El arte argentino gana presencia en la feria Pinta PArC, que celebra diez años con foco en la Amazonía
Una galería de Salta fue premiada en una de las ferias de arte latinoamericano más importantes de la región, que cuenta con una fuerte representación nacional
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LIMA-. El caos político y social que desde principios de año sacude a Perú puso en jaque a la consagrada Pinta PArC, la feria internacional de arte contemporáneo latinoamericano que hace 10 años congrega a artistas, galeristas y compradores en Miraflores, Lima. A principios de año, cuando las manifestaciones sociales presentaron su nivel máximo de agitación, los coordinadores decidieron tener cautela y ralentizar la organización del encuentro, considerado uno de las más importantes de su tipo en la región, que incluye la participación de artistas y galeristas argentinos. Pero apenas notaron que la situación general se atenuaba, decidieron dejar afuera la duda y mover las fichas necesarias para llegar a esta fecha en la mejor de las condiciones.
La feria no solo no se canceló, sino que apostó por más: en su décimo aniversario, afirma la argentina Irene Gelfman, su curadora general, Pinta PArC se agrandó, ocupando más espacio del habitual dentro del predio de Casa Prado, una casona de estilo neocolonial convertida en centro de convenciones y ubicada a pocas cuadras del mar. Sumado a ello, la edición 2023, que recién empieza, contó con una lista de espera más extensa que la de cualquier otro año.
“Con las manifestaciones, hubo algunos galeristas que se asustaron y un par que prefirieron no venir. Pero la verdad que muchos galeristas interesados en participar quedaron afuera de esta edición porque no había espacio para todos. Eso nos ayudó a mejorar la calidad, a seleccionar las obras que sentimos que al peruano le interesa tener”, afirma Diego Costa Peuser, director global de Pinta Group.
El foco central de esta décima edición es claro. Basta solo con ingresar al hall central y ver colgada la imponente instalación Amazograma N°5, del fotógrafo peruano Roberto Huarcaya, para darse una idea. Luego, al pasar a la primera sala y encontrarse con la exhibición Amazonía, compuesta por obras de reconocidos artistas de pueblos originarios, ya no caben dudas. “Este año el foco es la relación entre el humano y la naturaleza. Esto se ve más que nada en las secciones curadas”, confirma Gelfman.
“El ser humano perdió su naturaleza. La sociedad amazónica, por vivir en la naturaleza, en cierto modo mantuvo esa filosofía relacionada con la tierra, el agua y la medicina natural, que gran parte de la sociedad perdió. Entonces, nuestra misión acá, a través de nuestro arte, es recordarle a las personas la importancia de volver a valorizar a la naturaleza, no solo por cuestiones de salud, sino también por el cambio climático”, comenta a LA NACION el artista amazónico peruano Brus Rubio Churay, autor de dos obras expuestas en la sala curada por Eredna Landolt.
“Yo veo a la feria cada vez más integrada, más madura, con muy buen contenido. El coleccionista y el público visitante peruano lo reconocen, se sienten cómodos acá. Eso lo vemos en el resultado, en el hecho de que la gente compra, porque eso es lo importante en una feria. El promedio de venta es muy alto: se vende entre el 80% y el 90% de las obras que se ofrecen. A la gente le gusta comprar arte, no solo a coleccionistas”, afirma Costa Peuser, quien también es editor en jefe de la revista internacional Arte al Día.
Este año, la feria cuenta con obras de 210 artistas y 45 galerías de 14 países de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. Entre ellos, la Argentina es el segundo país con la mayor cantidad de galerías (en total, 9), solo superado por Perú. Y una de estas ganó ayer el premio Next a la mejor galería de la sección, que incluye la bonificación total del stand. Este reconocimiento es todavía más importante si se tiene en cuenta el sacrificio que implica para las galerías argentinas ocupar un stand en ferias en el extranjero.
“Es realmente desafiante venir desde Salta. No solo el hecho de venir a un lugar donde la moneda no está depreciada y poner un stand, sino también el hecho de sacar las obras del país. Había hecho toda la documentación y, de todas formas, tuve problemas. Pero, aun así, creemos que la galería tiene muy buena repercusión porque tenemos una propuesta distinta, representando a artistas de una provincia específica”, contó a LA NACION el joven salteño Gonzalo Elías, pocas horas antes de que Remota, su flamante galería, fuera premiada.
En la misma línea, el también argentino Gabriel Cott, director de la galería Cott, ubicada en la sección principal de la feria, sumó: “Para una galería argentina estar acá es gratificante y difícil a la vez. Pero, de alguna manera, también es parte de nuestro trabajo como gestores de arte. Vale la pena, a pesar del gran desafío que es. Nos parece interesante llevar arte argentino por el mundo”, dice el galerista, quien trajo a la feria únicamente obras de la artista argentina María Silvia Corcuera.
La presencia argentina no solo se ve en las galerías llegadas desde nuestro país, también en las extranjeras que eligen representar artistas argentinos, como es el caso de la reconocida galería española Espacio Mínimo, dirigida por Oscar López Fernández, que trajo a la feria obras de Liliana Porter. Una artista a la que representa hace 28 años y cuyas obras, dice, convocan al público latino.
Sin embargo, y pese a que por la feria pasaron hoy coleccionistas de casi todos los países de la región, de Estados Unidos, y algunos pocos de Europa, entre ellos la presencia argentina es mínima. Un conocedor del rubro que prefiere no dar a conocer su identidad dice que esto tiene una explicación simple: “Los coleccionistas argentinos compran mayormente arte argentino por las trabas que hay para ingresar arte al país. Detrás de ello hay cuestiones políticas y burocráticas. Eso hace que haya poco coleccionista argentino en este tipo de ferias”.
Son variadas pero, a la vez, compartidas las razones que atraen a coleccionistas y galeristas de diferentes partes del mundo a esta feria, la cual algunos consideran única. “El tamaño importa. El hecho de que sea pequeña, que se recorra bien, me gusta mucho. Y, además, Lima es un buen polo artístico. No sabría cómo explicarlo, se respira un ambiente muy agradable aquí. Ya hemos estado tres veces”, asegura el español López Fernández. “Hay ferias a las que uno va con una idea clara de comprar, porque ya sabe qué galerías va a haber, los artistas que van a exhibir. Acá uno viene a sorprenderse, a explorar, a conocer artistas nuevos. Hay arte accesible, además”, suma Diego Radivoy, coleccionista y gestor cultural.
Ayer, primer día de la feria, la Casa Prado solo abrió para un reducido grupo de invitados. Recién hoy por la tarde empezará a recibir al público general, que se espera sea multitudinario. “El coleccionismo peruano creció exponencialmente en los últimos 10 años. Pero no todos los que vienen y compran son coleccionistas, hay de todo. Creo que la feria está creciendo en gente que le gusta estar cerca del arte”, suma Costa Peuser.
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