiva art déco", explica.
En cuanto a su oferta literaria, la Librería Lello "es más generalista, con un poco de todo". De todos modos, posee una gran colección de títulos extranjeros, así como libros antiguos y rarezas difíciles de encontrar en otros locales. También cuenta con un amplio catálogo de literatura portuguesa traducida a varias lenguas. El establecimiento conserva el atractivo de ser una librería independiente, de comercio tradicional, en la que la veintena de personas que la atienden ofrecen un trato personalizado "y cuidado a sus clientes".
"Cualquier persona que entra siente inmediatamente el ambiente mágico, presente en todos los pormenores de la librería, tanto, que se dice que la escritora J.K. Rowling, que acostumbraba visitar la librería, se habría inspirado acá para escribir los primeros capítulos del primer libro de la saga", recalca la responsable.
Lello recibe una media diaria de 2.500 personas. En los meses fríos, esa cifra desciende a unos 1.500. Entre las obras más requeridas en esta librería figuran las escritas por autores como los portugueses Fernando Pessoa, José Saramago, Luís de Camões, Eça de Queirós y Camilo Castelo Branco; y, del ámbito internacional, Antoine de Saint-Exupery, J.K. Rowling, George Orwell, Shakespeare y Cervantes.
2. Más Puro Verso (Montevideo, Uruguay)
Poco tiempo después de haber ganado el Nobel de literatura, en 2010, pasó por esta librería el escritor Mario Vargas Llosa acompañado del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti. El escritor turco Orham Pamuk también se dio en alguna ocasión una vuelta por el local, lo mismo que el dramaturgo y narrador griego Petros Márkaris, quien, en 2014, estuvo firmando ejemplares de sus libros en este establecimiento.
Se trata de la emblemática librería uruguaya Más Puro Verso, a cuya antigua casa central (que se ubicaba en Yi y Cuareim) también acudía con frecuencia Mario Benedetti.
Más Puro Verso tiene ahora su casa central en la avenida 18 de Julio, pero su edificio más emblemático, ubicado en Peatonal Sarandí y Bacacay, en el caso antiguo de Montevideo, funciona, desde 2008, como sucursal. Esta construcción, levantada en 1916, se distingue por su fachada monumental con cúpula (estilo art nouveau), su doble altura y su balconeo, su escalera de mármol coronada por un vitreaux original de la época y su tradicional ascensor, el más antiguo de la ciudad y que aún permanece en funcionamiento. Su fachada es de estilo art nouveau y, tradicionalmente, allí funcionaba la óptica Pablo Ferrando.
Sus responsables destacan su atmósfera, libros, música, el café-restaurante y la vista a la peatonal junto al Teatro Solís. "Puro Verso es un lugar histórico Montevideo, genera un ambiente acogedor para el visitante y es un lugar de consulta y disfrute", contó a LA NACIÓN Soledad Viera, responsable de la central.
El establecimiento, que es atendido por una decena de empleados, recibe unas 52.000 visitas cada año, un promedio de 180 diarias. Sus fondos abarcan una amplia gama de ejemplares principalmente centrados en las áreas humanísticas, como la filosofía y la sociología.
La librería maneja sellos editoriales particulares y exclusivos como Nevsky (sello que publica a autores rusos exclusivamente); Satori y Quaterni (de japoneses); Trotta; Tecnos, Abada, Cátedra y Alianza, con catálogos que cubren el ensayo filosófico, la poesía y la literatura universal.
3. Librería El Virrey (Lima, Perú)
El escritor Alfredo Bryce Echenique, el cantante español Joaquín Sabina, y también Vargas Llosa y Julio María Sanguinetti son algunas de las personalidades que han frecuentado esta icónica librería del centro de Lima. Considerada de las de mayor tradición en el país, fue fundada por Chachi y Eduardo Sanseviero en 1971 y es visitada por más de un centenar de personas cada día.
Entre sus estanterías, también se pasea otra visitante asidua: Tilsa, una coqueta gata, mascota de los propietarios del local, y con ella quiso fotografiarse hace unos años Joaquín Sabina.
Mantiene el aire de librería antigua, con estanterías interminables; es espaciosa y se caracteriza por un amplio y detallado catálogo. Además, está decorada con obras de distintos artistas.
Sus responsables cuentan que el edificio es una vieja casona del antiguo distrito de Miraflores, creada en 1856 frente a un plaza. "Refaccionamos el edificio para crear un gran salón de lectura pero conservando la vieja fachada. Tiene cinco ficus gigantes y una hermosa fuente de agua, más moderna. Una zona destacable del viejo anticuario es la sala de piso verde y su atril de mapas", señalan. Además de mesitas donde los visitantes pueden disfrutar de la lectura, la biblioteca cuenta con una cafetería.
Su especialidad son las obras de autores del país, que tienen un lugar destacado dentro del establecimiento. "Entre los otros temas que ocupan el gran salón, le damos especial interés a la poesía, la literatura universal y sus clásicos, y a ensayos de diferentes temas (historia, política, filosofía, sicología, psicoanálisis, comunicación, arte, cine, música y libros de gran formato), además de una sección específica para los libros infantiles, y otra de literatura gráfica y cómics", añaden.
4. Hijos de Santiago Rodríguez (Burgos, España)
Fundada en 1850,Hijos de Santiago Rodríguez es la librería más antigua de España; la quinta, por antigüedad, en Europa, y la única que sigue perteneciendo a la misma familia desde hace 165 años. Tomó su nombre de su fundador, Santiago Rodríguez Alonso (1829-1891). En sus orígenes, fue creada junto con la casa editorial y el taller de impresión. Su logotipo es una representación de Minerva, diosa de la sabiduría, las artes, el pensamiento y símbolo del progreso intelectual, y su lema: "La escuela redime y civiliza".
La antigua sede funcionó hasta 1960 en la céntrica calle Laín Calvo hasta su traslado a la Plaza Mayor. "La editorial trabajaba con los mejores autores e ilustradores del momento, con artistas gráficos como Pedro Antequera Azpiriz, Rosario de Velasco o Francisco López Rubio, así como con los burgaleses Fortunato Julián, Evaristo Barrio o Isidro Gil; con escritores como el premio nacional de Literatura Wenceslao Fernández Flórez, y con intelectuales de la talla de María Teresa León, esposa de Rafael Alberti. Y desde hace unos diez años realiza presentaciones de libros en sus dos tiendas; con escritores como Santiago Posteguillo, Dolores Redondo, Julia Navarro, Lorenzo Silva, Javier Sierra, Marwan, Blue Jeans, María Dueñas y Pilar Urbano".
Además, el propio fundador escribió alguno de los primeros libros que se publicaron. Le siguió al frente del negocio su hijo Mariano (primer presidente y fundador de la Asociación de Prensa de Burgos). Luego vinieron sus nietos Pascual y Lucas. Éste último llevó la librería a su actual emplazamiento, en la Plaza Mayor, y los hijos de éste, José Luís y Mariano, la ampliaron. Ahora, está al frente la quinta generación de descendientes, con Mercedes Rodríguez Plaza, hija de José Luis, a la cabeza.
El actual edificio es una construcción de comienzos del siglo pasado. La librería se trasladó allí en 1961, pero gran parte del archivo se quemó en un incendio que afectó en décadas pasadas a la editorial. Recibe unas 300 visitas al día y unas 70.000 al año.
5. Librairie des Colonnes (Tánger, Marruecos)
Jean Genet, Juan Goytisolo, Jack Kerouac, Samuel Beckett, Marguerite Yourcenar, Patricia Highsmith, Tahar Ben Jelloun, Tenessee Williams, Patricia Highsmith y Paul Bowles son solo algunos de los escritores reconocidos a los que ha unido, como centro de tertulias y punto de encuentro, esta particular librería del centro de Tánger. Fue fundada por el editor francés Gaston Gallimard.
Desde su apertura, en 1949, en el Boulevard Pasteur, ha sido una institución para los intelectuales en esta atrapante ciudad del Norte de África, y muy especialmente para los artistas de la Generación Beat. Es larga la lista de escritores que hicieron de la ciudad del Estrecho de Gibraltar su hogar, tanto por breves períodos de tiempo como por estancias permanentes.
El responsable de la librería y también escritor, Simon-Pierre Hamelin, explicó a LA NACIÓN que la librería se ubica en un edificio diseñado por un alumno del famoso arquitecto Antoni Gaudí. Es un local muy pequeño, pero en el que destaca su valioso mobiliario de madera y sus estanterías, entre las que se distribuyen obras en cuatro idiomas: árabe, español, francés e inglés.
"Los clásicos de la literatura rusa y árabe son los más vendidos en el local", explica el responsable. La Librairie des Colonnes, que fue restaurada en 2010, alberga grandes obras del legado literario de la ciudad, con una amplia selección de libros de Paul Bowles y otros autores, así como de escritores contemporáneos marroquíes como Tahar Ben Jelloun, Abdellah Taïa y Driss Chraïbi. En la actualidad, los visitantes pueden asistir a presentaciones y tertulias en el local, y también acceder a obras con atractivos precios.
6. Librería Acqua Alta (Venecia, Italia)
Está semioculta, la entrada se presenta algo caótica y los libros se amontonan por doquier en góndolas, en pequeñas embarcaciones y hasta en bañaderas. La librería Acqua Alta posee el encanto, también concebido como amenaza constante, de todo local que, al igual que éste, se ubica en algunos de los numerosos islotes de Venecia, donde los vaivenes de las mareas provocan inundaciones cuando se exceden los canales.
Linus Frizzo, responsable del local, se ha encargado de esta peculiar distribución de los libros para evitar que éstos resulten dañados cuando sube el nivel del agua. Fue así como decidió apilar los volúmenes sobre todo tipo de plataformas flotantes o impermeables.
Al mismo tiempo, las vistas hacia los canales circundantes y las callejuelas que rodean a la librería (que se ubica en la calle Longa Santa Maria Formosa), hacen de este espacio un lugar de gran atractivo para los visitantes.
7. Librería Barter Books (Northumberland, Inglaterra)
La libreríaBarter Books está instalada en la antigua y pintoresca estación de tren victoriana de Alnwick, construida a finales del siglo XIX según las costumbres arquitectónicas de la época.
Es una de las librerías de segunda mano y de intercambio más grandes de toda Europa y ha servido, desde comienzos de los años 90 hasta la fecha, de lugar de encuentro para lingüistas, artistas y amantes de la literatura. La librería se ha vuelto tan popular que es hoy uno de los lugares de interés más visitados de la localidad.
Vigas de hierro, grandes ventanales y techos de cristal son los principales elementos que caracterizan esta estación que quedó fuera de sevicio hace años y que, en 1991, cambió su uso para convertirse en una librería de segunda mano por iniciativa de Mary y Stuart Manley, los propietarios del negocio, que realizaron diversas obras de restauración en el edificio.
Dentro del establecimiento, en los fríos días de invierno, los visitantes pueden disfrutar de la lectura junto a una chimenea que se mantiene encendida y de una comida en el restaurante buffet del local. Es espaciosa y cuenta con varias dependencias distintas y llama la atención la presencia de una pequeña vía que facilita el recorrido de un tren de juguete por la parte superior de las estanterías en homenaje a la función inicial para la que fue diseñado el edificio.
Otro de los elementos distintivos de la librería es un gran mural obra del artista Peter Dodd, en el que se ven reflejados los más famosos escritores famosos en lengua inglesa de los últimos siglos. Otra de las piezas artísticas destacadas que decoran la parte delantera de la antigua estación es un grabado realizado por Harry Brockway, uno de los artistas más importantes de Gran Bretaña.
8. Librería Hatchards (Londres, Inglaterra)
"Siempre está llena y lo que más le gusta a los visitantes es su aspecto tan tradicional", según indica el personal de la histórica Librería Hatchards, situada en Picadilly Street, en el centro de Londres.
Es la más antigua de la ciudad; fue fundada en 1797 por John Hatchard y ocupa el mismo edificio desde entonces. Ocho generaciones de clientes y libreros se han sucedido desde que la tienda abrió sus puertas y muchas cosas han cambiado, pero el lugar conserva su esencia. "Hatchards es una institución británica única", recalcan sus responsables.
Hatchard abrió la librería luego de adquirir la colección de libros de Simon Vandenbergh, un librero del siglo XVIII abuelo de John Vandenbergh Quick (autor de los grabados sobre madera que ilustraron los libros de Sherlock Holmes).
La librería tiene cinco plantas de estilo victoriano dedicadas a libros de todo tipo de temáticas, con obras firmadas por autores y ediciones antiguas. También celebra diversos eventos literarios y, entre sus clientes habituales, ha tenido no solo a varias generaciones de la familia real británica, sino también a escritores como Oscar Wilde o Lord Byron.
La librería ha dejado de ser independiente, no obstante, tras ser adquirida por la gran cadena Waterstones, que ha abierto una nueva filial de Hatchards en la ciudad. Hatchards es un emblema de las librerías británicas y de su tradición literaria.
9. Librería del Ex colegio o de Ávila (Buenos Aires)
"Aquí funcionó la primera librería de Buenos Aires, inaugurada en 1785". Éste es el texto de la placa colocada por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires en el año 2000, en la fachada de la Librería del Ex Colegio, rebautizada como Librería de Ávila, al ser declarada a principios del milenio como sitio de interés cultural.
Ubicado en la calle Alsina al 500, esquina Bolívar; es el sitio más antiguo de venta de libros que se mantiene en Buenos Aires, y cuenta con la particularidad de que, desde el siglo XVIII, permanece en el mismo emplazamiento.
Allí funcionó primero La Botica, un establecimiento que vendía velas, estampitas, crucifijos y algunos libros que llegaban desde el Alto Perú. Según varios historiadores, fue el primer local de venta de libros en Buenos Aires. En la botica también se despachó, en 1801, el primer periódico de la ciudad, el El Telégrafo Mercantil, Rural, Político, Económico e Historiográfico del Río de la Plata. En las primeras décadas del siglo XIX se especializó en la venta de textos y, por su proximidad al Colegio de San Carlos -hoy Nacional Buenos Aires-, fue denominada Librería del Colegio.
En esta localización privilegiada, se instaló la librería hacia 1830, siendo clientes a lo largo del siguiente siglo personajes ilustres como los presidentes Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento y Nicolás Avellaneda y los escritores Leopoldo Lugones, Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Victoria Ocampo. Algunos de sus propietarios en el siglo XIX fueron el catalán Rafael Casagemas y el francés Paul Morta.
En sus salones se realizaban tertulias en las que participaban personalidades como Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi, Rafael Obligado, Carlos Guido Spano, Santiago de Estrada, Marcos Sastre, Aristóbulo del Valle, Nicolás Avellaneda, Rafael Obligado, Pedro Goyena, José Hernández y Paul Groussac, entre otros.
Se encuentran en el local libros y documentos considerados tesoros y rarezas, gramáticas españolas, libros de lectura de la escuela primaria de hace cien años, ediciones del Quijote en chino o un bando de Manuel de Sarratea de 1819, en el que se especifican las condiciones para que funcione una pulpería; entre otros ejemplares de valor histórico y patrimonial.
El edificio, que data de aproximadamente el año 20 del siglo pasado, acoge en su subsuelo presentaciones, conferencias, charlas y actividades artísticas, lo cual refuerza su labor de centro de irradiación cultural.
En 1926, el viejo local de la librería fue demolido y, en su sitio, se construyó uno nuevo, instalado en la planta baja y subsuelo de un edificio residencial de estilo ecléctico, proyectado por el arquitecto Ángel Pascual y por el ingeniero Luis Migone. Allí permanece en la actualidad.
Miguel Ávila, antes propietario de la librería Fray Mocho, adquirió la Librería del Colegio en 1994 y le puso su nombre, manteniendo el tradicional estilo del local y transformándolo en especializado en libros y revistas antiguos, ediciones de colección y rarezas históricas.
10. El Ateneo Grand Splendid – Buenos Aires
La gran homenajeada de esta semana: El Ateneo Grand Splendid, abrió sus puertas en diciembre de 2000 tras la gigantesca reforma del antiguo cine-teatro del mismo nombre. Situada en la Avenida Santa Fe 1860, en Recoleta, la edificación conserva la arquitectura original del teatro pero fue remodelada para su nuevo uso.
En febrero de ese año el Grupo Ilhsa firmó un contrato de alquiler hasta 2010 e invirtió tres millones de pesos en remodelaciones que estuvieron a cargo del estudio del arquitecto Fernando Manzone. La librería El Ateneo es una marca tradicional, creada en 1912, que actualmente se halla asociada a la firma Yenny, y posee más de 34 locales repartidos en la Argentina. El local del ex teatro es el de mayor cantidad y diversidad de oferta de la cadena, con más de cien mil títulos en stock.
La librería, que emplea a medio centenar de personas, mantiene el esplendor del desaparecido cine-teatro, con la cúpula pintada, los balcones originales, la ornamentación intacta y el telón de terciopelo. Cómodos sillones permiten sentase a leer cualquier libro sin obligación de compra tanto en lo que fueron las antiguas plateas como en los viejos palcos o el escenario, que actualmente se usa como restaurante y confitería y que posee un piano en el cual se ejecuta música. En el subsuelo, las escaleras mecánicas conducen al salón de venta de música y libros para niños. El piso más alto es dedicado a exposiciones. Donde se venden los libros de bolsillo se hallaban las ventanillas para la venta de entradas.
Es la librería más grande de Sudamérica y también fue destacada en 2008 por el periódico inglés The Guardian como la segunda más bella del mundo. Antes de construirse el teatro, en 1903, había en ese lote una fábrica de carruajes. El Teatro Nacional, más conocido como Norte, fue inaugurado el 19 de junio con una capacidad para más de 900 espectadores. En 1919, fue adquirido por Max Glucksmann, inmigrante de origen austríaco que lo remodeló y bautizó como Splendid Theater. Inaugurado el 14 de mayo de ese mismo año, rápidamente se convirtió en el más lujoso de Barrio Norte.
El Teatro Grand Splendid fue diseñado por los arquitectos Peró y Torres Armengol y edificado por los arquitectos Pizoney y Falcope. Contaba con cuatro hileras de palcos, 500 butacas, refrigeración, calefacción y techo corredizo. Bajo un tono arquitectónico ecléctico, se construyó en el frente una marquesina de estilo griego con cariátides que sostenían las balconadas en granito gris del basamento, obra del escultor Troiano Troiani, quien también modeló los dos torsos de mujer sobre el cielorraso a los costados del escenario. La cúpula fue realizada por el pintor italiano Nazareno Orlandi, en un estilo que oscila entre el manierismo y el romanticismo.
Desde su nacimiento, el Grand Splendid se constituyó como estandarte de la época, no sólo por su arquitectura sino también como cuna de actividades innovadoras de cine, radiofonía y grabaciones musicales. Uno de los elementos más destacados del edificio es su cúpula, que fue diseñada por Nazareno Orlandi componiendo una pintura alegórica de la paz que celebrara el fin de la Primera Guerra Mundial.
Desde su inauguración, el Ateneo se convirtió en un lugar de encuentro entre escritores, artistas y el público en general. Se han organizado numerosas presentaciones de libros y discos, exposiciones y conferencias. Entre quienes participaron se encuentran importantes artistas nacionales e internacionales como Ernesto Sábato, Paul Auster, Andrés Rivera, Mario Benedetti, Rosa Montero, Mario Vargas Llosa, Ivonne Bordelois, Slavoj Žižek, León Gieco, Fito Páez, Gustavo Santaolalla, Emma Shapplin, Katherine Jenkins, Quino, Siri Hustvedt, Wilbur Smith, Arturo Pérez-Reverte, Loreena McKennitt, John Katzenbach, Gianni Vattimo, Les Luthiers y Anthony Browne, entre otros.
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