El arte competirá con la pelota en Qatar
Decenas de obras monumentales se exhibirán en el espacio público del Estado árabe durante el Mundial de fútbol
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La pelota no será la única que llamará la atención de la hinchada en Qatar, en noviembre y diciembre próximos, cuando llegue el tan esperado Mundial de fútbol. Competirán también por el interés de un millón y medio de visitantes decenas de obras de arte monumentales exhibidas en el espacio público, que convertirán a este Estado árabe en un museo a cielo abierto.
Allí estarán por ejemplo Maman, una araña de Louis Bourgeois como la que sorprendió en 2011 en la explanada de Fundación Proa; los fetos gigantes creados por Damien Hirst para un hospital de Doha que desataron una polémica en Medio Oriente, y un mamífero marino que habita la península local, recreado por Jeff Koons en el característico acero inoxidable pulido de sus esculturas. Un efecto espejado similar se multiplica en el Jardín de narcisos de Yayoi Kusama, presentado en la Bienal de Venecia de 1966, que se contará entre las instalaciones de la artista japonesa exhibidas en los jardines del Museo de Arte Islámico, que también aloja una escultura del estadounidense Richard Serra.
Frente al estadio Ras Abu Aboud se ubicará Montañas de Doha, pieza realizada con los colores de los anillos olímpicos por el suizo Ugo Rondinone, autor del famoso tótem instalado en el Collins Park de Miami Beach. También habrá otras producidas por artistas de varios países en el aeropuerto, los parques, las escuelas y hasta en el desierto. Este será el caso de una instalación de sitio específico producida por el danés Olafur Eliasson, que buscará desafiar la manera de percibir el mundo, y de otras dos encargadas al brasileño Ernesto Neto.
Se procurará demostrar así que el arte puede hacer sinergia con el deporte, ya que ambos se expresan en un lenguaje universal. Algo que resultará evidente en La promesa (2022), escultura creada para el futuro Museo de los Niños por el estadounidense Kaws; representa a Companion –popular personaje parecido a Mickey, cuya versión en realidad aumentada pudo verse este verano flotando en La Boca– en el tierno gesto de ofrecer un globo.
“Empujar los límites”
“El arte público es una de nuestras más destacadas manifestaciones de intercambio cultural, ya que presentamos obras de artistas de todas nacionalidades y antecedentes”, señaló la jequesa Al Mayassa bint Hamad bin Khalifa Al Thani, presidenta de Qatar Museums (QM) –red que concentra la oferta de las instituciones culturales y los sitios patrimoniales en el sitio qm.org.qa–, al anunciar que se sumaron para este encuentro global cuarenta piezas a unas setenta ya exhibidas. “Varían en tamaño y forma –agregó–, y abarcan una amplia gama de temas, pero todas llevan más lejos nuestra misión de hacer el arte más accesible, involucrar al público, celebrar nuestra herencia y abrazar las culturas de otros”.
Las autoridades locales buscan así “empujar los límites del modelo de museo tradicional, y crear experiencias culturales que salgan a la calle para involucrar a audiencias más amplias”, así como encontrar “una voz propia en los debates culturales globales de hoy”. Según Abdulrahman Ahmed Al-Ishaq, director de Arte Público de QM, la iniciativa sirve “para generar conversaciones y proporcionar fuentes de inspiración para todos; para recordar que el arte no se limita a los museos y galerías, y que se puede disfrutar en camino al trabajo, a la escuela, el desierto o la playa”.
Esta tendencia tiene su eco en Buenos Aires –donde el espacio público incluye obras de artistas como Julio Le Parc, Marta Minujín y Pablo Reinoso, entre muchos otros– y se profundizó durante el encierro impuesto por la pandemia, que llevó incluso a impulsar propuestas al aire libre con realidad aumentada.
El gesto de apertura tiene especial repercusión cuando las ciudades se convierten en concurridas citas globales, como ocurrió el año pasado con Tokio, cuando la capital japonesa se convirtió en sede de los Juegos Olímpicos. Le Parc, artista mendocino radicado en París, fue entonces uno de los grandes protagonistas: intervino con una colorida obra de su serie La larga marcha la fachada de sede de la Maison Hermès –edificio diseñado por Renzo Piano y ubicado en Ginza, uno de los distritos comerciales más importantes de la ciudad–, como parte de su muestra titulada Colores en juego.
Otros artistas se involucraron de diversas formas en eventos deportivos de alcance internacional. El chino Cai Guo-Qiang, que convocó a una multitud en La Boca con sus fuegos artificiales en enero de 2015, llegó a Buenos Aires precedido por la fama que le aportó un proyecto similar realizado para la apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008. El estadio construido para ese mismo encuentro –conocido como el “Nido de Pájaro”– fue diseñado por su colega Ai Weiwei junto con los arquitectos suizos Herzog & De Meuron. Un golazo.