La "gustosa perversión" de Marcelo Luján, el argentino que ganó hoy en España el premio Ribera del Duero
"Una experiencia de lectura no exenta de una gustosa perversión". Con esas inquietantes palabras define el escritor Fernando Aramburu los cuentos de Marcelo Luján, el autor argentino que ganó el Premio Internacional Ribera del Duero. El jurado, presidido por Aramburu, eligió por unanimidad el libro La claridad, que llega esta semana a las librerías españolas publicado por Páginas de Espuma y saldrá dentro de unos meses en la Argentina y en México. Radicado en España desde 2001, Luján recibió el galardón esta mañana en un acto en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. La entrega estaba programada para el 24 de marzo pero debió aplazarse a causa de la pandemia.
Organizado por Páginas de Espuma y el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, este prestigioso premio distingue la narrativa breve e inédita escrita en castellano. Dotado con 50 mil euros, es el concurso literario bienal de cuento en lengua española más importante. En 2015, la ganadora fue Samanta Schweblin por su libro Siete casas vacías; en 2013, lo había ganado la mexicana Guadalupe Nettel con El matrimonio de los peces rojos.
El jurado de la sexta edición, que estuvo integrado por Aramburu, Óscar Esquivias y Clara Obligado, seleccionó por unanimidad la obra de Luján entre más de mil libros. El fallo resaltó la minuciosidad en la narrativa y la mirada perturbadora del escritor "proyectadas en un libro muy persuasivo, que pone de manifiesto un cuestionamiento del idioma y una poética del desarraigo". Asegura también que "los seis cuentos que constituyen La claridad anuncian todo lo que deseamos y no alcanzamos, los miedos y los arrebatos, el amor y la traición y los pequeñísimos instantes de dicha".
Nacido en el barrio porteño de Mataderos en 1973 y radicado en Madrid desde marzo de 2001, Luján ganó en 2016 el premio Dashiell Hammett de Novela Negra con Subsuelo , editada en España por Salto de Página y en la Argentina por el sello Revolver. Por esa historia oscura, que será adaptada para el cine, Luján recibió también el premio Tenerife Negro y el Novelpol. Es autor, además, de los libros de cuentos Flores para Irene (Premio Santa Cruz de Tenerife 2003), En algún cielo (Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa 2006) y El desvío (Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián 2007). Y de las novelas La mala espera (Premio Ciudad de Getafe de Novela Negra 2009) y Moravia, entre otros títulos. Da clases en la Escuela de Escritores de Madrid.
Los seis cuentos que integran La claridad (en el original que Luján envió al certamen estaban los cinco primeros; el sexto "Más oscuro que tu luz" fue incluido por los editores) tienen un registro en común: un trabajo de experimentación con el lenguaje que los une y los vuelve un conjunto, aunque cada uno es una pieza cerrada. Los relatos tienen personajes femeninos muy contundentes que son el motor de cada historia y una oscuridad que contrasta con el título en un juego de claroscuros que atrae e inquieta. La violencia, la soledad, la culpa, el desborde, la falta de comunicación, los vínculos familiares y de pareja y el azar aparecen en las tramas como tópicos transversales. En un ejercicio deliberado (y logrado) hay personajes que vuelven a asomarse en otros escenarios como si saltaran de un cuento a otro para cerrar (o reabrir) el círculo. Incluso, los que hayan leído Subsuelo descubrirán que un accidente en la ruta que marca el destino de un camionero en uno de los cuentos es el mismo que dispara la novela. "El que no la leyó no pierde nada. Y el que sí va a encontrar un plus", dice Luján a LA NACION desde su casa en Madrid.
Admirador del "eje latinoamericano", como denomina a Juan Rulfo, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y a Juan Carlos Onetti, Luján destaca también los cuentos de Haroldo Conti, Rodolfo Walsh, Horacio Quiroga, Ricardo Piglia, Juan Martini y, por supuesto, Borges. "Como rioplatense, fui educado en el género del cuento. No es extraño que de los cinco finalistas del premio, tres sean de América latina. Tenemos una pasión por el cuento que los europeos no comparten ni entienden".
Escribir La claridad le llevó unos tres años. "Yo quería escribir un libro de cuentos diferente, desde cero. Es decir, planificarlos, sentarme y escribirlos desde mi presente como autor. Y eso es una tarea técnica complicada porque el cuento tiene un mecanismo de relojería perfecto que cualquier mínima desviación puede arruinarlo. La novela, en cambio, funciona por acumulación: la cuestión es ir remando hacia un destino que está claro desde el principio. En un libro de cuentos, terminás de escribir uno y te quedás sin nada", asegura.
Luján puso en práctica un ejercicio de estilo que también fue un reto. Y buscaba que el lector lo advirtiera. "No me gusta poner el género delante de la literatura porque eso es hacer trampa. Hay que contar historias. Así que respetando la autonomía de cada microuniverso, pretendía que se notara el trazo de un mismo momento de mi vida. Quería que el lector, al terminar de leer, sintiera algo parecido a lo que siente cuando termina una novela: que leyó un libro. Por eso hay cierta yuxtaposición y lo fantástico recorre las historias. También, la oscuridad: el mal, no desde la investigación policial sino desde los actos de los personajes. Me pareció que el mejor modo de mostrar la oscuridad era rodearla de claridad".
Ya en Subsuelo Luján había utilizado el recurso del futuro narrativo que aparece en tres cuentos de La claridad. "Es un tiempo narrativo muy poco trabajado que a mí me encanta. Hay un narrador omnisciente, que es el único que puede anticipar lo que va a ocurrir. Ese feedback con el lector desde una voz que todo lo sabe me pareció muy interesante para cerrar tres cuentos. Le da un espíritu diferente al texto y me parece que el lector lo disfruta", arriesga. Que en los relatos aparezcan frases y modismos de España tiene que ver, según Luján, con sus veinte años de residencia en Madrid. "Los que me conocen de mi primer libro advierten mi metamorfosis", dice. De hecho en su lengua oral resuena una tonada diferente a la rioplatense. "Yo ahora no podría escribir una novela en porteño porque tendría problemas de registro y de verosimilitud".
El epígrafe de cada cuento es una frase de un tema de pop / rock (de Los Ratones Paranoicos a Lou Reed pasando por The Ramones, Credence y The Bee Gees) y una cita de la Biblia: dos fuentes muy amplias y diferentes. "Son elementos paratextuales que le dan una nota de color y generan unidad al libro. La Biblia me parece un texto negro alucinante: tiene unas escenas de un nivel de oscuridad pocas veces visto. Me gustó recoger algunos pasajes que me parecen potentes: ‘Ilumina mis ojos así no caeré en el sueño de la muerte’, por ejemplo. Reunir eso con el rock y el pop me pareció una mezcla explosiva. Es un detalle de unidad que trabajé mucho y tuvo finalmente un buen resultado".
El fallo por unanimidad demuestra que el trabajo consciente de Luján con el lenguaje, el tono y los recursos atrapó al jurado. "Es un piropo emocionante. Me gusta la frase de Aramburu que dice lo de la ‘gustosa perversión’. Hay mucha violencia y belleza en estos cuentos. El prisma de la perversión depende mucho de la recepción. El género negro atrae tanto porque es lo que pasa ahí afuera y porque nos reconocemos en el mal, que no tiene que ver necesariamente con la muerte, sino con por qué hacemos daño. Me gusta también cómo termina Aramburu la frase, con la idea de ‘menos mal que es ficción’. Estoy muy contento. Le agregué una estrellita a la Argentina: ahora estamos dos a dos con México".
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