El argentino Gabriel Chaile vende ollas populares intervenidas en Art Basel, la mayor feria de arte del mundo
A pocas horas de la inauguración de Art Basel, la feria de arte más prestigiosa del mundo, el argentino Gabriel Chaile ya vendió todas las obras que llevó la galería Barro. Colecciones importantes de Bélgica, Nueva York, Singapur e Irlanda sumaron a su acervo piezas de Aguas Calientes: ollas populares de aluminio de comedores de emergencia del país, donde Chaile realizó un trabajo profundo y sensible.
Chaile es un artista tucumano, radicado en Buenos Aires en 2009, cuando ganó una beca para seguir su formación en Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella después de licenciarse en artes en su provincia. Desde entonces, su carrera ha tenido varios hitos, como una muestra en el Museo de Arte Moderno y una escultura en Art Basel Cities.
A la 50° edición de la feria suiza, que abre al público mañana, llega con ollas populares y un convite de mate cocido. Su obra comenzó cuando compró baterías de cocina nuevas y las cambió en comedores populares por las ollas de aluminio abolladas y bruñidas por el uso, quemadas en su base por el fuego de años y años de alimentar a quienes no tienen qué comer. Las volvió símbolo al grabarles rostros indígenas. Les escribió un epígrafe con buril: nombre del comedor, años en los que estuvo en uso, y algo de su historia de lucha. "Con ésta conseguimos un plan de viviendas, con ésta cortamos la ruta, con ésta pava gigante hacíamos desayunos, ésta ya no nos alcanza para la gente que viene ahora al comedor; historias fuertes y hermosas, porque cada olla muestra el despertar el lado humano; en la crisis, pensar en el otro", dice Chaile.
En la sección Statements, de proyectos individuales, la puesta de Chaile se destaca por auténtica, sencilla y real. "Lo nuestro es muy austero y simple, ahí está su poder", dice Federico Curutchet, director artístico de la galería. Ya vendió los cuatro conjuntos que llevó, integrados por tres ollas dispuestas sobre un estante de madera que diseñó el artista, fijado a la pared con ménsulas rústicas. El belga Alain Servais, el irlandés Shane Ryan y Estrellita Brodsky pagaron 15.000 euros cada uno (el diez por ciento de lo pagado será destinados a los comedores). Brodsky es filántropa, coleccionista, asesora del Consejo Internacional del MoMA y creadora del puesto de Curadora de Arte Latinoamericano en ese museo, que ahora ocupa la argentina Inés Katzenstein.
Una ingeniería de la necesidad
En el stand de Barro también hay fotos de los comedores que Chaile frecuentó, en los barrios de La Boca y San Telmo (Asociación Civil Nuestro Hogar, Agrupación política y cultural Los Pibes y La asamblea Popular Plaza Dorrego) y una instalación, que integran de una mesa vasos de metal y una pava comunitaria, donde se calienta agua con un ladrillo conectado a una resistencia, enchufada a 220 (fue un trámite complicado que autorizaran el artefacto, y por eso tienen ahí nomás un matafuego). Se trata de una ingeniería de la necesidad, un concepto que acuña Chaile: "Es la creatividad en situaciones límites. El ladrillo se usa en cárceles o en extrema pobreza. Es peligroso, pero funciona". Hoy la pava de 30 litros se encendió con su primera performance en la feria, en la que Chaile compartió mate cosido, para conversar sobre el proceso de su obra.
Las imágenes de las ollas remiten a los rostros de las vasijas de las culturas indígenas del noroeste argentino (Tafi, Condorhuasi, Alamito, Santa María, Candelaria y Cienaga), que son las mismas que tienen nueve de sus grandes esculturas de barro que ahora están en exposición en la galería, valga la redundancia, Barro. Se inscriben en la otra gran vertiente de su obra que es la genealogía de la forma: "Si pienso en una forma contemporánea, busco a su tatarabuela. Por eso vuelvo a las formas indígenas. Estas están ligadas a la fantasía –un horno que no funciona, una flauta inútil– y se reunen en comunidad".
"La idea es poner en evidencia la historia de las víctimas de la colonización. Él mismo tiene rasgos indígenas y ha crecido en la pobreza, de la que es un gran observador. Es sensible este tema, y es polémico traer esto a una feria y lucrar, razón por la cual el artista y la galería donarán parte de las ganancias a los tres comedores con los que él trabajó", dice Curutchet. "Tenía acercamiento con agrupaciones, y me invitaban a ollas populares. Entonces, estando en una en la 9 de Julio, se me ocurrió asociar la olla de aluminio con las vasijas rituales indígenas del NOA. El rostro de esa gente y el mío tenían rasgos de esa cultura que ha perdido identidad", cuenta el artista.
"Sin ser una obra proselitista ni panfletaria, tiene más que ver con una crítica social que con una ideología política; un diagnóstico de época", dice Curutchet. "Soy nostálgico. Si me acerco a estos lugares es porque yo los consumí. Pero no me interesa alardear ni hacer ‘porno-miseria´. En la necesidad hay mucho pensamiento y decisiones muy claras, una riqueza popular que no se conoce. No es antropología, sino un acercamiento a formas que existen, pero al cambiar de escala y meterse en el circuito del arte tienen otra reivindicación", dice Chaile.
El artista se documentó sobre el tema y por eso se lo ve en la feria leyendo un diario de 1964 que lleva por título "La olla popular. El símbolo del hambre renace en Don Torcuato". En Suiza, hoy, también.
Perfil de Gabriel Chaile (Tucumán, 1985)
•Trabaja con grandes esculturas de barro y de ladrillos, que suele activar en performances comunitarias, inspirado en la sacralidad, las raíces indígenas y la pobreza de su origen.
•En 2018 fue uno de los artistas seleccionados para presentar esculturas en el espacio público durante el programa Art Basel Cities Buenos Aires .
•En 2017 tuvo una exposición individual en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.
•La muestra "Genealogías de la forma" se puede visitar en Barro, Caboto 531, La Boca.
Otra argentina best seller en Art Basel
En la misma sección, Statements, de Art Basel, Ad Minolti vendió diferentes piezas a 18.000 euros cada una. La galería parisina Crèvecoeur presenta el nuevo cuerpo de obra de Minoliti , centrado en la yuxtaposición hombre/máquina, analógico/digital, femenino/masculino, interesada tanto en el feminismo como en la tecnociencia. Se presenta como un teclado gigante, compuesto por ocho pinturas que representan cada una un símbolo.
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