Ejemplo
Me gustaría creer que todo integrante con cierto grado de responsabilidad pública es consciente de esto. Pero, francamente, tengo mis dudas. No es que se trate de algo muy complicado. Si me lo preguntan, es bien simple. Y sin embargo, me parece que no hay una consciencia generalizada, sólida, más o menos homogénea al respecto.
Tienen que dar el ejemplo. De eso hablo. No lo maquillemos demasiado. Se trata de dar el ejemplo. En la vida pública y en la privada. Todos tenemos el derecho constitucional a la privacidad, pero quienes decidieron que iban a representar a los ciudadanos de toda una nación deben redoblar la coherencia, al menos mientras duren sus mandatos. La lista de motivos es evidente, no hace falta abundar en eso. Resumo: con largos discursos cargados de parrafadas heroicas y arengas épicas no alcanza. Necesitamos, además, que sean intachables. Me preocupa menos disentir con alguien en temas clave (lo que llaman grieta y solo es democracia) que el verlos aullar en público principios que se suponen eternos e intocables y después descubrir que los violan sin recato en privado. Si eso alcanzaría para erosionar la confianza entre las personas de a pie, ¿cuánto más daño les hacen a la República, a la economía y al tejido social?
Otras noticias de Nota de Opinion
Más leídas de Cultura
Eduardo Stupía. “Me preocupa más la retirada del Estado en salud y educación pública que en el apoyo al arte”
Agenda. 7 recomendados de arte y cultura para esta semana
La muestra del año. Un laberinto dedicado al movimiento más disruptivo del siglo XX en el Pompidou
Quería que lo silbaran. Arnold Schönberg, el compositor que no escribía para imbéciles