El acceso a internet, clave para la escuela que viene
La emergencia puso en evidencia la urgencia de universalizar el acceso al mundo digital, una deuda social que aún no ha sido resuelta en nuestro país y que requiere inversión y decisión política sostenidas en el tiempo
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La pandemia mostró, por un lado, que la mayor parte de los docentes de todos los niveles no estaban capacitados para integrar efectivamente las tecnologías digitales en la enseñanza. Pero, al mismo tiempo, puso en evidencia una enorme resiliencia y creatividad en los educadores y educadoras que, en tiempo récord, buscaron con mucho compromiso seguir enseñando y sosteniendo el contacto con sus alumnos a distancia.
Desde el primer momento, los docentes comprendieron que la posibilidad de garantizar el aprendizaje remoto requería, antes que nada, sostener el vínculo con esos estudiantes a los que sólo habían conocido durante dos semanas en marzo. Y para ello recurrieron, y siguen recurriendo, a todas las vías a su alcance: correos electrónicos, llamadas telefónicas y mensajes de WhatsApp, videos con mensajes y palabras de aliento, lo que vaya resultando para seguir presentes.
Movidos por la necesidad y por la urgencia, docentes de todos los niveles salieron a capear el temporal y reinventarse para buscar modos de seguir enseñando a distancia. En una suerte de capacitación acelerada e inédita, tuvieron que explorar tecnologías que ya estaban disponibles, algunas desde hacía rato, pero que no habían tenido la necesidad de usar.
Naturalmente, el uso de tecnologías no garantiza la buena enseñanza. Pero aquí la buena noticia es que volver a ponerse en “modo aprendiz”, traccionados por la necesidad de aprovechar las herramientas digitales para seguir enseñando, está implicando para muchos educadores revisar algunas lógicas de trabajo previas, a la luz de recuperar el sentido y la motivación que requiere, de manera redoblada, el trabajo a distancia. [...]
Garantizar la conectividad y el acceso a dispositivos digitales apropiados para el trabajo a distancia (especialmente, computadoras) a todas las familias y docentes y escuelas es un punto de partida innegociable.
Creo que recuperar, sistematizar y compartir esas experiencias y ejemplos de integración potente de las tecnologías digitales a la enseñanza de diversos contenidos va a resultar clave para poder expandir esta creatividad “de emergencia” hacia prácticas más instaladas y sostenidas en el tiempo. Y también lo será fortalecer las políticas de formación docente con foco en el diseño de secuencias y actividades que aprovechen el potencial del mundo digital y ayuden a generar estrategias para la enseñanza a distancia.
Sin embargo, hay una condición previa, indispensable, para capitalizar este “envión tecnológico” en pos de continuar repensando las formas de enseñar y aprender. Garantizar la conectividad y el acceso a dispositivos digitales apropiados para el trabajo a distancia (especialmente, computadoras) a todas las familias y docentes y escuelas es un punto de partida innegociable.
La emergencia puso en evidencia la urgencia de universalizar el acceso al mundo digital, una deuda social que aún no ha sido resuelta en nuestro país y que requiere inversión y decisión política sostenidas en el tiempo. Hoy ya se habla del acceso a internet como un nuevo derecho humano que es preciso defender. Continuar y redoblar los esfuerzos en las políticas de conectividad, equipamiento, distribución y capacitación que garanticen el acceso de docentes, estudiantes y escuelas a los contenidos y plataformas digitales se plantea como una de las mayores urgencias a en el futuro inmediato.
Todo parece indicar que el regreso a la escuela implicará, al menos por un tiempo, una modalidad de enseñanza mixta, híbrida, que combine el trabajo a distancia con las instancias cara a cara. La vuelta a clases requerirá que podamos inventar, una vez más, nuevas coreografías. No será sencillo, pero quizá encontremos en esta nueva danza la posibilidad de recuperar aquello que añoramos de la escuela y combinarlo con todo lo que aprendimos en estos meses de experimento colectivo. Que se abra el telón.
Fragmento de “La escuela a distancia: aprendiendo nuevas coreografías”, en Conversaciones. Encuentros por la pospandemia, Fundación Medifé, Ministerio de Cultura CABA
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