El arte argentino hace pie en Uruguay con un proyecto innovador en un edificio histórico recuperado
Se expone “Temporal atemporal” en el nuevo Creative Cluster Development (CCD), iniciativa de un coleccionista argentino que busca integrar el arte a todos los ámbitos de la vida
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Este verano una selección de creadores locales exponen en Temporal Atemporal, la primera muestra de arte argentino del Creative Cluster Development (CCD), en un edificio histórico de Punta del Este. Este amplio espacio de dos pisos, ubicado en Juan Diaz de Solís 630, fue durante 80 años -entre 1933 y 2012- un reconocido club social para los locales, que más tarde quedó abandonado. Hoy, de la mano del coleccionista y empresario argentino Guillermo Rozenblum, volvió a funcionar para convertirse en epicentro de la cultura local y global durante todo el año. En rigor, la inauguración del CCD fue a principios de 2021, pero tras un trabajo de refacción, esta es la primera temporada -pandemia mediante- que funciona a pleno.
“Elegimos 25 artistas porque es un número que representaba un desafío. Dentro de esa selección, priorizamos el criterio de que haya diversidad geográfica, que no sean todos de una misma ciudad. Intentamos que sea lo más federal posible. Es necesario ampliar el panorama del arte en el país, y hay muchos artistas a lo largo del territorio que merecen ser vistos”, afirma Yuyo Gardiol, curadora de la muestra y gestora cultural del espacio Crudo Arte Contemporáneo en Rosario.
Esta idea se puede observar en las distintas obras expuestas en la muestra, cuyas visiones están vinculadas al paisaje donde habitan, a la tierra en la que viven: como el caso de la serie Triángulo negro, de Virginia Chui, creadas con dibujos hechos a partir de cenizas generadas por los grandes incendios que sucedieron en la isla del Delta de Rosario, frente a su casa, el verano pasado en San Nicolás. O la obra Fantasidos, de Facundo Díaz, artista mendocino, influenciada por su tierra de volcanes y montañas.
El conjunto abarca desde arte pictórico y esculturas hasta instalaciones y videos. “Todas las disciplinas, porque es algo propio del arte contemporáneo, diría su mayor característica, romper la frontera de la disciplina como un borde que se corre todo el tiempo.”
La noción colaborativa del CCD parte de la gestación de ideas a la materialización de los proyectos, con el foco puesto en darle voz y accesibilidad a todos los agentes del mundo del arte. Desde artistas hasta coleccionistas y creativos. “Está abierto a todas las personas que aporten valor y tengan los valores correctos. Y tiene como objetivo principal la difusión de arte contemporáneo local, regional e internacional”, afirma Rozenblum, que pensó este formato a partir de su experiencia en el mundo del arte -Fundación Rozenblum (1985), el BSM Art Building (2007) en Buenos Aires y Crudo arte contemporáneo (2020) en Rosario-, donde hay estudios de artistas, sectores de exhibición y residencias.
Con esta apuesta, que planea replicar a nivel global, trabaja una idea central que considera al arte como una disciplina que atraviesa todos los ámbitos de la vida, generando mayor visibilidad a la vez que intenta una mayor llegada del arte al público. Así fue como dentro del CCD se generó la primera feria GANGA, donde se vendían obras curadas con precios entre 100 a 3000 dólares. “En el CCD integro todo tipo de arte, porque así es mi vida: una curaduría que va desde el diseño hasta la gastronomía y la moda. En Punta del Este no había un centro cultural, así que este proyecto busca suplir esa falta”, afirma Rozenblum.
La arquitectura del espacio también guarda relación íntima con la propuesta multidisciplinar y contemporánea. El CCD (al igual que el resto de los espacios creados por Rozenblum) se aleja del clásico museo estático, su recorrido es dinámico, con obras que se conjugan en espacios interiores y exteriores. “El arte contemporáneo no necesita del cubo blanco, así como sus obras se alejan de un límite, los espacios también deberían hacerlo. Fue un desafío interesante hacer la curaduría de esta muestra y componerla en un edificio que carga tanta información y textura”, considera Yuyo Gardiol.
La disposición sorprende a medida que se avanza en el recorrido: hay obras que se pierden en los materiales, como la obra Fuego para vendernos más humo, de Luciana Rondolini -trabajada con enduido, se encuentra en una pared que también tiene textura y pareciera fundirse en la obra- o la instalación de Marcos Calvari Derecho a la Pereza, -siete hamacas paraguayas de tul que se mueven a raíz del viento que entra por una puerta ubicada justo al lado de ellas-. “Esta obra habla de algo que pareciera ser tan natural como descansar, no es tan fácil. Y el viento juega su propio rol, haciéndolas ver muy frágiles, como el derecho a la pereza”, señala la curadora.
Por otra parte, el espacio fomenta el emprendedurismo de las industrias creativas, teniendo como uno de sus objetivos el apoyo a ONGs destinadas a la reinserción social a través de las artes y contará con un programa de charlas y conferencias educativas.
Para agendar
De lunes a viernes de 14 a 20, con entrada gratuita. La muestra Temporal Atemporal se puede visitar durante toda la temporada. A fines de enero se realizará la inauguración del segundo piso del edificio con un gran living de diseño funcional donde expondrán objetos de interiorismo, esculturas, fotografías y diseño local de Uruguay.
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