“Efecto Piranesi”: cárceles sin salida en el Museo Nacional de Bellas Artes
Una muestra que reúne obras de Giovanni Battista Piranesi, del siglo XVIII, y otras realizadas por Horacio Zabala en la década de 1970, propone reflexionar sobre “el poder que tiene la mente para hundirse en su propio abismo”
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“Este papel es una cárcel”, escribe la mano. Registrada por Horacio Zabala en 1972, esa imagen se exhibe ahora en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) junto a las Cárceles de invención grabadas por Giovanni Battista Piranesi en el siglo XVIII, y pertenecientes al acervo de dicha institución. Son representaciones de espacios imaginarios agobiantes, sin salida aparente, similares a las estructuras infinitas que crearía M.C. Escher dos siglos después.
“La potencia de estas imágenes ha interpelado a artistas, escritores y teóricos. La literatura de Borges y Kafka, el cine de Eisenstein y Hitchcock, entre muchas otras manifestaciones del siglo XX, encontraron en esas estructuras visuales un modelo narrativo que el crítico J. H. Miller sistematizó con el término ‘efecto Piranesi’, un ‘poder que tiene la mente para hundirse en su propio abismo, quedando atrapado en alguna forma de pensamiento o experiencia mental que se repite para siempre’”, dice Mariana Marchesi, directora artística del MNBA y curadora de esta muestra que se inaugura hoy a las 19.
El título de la exposición -Horacio Zabala. El efecto Piranesi- alude a esa suerte de cinta de Moebius evocada también en la segunda novela de Sussana Clarke: Piranesi (Bloomsbury Publishing, 2020). Bestseller del New York Times, ganadora del Premio Mujer de Ficción y finalista de los premios mundiales de fantasía, está ambientada en un universo paralelo formado por cientos de salas y vestíbulos, y desencadena una paulatina pérdida de memoria e identidad en quienes la visitan.
“La casa de Piranesi no es un edificio cualquiera: sus habitaciones son infinitas, sus pasillos interminables, sus paredes están revestidas por miles y miles de estatuas, cada una diferente de las demás –dice el resumen del libro en Amazon-. Dentro del laberinto de pasillos está aprisionado un océano; Las olas suben por las escaleras y las habitaciones se inundan en un instante. Pero Piranesi no tiene miedo; comprende las mareas como comprende el patrón del laberinto mismo. Vive para explorar la casa”.
¿Cómo salir de ahí? Una pregunta similar inspiró en 2022 la exposición Laberintos en Fundación Proa, que además de incluir algunos de estos grabados de Piranesi exhibió un video que los llevaba a tres dimensiones, producido por Grégoire Dupont para la Fundación Giorgio Cini. Este año, el MNBA volvió a prestar 16 de ellos al Museo Provincial de Bellas Artes Franklin Rawson de San Juan, para una muestra curada por Roberto Amigo.
Ahora que regresaron a su hogar, al que llegaron en 1902 gracias a una donación del Ministerio de Instrucción Pública de Italia, se presentan junto a las de Zabala antes de volver a las reservas. Y lo hacen en el momento justo, cuando está por comenzar la 19ª Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires, que abordará los “desafíos y oportunidades de la dimensión urbana y humana de las ciudades”.
La idea de poner en diálogo obras tan lejanas en el tiempo y tan cercanas en términos simbólicos surgió antes de la pandemia, en una charla casual entre Marchesi y el arquitecto y artista conceptual que integró el Grupo CAyC. La eterna cuarentena que siguió no sólo postergó los planes, sino que actualizó su sentido: hoy todas sabemos cómo se siente la situación de confinamiento, y cuáles son sus efectos.
“En el extenso arco temporal que va de la modernidad a la contemporaneidad, ambos parecen trazar un círculo perfecto, un relato de los infiernos pasados, presentes y futuros a los que puede ser sometida la condición humana”, dice Andrés Duprat, director del MNBA. Y agrega que mientras Piranesi logró abordar con maestría “la metáfora de la sociedad futura”, en la cual “castigar es vigilar, someter a los cuerpos al acecho constante de la mirada y al control permanente”, Zabala “intervino en la denuncia anticipada de los horrores dictatoriales”.
“Los Anteproyectos de arquitectura carcelaria latinoamericana para artistas entrecruzan conceptos fundamentales en la obra de Zabala –señala al respecto el Centro Virtual de Arte Argentino-: ponen en evidencia el carácter represivo y autoritario de las sociedades de la región, la situación de aislamiento contextual en que los artistas pueden hallarse, y por contraste, la necesidad de reflexionar acerca del tipo de arte necesario para contrarrestar los efectos de cualquier ‘domesticación’. El distanciamiento propio del lenguaje arquitectónico, que aquí planifica habitáculos estrechos, confinantes e inhumanos, agudiza la provocación”.
En este sentido, desde el sitio web del MNBA la curadora María José Herrera observa que las cárceles proyectadas por Zabala –que incluyen citas de “El Aleph” (1949), de Borges- “son totalmente ineficaces a los fines del aparato de información que es la arquitectura carcelaria. Acentúan el aislamiento, son subterráneas o flotantes, no se ofrecen en el entorno urbano como signo ejemplificador. Son una metáfora de los procesos de introspección y sujeción a reglas –disciplina– que implica la creación artística, a la vez que señalan el contexto de un continente convulsionado que critica a los poderes hegemónicos”.
A modo de ejemplo menciona Cárcel flotante III (1973), obra de la colección del museo incluida en esta muestra, en la cual “el preso vive en un habitáculo esférico de concreto que flota a dos aguas anclado al lecho del río. Como un gran útero en el que se mece, solitario, al ritmo de las corrientes. El hombre forzado por el aislamiento se reencuentra consigo mismo, reflexiona”.
“Zabala comienza a cuestionarse cuáles son los límites y las posibilidades del lenguaje artístico –concluye Marchesi-. Y a pensarlo como una cárcel, como un espacio de confinamiento y, en cierto sentido, imposibilitador u obstructor de la creación. El problema que plantea la vanguardia de cruzar el arte con la vida, en definitiva, es ése”. Una salida posible.
Para agendar:
Horacio Zabala. El efecto Piranesi en el Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador 1473), desde hoy a las 19 hasta el 1 de diciembre. Martes a viernes, de 11 a 19.30; sábados y domingos, de 10 a 19.30. Entrada gratis.
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