Eduardo Berti: "Me interesa más contar el making of que la historia misma"
El escritor argentino radicado en Francia es el único latinoamericano admitido en el grupo experimental Oulipo, sobre el que hablará en el Filba; las claves de su nuevo libro
Eduardo Berti es el primer escritor latinoamericano que integra al mítico grupo Oulipo (Taller de Literatura Potencial). Junto con el español Pablo Martín Sánchez, son los únicos autores de lengua castellana que pertenecen al selecto club de exploración literaria fundado en 1960 por Raymond Queneau y Francois Le Lionnais, que tuvo en sus filas a Georges Perec e Italo Calvino.
Radicado en Francia desde hace varios años (primero vivió en París y ahora en Burdeos, con una escala intermedia en Madrid), Berti viajó a Buenos Aires como invitado del Filba. Hoy y mañana compartirá paneles con otros integrantes de Oulipo y además coordinará una actividad ciento por ciento "oulipiana": la creación de un poema durante un viaje en subte. Uno de sus textos ("35 variaciones sobre un tema de Calderón de la Barca") fue incluido en la antología Oulipo, ejercicios de literatura potencial que acaba de editar en el país Caja Negra. Berti, además, escribió uno de los prólogos del libro.
Su última novela, Un padre extranjero (Tusquets), que sale este mes en España por el sello Impedimenta, contiene cuatro historias donde la ficción y lo documental se fusionan hasta alcanza un punto en el que no se sabe bien qué es real y qué no. Pero no importa.
Lo que importa, en todo caso, son las razones que lo llevaron a incluir una especie de diario sobre la escritura de una novela trunca y los procedimientos elegidos: una siniestra anécdota sobre Joseph Conrad y un lector furioso; la desgarradora muerte de su propio padre y los seis cuadernos que encontró luego con una novela (El derumbe, así con un sola r) que él había intentado escribir; los fragmentos de ese relato inconcluso; los apuntes de trabajo que incluyó en entre largos paréntesis como parte de la trama.
"Me descubrí en los últimos años devorando, cada vez más, los bonus tracks de los DVD que muestran cómo se construyó una película o un documental. A veces, incluso, me resultan más interesantes que el film: las escenas dejadas afuera, el diario del rodaje. Y me pregunté si se podía incluir algo así en una novela: narrar la historia y, como en una especie de péndulo, ir mechando los apuntes de trabajo, no como un anexo sino como parte de la novela. Para eso hacía falta que se justificara en la trama."
-Los fragmentos donde el narrador apunta ideas para la novela son como el backstage del proceso de escritura y tienen un tono íntimo pero para nada egocéntrico. ¿Hay ahí una intencionalidad, una búsqueda?
-Creo que me ayudó mi pasión por los cuadernos de apuntes de los escritores. Por ejemplo, el de Chejov y el de Flaubert. Hice una primera versión de la novela, que no era en primera persona, porque me costaba mucho contar todo eso desde el "yo". Estaba en segunda persona y no me convencía, pero me permitía avanzar. Cuando lo pasé a la primera, llegué a algo que me gustó más; era menos frío, menos distante. Pero fue un largo proceso, que duró cerca de tres años. Al principio, sólo tenía la idea del péndulo, de intercalar capítulos.
-¿Cuánto interviene la ficción en esos relatos personales?
-Muchísimo. Paradójicamente, la ficción está en lo más próximo a mí, que es el trabajo de escritor. Es una novela adentro de una novela. Hay más ficción ahí que en el resto de la trama, que está hecha a partir de la vida de Conrad y de la relación con mi viejo.
-¿De qué manera empleás restricciones y recursos de Oulipo en el proceso de escritura?
-Oulipo tiene distintos tipos de restricciones: semánticas, como las que usa Perec al no emplear una letra determinada, por ejemplo. Eso no lo he utilizado mucho, sólo en pequeños textos. También hay restricciones del orden de la narrativa, que son estrategias. Eso siempre me interesó. Cuando escribí La mujer de Wakefield trabajé con algo próximo a Oulipo: contar una historia desde otro punto de vista, sin tocar algunos hechos. En la última novela no hay algo tan explícito, pero la idea básica, la de narrar y mostrar la operación, tiene una forma "oulipiana".
-Sí resulta explícita en muchos de tus textos la voluntad de explorar, de tomar al lenguaje como un laboratorio de formas y estructuras.
-Claro, pero en una novela de 300 páginas es más difícil sostener ciertas restricciones. Podés hacer una novela sin la letra E que cuenta la desaparición de la letra E. Pero cuántas veces lo podés hacer con un formato de novela. Tal vez en un cuento, un microrrelato, un poema se puede explorar más un recurso como ése. Hay cuestiones estructurales que me interesa probar, como intercalar ficción con making of. Eso me interesa más que la historia misma.E incluir fragmentos de otro autor, como hago con los cuadernos de mi padre. El riesgo es buscar en los autores de Oulipo rasgos "oulipianos" en todos sus libros.
-A dos años de tu ingreso ¿qué creés que le aportaste al Taller de Literatura Potencial y qué aportó a tu obra desde entonces?
-Yo no puedo decir qué aporté desde lo conceptual. Sí puedo reconocer que acerqué información sobre autores argentinos como Macedonio Fernández o Borges. El grupo se reúne todos los meses, en general en París. Cada intregrante (somos 40) debe llevar una creación para leer. Al principio, eso me costaba mucho porque yo escribo en español. Llevaba textos y, aunque manejo bien el francés, debía pedir ayuda con algún verbo o palabra específica. Ahora, en el último tiempo, me largué a escribir en francés. En marzo sale en Francia mi primer libro escrito en francés. Todo gracias a los ejercicios "oulipianos".
Talleres de Oulipo en Filba
Hoy a las 14
Poema del metro
Berti coordinará un taller de creación de un poema durante un viaje en el subte D, que comienza en la estación Olleros.
A las 17
Panel Oulipo
Paul Fournet, Damián Tabarovsky y Berti leerán textos de Queneau y Perec, entre otros. La Abadía