El artista como asesino y suicida
La violencia y la muerte imponen su presencia en la muestra de Oscar Bony en el Museo Nacional de Bellas Artes.
OSCAR BONY es uno de los artistas surgidos en el contexto del Instituto Di Tella, que ha sostenido durante décadas, casi sin pausa, una tensa actitud de rechazo hacia la cultura entendida como dispositivo de adaptación. El arte, parece decir, siempre genera sobresaltos e incertidumbres.
En la muestra de sus obras presentada en el Museo Nacional de Bellas Artes bajo el título "El triunfo de la muerte", se advierten sus modelos de resistencia estética, política o ideológica. La muerte, la violencia, la presencia-ausencia del artista en la sociedad contemporánea, son algunos de los temas que se reiteran en su producción. Desde una perspectiva estética, es evidente, además, su admiración no disimulada por Lucio Fontana: basta recordar los "cuadros perforados" que el rosarino realizó hacia 1949, antes de los famosos "cuadros cortados".
Una de las características más notorias del arte actual es su relación con la fotografía que, en la década del ochenta, aparece como una fuente documental y de inspiración equiparable a la pintura. Bony utiliza la fotografía en los autorretratos de la serie "El triunfo de la muerte", dedicada a suicidios y asesinatos. En ellos el artista parece estar sumergido en una normalidad cotidiana, plena de belleza. Thomas de Quincey, autor del célebre opúsculo Del asesinato considerado como una de las bellas artes, decía que el asesinato -más allá del horror que inspira- exige que se lo aprecie estéticamente como una obra plástica. La coincidencia es evidente.
Sin embargo, en las obras de Bony, existe siempre una violencia hiperbólica. En los autorretratos, el artista aparece acribillado a balazos. En algunos mira con indiferencia el objetivo, mientras en su mano sostiene el disparador de la cámara; en otros, salta o gesticula con exuberancia. En las perforaciones que se ven en las fotografías colocadas detrás de vidrios especialmente tratados, no hay ficción: los disparos se hicieron con una pistola automática Walther P. 88 de 9 mm.
Estética e ideología
Oscar Bony presentó su primera exposición individual a los veintitrés años de edad, en 1964. Desde entonces participó en muchas de las muestras experimentales y políticas que se sucedieron rápidamente. En ese contexto, su obra adquirió un carácter notoriamente provocativo. El joven artista estaba convencido de que debía entregarse a la negación radical del orden estético, social y político dominante.
En esa época reinaba un clima contestatario generalizado. Se produjeron las revueltas estudiantiles de París y las manifestaciones de artistas y estudiantes en la Bienal de Venecia. Un Consejo por la liquidación del arte y su superación, reunido en Bruselas, declaraba: "El arte murió hace tiempo. El artista revolucionario no existe. No se trata de hacer el arte de la protesta, sino la protesta del arte. La única creatividad humana posible: la lucha revolucionaria del proletariado".
En el mismo horizonte histórico en el que habían nacido en Buenos Aires las manifestaciones artísticas esteticistas derivadas del pop y del happening (Minujín, Puzzovio, Giménez, Cancela-Mesejean), apareció una tendencia de carácter decididamente política. La revolución y el arte, ésa era la consigna, debían contribuir al cambio de la sociedad.
Dentro de ese marco estético-ideológico, en las Experiencias 68 del Instituto Di Tella, Bony expuso La familia obrera , recientemente "reconstruida" en la muestra que la Fundación Proa dedicó al célebre Instituto. En los últimos días de mayo del 68, los artistas participantes en una muestra del Di Tella retiraron sus obras de la exposición como protesta por la clausura policial y judicial de una obra exhibida.
Luego de estos hechos, Bony abandonó la práctica artística. Retornó a ella en 1975, con los "cielos y nubes" pintados de un modo realista.
Dos años más tarde, poco después de que la policía clausurara una muestra individual de fotografías de Bony, el artista se radicó en Milán. En 1988 volvió a Buenos Aires.
Tiros y amor
En 1993, Bony presentó un conjunto de montajes con el título "De memoria". Los trabajos mostraban viejas fotografías de la vida del autor ampliadas y encerradas en grandes marcos. Eran objetos melancólicos que hablaban de la muerte y de lo irrecuperable. Un año más tarde expuso en Filó "Objetos de amor y violencia", un conjunto de obras con vidrios, planchas de plomo y láminas de otros metales perforados a balazos. Todo colocado en marcos de "estilo", de fabricación barata. Cada pieza llevaba adherida al marco la ficha de identificación museográfica con título, fecha y técnica. En el lugar de la técnica se indicaba: "disparos de revólver Smith & Wesson 32 sobre blíndex". Con esa operación, Bony introducía en su obra la violencia vivida en el pasado. En 1996, en la Fundación Federico Jorge Klemm, exhibió la serie "Fusilamientos y suicidios", con paisajes naturales y cielos heridos de muerte, con cadáveres y autorretratos desafiantes perforados a balazos.
El extremismo ideológico en el arte surgió cuando se creía que los artistas y los intelectuales tenían un papel político importante que desempeñar. En estos días de condición posmoderna han desaparecido esas motivaciones. Quizá por ello, los suicidios de "El triunfo de la muerte" y su autor pueden caracterizarse con una expresión inspirada en Artaud: "El artista moderno, revolucionario y vanguardista, suicidado por la posmodernidad".