Eduardo Longoni, el fotógrafo que se convirtió en escritor: “La mirada se va construyendo de a poco”
“Duermevela” reúne escritos autobiográficos del destacado fotógrafo argentino y reflexiones sobre el poder de la fotografía en un mundo plagado de imágenes; en Tecnópolis se exhibe una muestra de sus históricas fotos sociopolíticas
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“Soy fotógrafo -escribe Eduardo Longoni en Duermevela, su primer fotolibro con textos propios-. Me he pasado la vida corriendo de aquí para allá con la cámara pegada al ojo tratando de capturar un puñado de imágenes entre todas las que fluyen segundo a segundo sin dar respiro. Leer fue siempre mi otra pasión. Pero así como las fotos eran mías, los textos eran de los otros, de los escritores”. El volumen editado por ArtexArte imita la forma de una libreta personal y reúne textos sobre la infancia y adolescencia del autor en Buenos Aires y Mar del Plata (sus padres trabajaban en la sucursal de Harrods en la costa atlántica seis meses por año), además de reflexiones sobre la fotografía, el contexto sociopolítico y la pandemia. Longoni, que nació en Buenos Aires en 1959, cursó tres años de la licenciatura en Historia en la Universidad de Buenos Aires, y en 1979 comenzó su actividad como fotógrafo en la Agencia Noticias Argentinas y, durante más de veinte años, se desempeñó como editor de fotografía en el diario Clarín. Es autor de ensayos fotográficos sobre Ernesto Sabato, Oliverio Girondo, Mario Benedetti, la Patagonia, la última dictadura militar y el tango.
“Siempre me gustó trabajar en mis libros de fotografías con textos, pero eran textos de escritores como Sabato, Benedetti o Girondo -dice Longoni a LA NACION-. O tangos en mi libro Aires de buenos tangos. Recién me animé tímidamente a escribir en Imágenes apuntadas, un libro que editó Planeta con mis fotos más conocidas en el que conté la manera y la circunstancia en la que había tomado esas fotografías. Pero Duermevela es decididamente el libro en el cual los textos son la parte más importante, las fotos en este caso operan más de sostén, casi que respaldan a los textos”. Íntima, sobria y a la vez conmovedora, la escritura de Longoni enlaza pasado y presente.
El primer texto es sobre su abuela paterna Manuela, “andaluza de Jaén, terca y divertida”. Cuando lo escribió, lo publicó en redes sociales. “Me sorprendió la acogida que tuvo en varias personas cuyas opiniones valoro mucho -cuenta-. Pero mi idea era ir armando una libretita en la que pegaba los textos y las fotos. Así fui construyendo ese borrador. Nunca pensé que se iba a transformar en un libro. Mi idea era que esa libretita fuera un recuerdo familiar de mi pasado. Claro que después se vino la pandemia y también escribí en esos meses sobre las sensaciones de encierro y miedo. Y mi conflictiva colimba en 1978 también sumó varios textos”. Duermevela incluye una foto de la madre del autor el día en que recibió su primera vacuna contra el Covid y un emocionado escrito de su hijo: “Hoy mi vieja está un poquito más cerca de volver a abrazar a su nieta”. También hay foto y texto sobre su hija Paloma.
Como tantos otros libros, Duermevela fue hecho durante la pandemia; el fotógrafo-escritor, junto con Jorge Zuzulich y Juan Manuel Fiuza, lo diseñó a través de videollamadas. “Veo el libro y me siento contento porque tiene esa forma de libretita en borrador que fue el puntapié inicial del proyecto -dice-. Recién conocí al diseñador [Fiuza] en la imprenta Trama. Fui seleccionando de mi archivo algunas fotos y las iba probando. Es más, hay fotos que ni siquiera tomé yo, por ejemplo, las que algún fotógrafo del ejército me sacó durante mi colimba y las que tomó mi madre cuando era chico. Las fotos de mayor actualidad son las que hice durante la pandemia, casi todas desde mi estudio”.
Desde la adolescencia, Longoni lee mucha literatura. “Desde mi colegio secundario -destaca-. Quizá por esa falta de libros que había en mi casa. Y cuando descubrí la lectura no paré más. Sabato y Benedetti eran mis autores predilectos en aquellos tiempos. El amor contrariado y explosivo de Alejandra y Martín, personajes de Sobre héroes y tumbas o las poesías de amor de Benedetti marcaron a fuego mi adolescencia. Y sin duda autores como ellos y Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Pablo Neruda influyeron en mi mirada”. Otra gran influencia en su obra es el cine. “Los fotógrafos miramos con todo eso que fuimos viendo, leyendo, pensando. Y lo volcamos a cada disparo de nuestra cámara”.
Incluso el título del libro tiene un origen benedittiano. “Es una palabra que le escuché decir por primera vez a Benedetti en su departamento de Montevideo en el que teníamos largas charlas -dice-. Y me enamoré a primera vista de esa palabrita o, para decirlo mejor, a primer sonido. Me quedó dando vueltas. Muchos de los textos de este libro se me ocurrieron justamente en duermevela, frases enteras, párrafos completos se metían en mi cabeza en ese breve trayecto al sueño profundo. Y por suerte muchos de ellos los retuve y los pude escribir la mañana siguiente”. La Real Academia Española define “duermevela” como un sueño ligero.
“Siempre amé los libros de fotografías -dice el fotógrafo-. Existía la librería Documenta, en un entrepiso en Córdoba y Florida. Allí íbamos con mis colegas a ver los libros. Bien digo ver, porque eran tan caros que con nuestros sueldos era imposible comprarlos. Con el tiempo logré comprar alguno y hoy tengo una biblioteca a la que miro, justo ahora que estoy por mudarme y no sé cómo haré para llevarme todo. Además, convertí en realidad mi sueño de editar libros. Desde 1994 que hice mi primer volumen con Sabato no he parado y ya tengo más de una docena de libros publicados”. Para Longoni, en el país hay una “explosión” de fotolibros, en especial, autogestionados o de editoriales pequeñas. “Y es una muy buena noticia. Porque la mirada, no solo la de los fotógrafos, se va educando, se va afinando con todo lo que uno puede ver. Y mirar libros de fotos es sencillamente lindo”.
Desde 1988, Longoni dicta cursos, seminarios y talleres de fotografía documental. “Lamentablemente, cuando empecé a fotografiar no había lugares donde estudiar -recuerda-. Estaba el Fotoclub Buenos Aires donde hice un curso para saber usar mi cámara y revelar los rollos. Ahora en cambio hay muchos lugares para estudiar fotografía, y el mejor consejo que le puedo dar a un joven es que estudie todo tipo de fotografía, color, blanco y negro, de prensa o publicitaria. Pero que estudie. Y que lea mucho, vea mucho cine y mire mucho a los clásicos de la fotografía. La mirada se va construyendo de a poco”.
Sus imágenes de los años de la dictadura y los años posteriores a 1983 se exhibieron en más de cincuenta países. Actualmente, en la Sala Orgullo Nacional de Tecnópolis (que reabrirá el 7 de enero de 2022) se exhibe la muestra Una mirada honesta: 40 años del fotoperiodismo de Eduardo Longoni. La exposición está organizada por las productoras Mascaró y Paimún Cine, que trabajan en un documental sobre Longoni.
“Nací a la fotografía en 1979, en plena dictadura -remarca-. Y traté de fotografiar lo que podía y estaba a mi alcance a fin de correr el telón de esa tragedia argentina. Mi fotografía siempre tuvo la premisa de intentar visibilizar los abusos del poder político. Pero, claro está, no es la única fotografía que practiqué; he fotografiado a escritores, fiestas populares, el mundo de la fe católica en la Argentina y también paisajes. Y respeto todo tipo de fotografía, cada creación es única, cada mirada es única y en eso radica la enorme calidad que tiene la fotografía argentina, ya no dicho solo por argentinos sino además por curadores y coleccionistas extranjeros”. Duermevela está disponible en ArtexArte (Lavalleja 1062) y en tiendas online; cuesta 2500 pesos.
Para agendar
Desde el 7 de enero se puede visitar en el predio ferial de Tecnópolis la muestra Una mirada honesta: 40 años del fotoperiodismo de Eduardo Longoni, con entrada libre y gratuita.
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