El arte tiene quien le escriba: un aluvión de publicaciones que trajo la pandemia
Libros que recorren vanguardias y abordan temas como el arte público, ensayos que indagan en la performance y la tecnología, o estudios sobre la historia de la fotografía; una baraja amplia de lanzamientos para renovar este anaquel de la biblioteca
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¿De qué hablan los libros que piensan el arte hoy? En lo que va de la pandemia y su escasa o nula actividad en museos, ferias y galerías, el arte ha tenido mucha presencia en las imprentas, con varias novedades editoriales. Ensayos que analizan las vanguardias o conceptos como el “aura” y lo “talente”, investigaciones profundas sobre temas como la obra precolombina o el arte público del siglo XXI, historiografías del bioarte, la performance y la tecnología, relatos corales sobre espacios clave como el Instituto Di Tella y varios capítulos sobre la fotografía. En un año que fue diferente en todo sentido, los libros tomaron un papel protagónico, con grandes nombres, como Andrea Giunta, Ticio Escobar, Gabriela Siracusano, Fernando García, Jimena Ferreiro y Abel Alexander, entre otros autores, aportando interesantes miradas a las bibliotecas.
La gran novedad de estos días es el libro El Di Tella. Historia íntima de un fenómeno cultural, que el mes pasado lanzó Paidós, una investigación a la que Fernando García dedicó cuatro años de trabajo como un “arqueólogo pop”. “Fueron unas 75 entrevistas y jornadas eternas en el archivo Di Tella de la universidad: dos veces por semana por casi un año y medio desenterrando correspondencia, memos, notas internas, recortes de prensa, haciendo que la voz del Instituto cobrase vida”, cuenta García, que en la tercera “temporada” del libro comparte algunos tesoros que encontró en las 126 cajas donde se guardan los papeles que quedaron de aquel fervor. “No tenía hoja de ruta para el texto, la estructura fue apareciendo muy de a poco y por momento creí que no iba a poder escribirlo pues el rompecabezas era demencial. Así es que empecé a escribir en un cierto estilo de non fiction donde la investigación está transparentada y, como en el caso del Berni –Los ojos, un libro donde cuenta la vida del artista rosarino–, utilizando los testimonios orales como una voz colectiva propia”. En la primera parte del libro, presenta los cimientos del fenómeno cultural, y se adentra en la segunda, en los pliegues secretos de historias más o menos conocidas y personajes más o menos olvidados. “Es importante conocer una historia que es absolutamente particular: el cuento de una familia inmigrante que define el perfil de la burguesía industrial argentina y luego vuelca sus recursos para financiar las aventuras de una vanguardia que, como todas, era anti-institucional”, señala García.
Desde la Universidad Di Tella llegó en octubre pasado lo que podría entenderse como un epílogo. Experiencias 2008-2018. Programa de Artistas es una publicación que recopila, documenta y reflexiona sobre la primera década de este proyecto educativo, en artículos que se preguntan por ideas, motivaciones y metodologías.
De vanguardias
“Si hubo un tiempo de vanguardia aquí, fue ese”, se lee en el nuevo libro de Martín Kohan, Vanguardia Permanente. Cuando el arte ataca (Paidós), a propósito de los 60. Su recorrido por la historia va mucho más allá del Di Tella y hace foco en la narrativa argentina para preguntarse qué significa la vanguardia en el arte y la literatura. “El asunto para mí era superar el postvanguardismo conservador que da a las vanguardias por neutralizadas o derrotadas, y así clausura la posibilidad de lo radicalmente nuevo –explica a LA NACION–; pero también el neovanguardismo laxo que pretende que se puede retomar a las vanguardias así sin más, como si no hubiesen sido ya neutralizadas o derrotadas. La idea fue pensar el asunto desde el problema que plantea la existencia misma, hace ya un siglo o más, de vanguardias históricas, de vanguardias clásicas o de una tradición de vanguardia: qué formas de lo radicalmente nuevo pueden darse, cuando lo nuevo está en el pasado (en la historia), cuando ya es clasicidad, cuando ya tiene su tradición. El recorrido del libro busca, no exactamente una respuesta, sino más bien el despliegue del problema”.
Quizá sea interesante poner al libro de Kohan en diálogo con Contra el Canon (Siglo Veintiuno), último título de la investigadora Andrea Giunta, que propone pensar en vanguardias simultáneas y situadas, con influencias recíprocas y desarrollos paralelos, derribando nociones de centro y periferia. Invita a contradecir el canon, o al menos poner en duda el relato de la historia del arte escrito de manera vertical, universalizando lo que ocurrió en unos pocos centros. “La historia no se produce en un lugar y luego se replica en otro”, escribe.
En materia de ensayos, acaba de lanzarse el último de un pensador clave de arte latinoamericano, Ticio Escobar. En Aura latente. Estética/Ética/Política/Técnica (Tinta Limón), hace una crítica de la estética occidental como fuente privilegiada de la teoría del arte, apoyándose en el concepto de aura. “Creo que el llamado arte contemporáneo es sobre todo un conjunto de posibilidades de ampliar desde la sensibilidad la experiencia del mundo –dice Escobar en diálogo con este diario–. El arte moviliza el aura de las cosas y los hechos buscando hacerlos excepcionales, capaces de conmover la mirada y perturbar el concepto, aun brevemente”. Es interesante, además, un capítulo sumado antes de la impresión, con el rol del arte en pandemia: “Aviva la mirada ética, resiste la instrumentación de sus imágenes y reinventa continuamente los alcances y los modos de temporalidad (...). El arte permite avistar salidas potenciales allí donde solo aparece un camino obturado por virus y desigualdades fatales”.
Capítulos de la historia
Otro lanzamiento reciente que traza un capítulo de la historia local es el de Abel Alexander, que se concentra en la fotografía antigua. Estos débiles papeles son más duros que los ladrillos –una frase suya que recogió el editor Francisco Medial para el título– integra la colección “Pretéritos imperfectos” de ArtexArte. En veinticinco artículos, repasa los nombres y los hitos fundamentales de las primeras fotografías tomadas en el país, con imágenes e investigaciones que resumen sus treinta años de trabajo como pionero de este campo. Alexander recorre la experiencia de los primeros estudios de fotografía en Buenos Aires, como Witcomb, Chandler, Chute & Brooks, Freitas y Lucien Cantón; la expansión de esta técnica en distintos pueblos de la provincia hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, y su relación con diferentes grupos sociales de la época, como la comunidad afroargentina, los gauchos y los inmigrantes italianos. Alexander era un joven fotógrafo cuando se interesó por la historia de su familia, y encontró que descendía en quinta generación del daguerrotipista alemán Adolfo Alexander. “Sabía de técnica, pero no de historia. El descubrimiento de mis antepasados me marcó”, dice el autor, que es coleccionista, conservador y periodista, y uno de los organizadores de los Congresos de Historia de la Fotografía, desde 1992. Actualmente preside Sociedad Iberoamericana de Historia de la Fotografía. De la misma colección, en 2020 se editaron Urgente / Emergente. Por un futuro de los archivos fotográficos, de Denise Labraga y María José Burgos, y El Fotoperiodismo en Argentina. De Siete Días Ilustrados (1965) a la agencia Sigla (1975), de Cora Gamarnik, otros dos aportes fundamentales a la historia de la fotografía argentina.
Respecto del arte latinoamericano y sus orígenes es esta joya: Materia Americana. El cuerpo de las imágenes hispanoamericanas (siglos XVI a mediados del XIX), de Gabriela Siracusano y Agustina Rodríguez Romero (Eduntref). Compila investigaciones de destacados historiadores del arte, químicos, físicos, conservadores y museólogos sobre la dimensión material del arte colonial americano. “Pensamos en reunir los resultados de las investigaciones más importantes en el mundo. La parte material de las obras había quedado soslayada en la historiografía. La idea es pensar con todos, en red”, señaló Siracusano hace unos días en la presentación virtual. Contó con el apoyo de la Getty Foundation y ya mereció dos premios: el Arvey Foundation Book Award y el Eleanor Tufts Award. Una edición de lujo, con 167 páginas profusamente ilustradas, bilingüe y documentada, que se consigue online.
Articulistas
Tres libros podrían emparentarse en el género “artículos independientes sobre artistas diversos”. El más reciente es El robo es visión, de Bob Nickas (Ripio, 2021), que agrupa textos de un crítico y curador neoyorkino clave en la escena desde los 80. Lo que es revelación (Iván Rosado, 2020) son escritos de Germaine Derbecq, figura en un campo artístico local entre 1950 y comienzos de los 70, como crítica, galerista y -hoy diríamos- curadora. Comandó la galería Lirolay, espacio central para las vanguardias de los 60 y escribió en el periódico francés Le quotidien y luego la publicación Artinf. Dedica textos a Norah Borges, Butler, Tomás Maldonado, Alberto Greco, Martín Blaszko y otros.
El tercero de este tipo es Anch´io sono pittore! (Malsalva), del gran poeta Arturo Carrera, que reúne ensayos, entrevistas, poemas y su propia historia de amor al arte. Cuenta que quizá la muerte prematura de su madre, una pintora naïve, y el encuentro con sus pinturas y utensilios despertó en él el deseo de ser pintor. Narra sus andanzas con César Aira en su Pringles natal como pintores abstractos, ilustradores mutuos de sus poemas. Y cómo esa fascinación por todo lo que oliera a trementina después se transformó en amistad con los pintores de los que escribe: Schvartz, Marcaccio, Stupía, Prior, Siquier, Aguirrezabala, Cambre, Kuitca.
Nuevas artes
Tres autoras se dedicaron a investigar los pliegues más recientes del arte. Mercedes Ezquiaga publicó el ensayo Será del arte el futuro. Cuando la creación expande sus fronteras (Panorámica, 2020), historias sobre el avance de la tecnología en el arte, como la del grupo Ouchhh, que junto con una astrofísica de la NASA manda mensajes al espacio, o la del coleccionista y empresario japonés Yusaku Maezawa, que planea llevar a un grupo de artistas a la Luna... en 2023. Incluye un capítulo escrito por una inteligencia artificial. El libro, claro, es digital. También sobre este tema el libro de Jazmín Adler, En busca del eslabón perdido: arte y tecnología en la Argentina (editorial Miño y Dávila, CCEBA y Eduntref, 2020). “En el libro hablo de los eslabones perdidos de la historia del arte en Argentina –cuenta la autora– para aludir a aquellas obras, eventos, relatos curatoriales, espacios de exhibición y plataformas de investigación dedicados a la confluencia del arte y las tecnologías, de los cuales existía aún escasa documentación disponible. La idea de recuperar los eslabones perdidos apunta a visibilizar esas tramas de las narrativas de la historia del arte que desde siempre han ocupado un lugar poco protagónico en los relatos hegemónicos”.
La investigadora Lucía Stubrin explora otra arista poco frecuentada en Bioarte. Poéticas de lo viviente (Eudeba/UNL): desde la epistemología, la estética, la historia de la biología y la filosofía aborda tanto las condiciones de producción de este género como las consecuencias de su práctica: de la oveja clon Dolly al conejo Alba fluorecente de Eduardo Kac, las fotografías de microorganismos de Luciana Paoletti y las esferas de Joaquín Fargas. En Activismos tecnopolíticos. Constelaciones de performance, Marcela Fuertes, investigadora de la performance, analiza casos de acción política colectiva, desde la crisis del 2001 al Ni una menos, entre pañuelazos, sentadas virtuales, campañas de hashtags y manifestaciones.
Ensayos
Museos, galerías y universidades publicaron varios ensayos. El paisaje expandido: ensayos sobre el arte público de Buenos Aires en el siglo XXI, de Ayelén Vázquez (Ediciones ArtexArte), se pregunta cómo el arte público en la ciudad propuso nuevas formas de relacionar arte y política, y de vincularse con la ciudadanía. La Fundación Foro del Sur (Untref/Bienalsur) publicó tres títulos que abordan ejes conceptuales del arte como el cuerpo, la raza y el territorio, lejos de las clasificaciones convencionales, narrados a través de performances, videos, instalaciones y acciones de reconocidos artistas argentinos: Fuera de lugar. El territorio del arte como espacio de excepción, de Benedetta Casini; La vida activa. Un ensayo sobre cuerpo y pensamiento en el arte argentino, de Florencia Qualina, y Poner blanco sobre negro. Exclusiones raciales del centro en expansión, de Leandro Martínez Depietri. Abordan obras de Oscar Masotta, Víctor Grippo, Horacio Zabala, Diego Bianchi, Alberto Heredia, Luciana Lamothe, Marta Minujín y Cristina Piffer, entre otros.
Curaduría
La curaduría también tiene quien le escriba. Primero, Marcelo Pacheco publicó Práctica curatorial, un campo de escritura (Prometeo), que con un recorrido histórico y bien ejemplificado aboga por una práctica reflexiva, comprometida, que asuma riesgos y su dimensión política.
La lectura debería continuar con Modelos y prácticas curatoriales en los 90, de Jimena Ferreiro (Libraria), donde analiza la figura del curador, especialmente en las trayectorias de Jorge Gumier Maier en el Centro Cultural Ricardo Rojas y de Marcelo Pacheco en el Museo Nacional de Bellas Artes, en la Fundación Espigas, en Fundación Antorchas y en el Malba. En el libro se pueden leer las siete entrevistas donde desentraña la figura que le cabe a esta investigadora, la de curador –actualmente es Coordinadora de Planificación Museológica en la Dirección Nacional de Museos de Ministerio de Cultura de Nación–, y su evolución en el tiempo.
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