Eduardo Berti: “Cada forma de leer es una manera de ver o de entender el mundo”
"Los libros no existen sin el lector. Un libro sin lector es como trompo en reposo. El lector es quien le da impulso y lo hace girar. Lo fascinante es que, si todo funciona bien, el libro responde y le da a su vez impulso al lector. Y así empieza un círculo… Un círculo de lectura". Así responde Eduardo Berti la pregunta "¿Qué son los lectores para los libros?", una de las cuestiones que plantea su nuevo libro, Círculo de lectores (Páginas de Espuma), desde la contratapa.
Libro sobre libros, sobre lectores, sobre experiencias de lectura, es una ficción fascinante que combina inteligencia, humor y delirio en textos breves que rinden homenaje, a su vez, a autores como Julio Cortázar y el movimiento Oulipo (Taller de Literatura Potencial). En el inicio, Berti ofrece "Instrucciones para leer un libro", una reversión de "Instrucciones para subir una escalera", de Cortázar. Hay también una reescritura de "Continuidad de los parques", del autor de Rayuela, en la que usó determinadas palabras del relato original para crear otro, al que tituló "Continuidades del cuento". Hay más: un catálogo caprichoso de lectores excéntricos, una biblioteca breve formada por más de cincuenta modelos de cuentos cortos como uno con forma de telegrama y otro con una lista de errores (fe de erratas) más larga que el cuento.
Para empezar esta entrevista a la distancia (Berti vive en Francia), el escritor argentino respondió algunas de las preguntas que hace su libro a los potenciales lectores. Luego, sí, contó cómo y por qué decidió sumergirse en ese gran trabajo de experimentación literaria.
-¿Qué son los libros para los lectores?
-Suelo pensar en los libros de ficción como mundos y vidas posibles. Y me gusta citar un viejo proverbio árabe según el cual "un libro es un jardín que se lleva en el bolsillo".
-¿Cómo, cuándo y por qué leemos? ¿Por placer, manía, ansiedad, obsesión?
-Esas razones y más… En Círculo de lectores quise jugar con esos motivos y narrar casos. Todo lector es singular y más o menos creativo. No hay lector que no "complete" lo que el texto sugiere, que no termine de construir la cara de Madame Bovary o el paisaje de una novela. Pero en mi libro ofrezco, entre otras cosas, una suerte de catálogo de lectores bizarros que llevan la singularidad y la creatividad casi al paroxismo.
-¿El libro está pensado para lectores que disfrutan de la lectura como experiencia e indagación, más allá de la historia narrada?
-No quise que el libro fuese para lectores "lectores". Es posible que los apasionados de los libros disfruten más de ciertas cosas, pero sí me incliné por lo lúdico y tomé el camino de reivindicar u homenajear la lectura a través de formas que no tienen gran pedigrí literario (noticias periodísticas, la programación de un canal de TV), entre otras razonas, porque no quería hacer un libro elitista.
-¿Los lectores que forman el círculo son pura ficción?
-El título juega con la idea de diferentes círculos o "colecciones". Desde un excéntrico millonario húngaro que colecciona lectores insólitos y los presenta a un pequeño público de "entendidos" hasta unos lectores que han decidido que la ciudad donde viven tiene que ser igual a la que describe en las novelas su escritor idolatrado, a tal extremo que si dice que existe una farmacia en la esquina de las calles A y B, pero en la vida real hay un bar, ellos ocupan la farmacia y, pese a la posible intervención de la policía, tratan de convertirla en un bar. No conozco círculos de esta clase. Jugué a inventarlos en mi libro… aunque nunca se sabe. Ya sabemos que la realidad suele imitar y superar a la ficción. Es una mezcla de imaginación con exageración de la vida real. Exageración de mis obsesiones y de algunas historias que leí o que me contaron algunos amigos. Por supuesto, traté de inventar historias donde la lectura pueda resultar la metáfora de algo más. Escribí el libro con la sospecha de que cada forma de leer es una manera de ver o de entender el mundo.
-¿Cómo fue el proceso creativo?
-Nunca antes había escrito un libro de cuentos en torno a un tema central tan explícito. Mis libros de cuentos suelen combinar tres o cuatro temas, que se van entretejiendo. En este caso, el tema de la lectura se me impuso. Empecé hace unos veinte años, con los primeros bocetos de los mini retratos de la galería de Círculo de lectores. Quise que, así como había unidad temática, hubiera variedad formal. Hay, entonces, una especie de "manual" para ser un "lector inspirado" (obviamente, no es literal: hay ironía, juego, absurdo poético), una serie de reescrituras de obras ajenas, algunos cuentos más extensos y hasta una suerte de "novela corta" al final, llamada "Mañana se anuncia mejor", donde varios relatos se entrelazan y resuenan entre sí, conformando una especie de "país imaginado".
-¿A qué herramientas y reglas "oulipianas" recurriste?
-En varios textos, no en todos, usé métodos "oulipianos". El primer cuento es lo que Raymond Queneau, fundador de Oulipo, llamaba una "transducción": se toma el esqueleto de un texto y se reemplazan solo algunas palabras, cambiando el tema, pero conservando la forma general: yo tomé las famosas "Instrucciones para subir una escalera" de Cortázar pero reemplacé lo que tiene que ver con escaleras por palabras y expresiones del mundo del libro, hasta armar unas "Instrucciones para leer un libro". Otra tarea de reescritura, a partir del mismo autor, es la sección "Continuidades del cuento": diez "recreaciones" a escala menor que escribí usando palabras que figuran en "Continuidad de los parques", pero de un modo puntual: sin alterar el orden en el que aparecen. Me explico: si tomo la palabra número 18 del original para empezar mi relato, ya no puedo volver atrás, no puedo emplear las primeras 17 palabras… y así sucesivamente.
-"Mañana se anuncia mejor" tiene diez partes construidas a partir de noticias periodísticas. ¿Por qué y para qué usaste ese material como punto de partida?
-Cada parte contiene una selección de noticias que aparecieron publicadas en el diario de un país que no se dice cuál es y en una fecha determinada. Algunas de esas noticias se extienden a lo largo de las diez partes, como un folletín. Otras aparecen y desaparecen y otras solo aparecen una vez y punto. Ahora bien, los diez diarios están ordenados cronológicamente (aunque podría haber saltos de tiempo entre ellos) y la estructura es la de una nuevina: nueve noticias o nueve secciones (deportes, espectáculos, policiales, pronóstico del tiempo) que rotan en espiral del primero al último de los diez diarios. Yo trabajé como periodista hace algún tiempo y ya había usado la forma de la noticia periodística en varios minicuentos de La vida imposible, pero en este caso quise darle una vuelta de tuerca, una escala mayor. Me tienta usar la forma del tono de "cable de agencia" o del periodismo informativo para inventar hechos al borde de lo imposible. Dar vuelta esos códigos, como quien da vuelta una media.
-¿Qué lecturas y autores alimentaron la construcción del libro a lo largo del tiempo?
-Es muy difícil saber qué libros puntuales, más allá de ciertas menciones explícitas a Kafka, a Cortázar y otros. En la tradición de galería de retratos o "casos" reconozco huellas de Wilcock, de Borges, de las vidas imaginarias de Schwob o de El testigo oidor, de Elias Canetti. También soy consciente, por ejemplo, de la influencia de Guy Bennett y su magnífico libro Self-evident poems en la sección "Biblioteca breve". Traté de hacer, en el formato de la microficción y siempre en torno al tema de la lectura, lo que Bennett hace con sus poemas, que son "auto-reflexivos" y en los que cuesta separar la forma de la temática. Por ejemplo, un cuento habla de un lector corto de vista y está diseñado como uno de esos carteles con letras que los oculistas nos hacen leer para saber cuán miopes somos.
Uno de mis grandes descubrimientos de los últimos tiempos fue la obra del estadounidense Stephen Dixon, sobre todo de sus cuentos. Me encanta su rechazo a los caminos trillados, su inventiva, su mezcla de simpleza y originalidad. Un cuento breve de mi libro, "El último lector", es un homenaje a su obra. Como también expreso mi admiración por Marcel Aymé en un cuento donde un lector-admirador le envía un relato "a la manera de Aymé" al propio Aymé y a partir de allí se arma un entuerto bastante grande. Creo que a Círculo de lectores se le puede aplicar una de mis palabras favoritas en español: "recreación", que conjuga el juego con la idea de que toda creación es una forma de reinvención, ya que no creamos a partir de la nada. Siendo un gran himno a la lectura, es inevitable que el libro "recree" a partir de mis propias lecturas, las que me hicieron lector. Al margen de esto, pienso que al acto de lectura también se le puede aplicar esta idea de la "recreación". Los lectores se "recrean" leyendo, pero también "recrean" el libro… Lo completan, le terminan de dar un sentido propio.
-¿Qué crees que tiene un libro en particular para que se vuelva tu favorito?
-Italo Calvino decía que los clásicos son libros que no terminan de decirnos todo lo que tienen para decir. A mí me pasa eso mismo con los libros que son mis favoritos, a los que vuelvo con frecuencia. Me pasa con los cuentos de Dino Buzzati o de J.R. Wilcock, me pasa con la obra de Nabokov, con ciertos textos clásicos de Henry James o de Flaubert, con las greguerías de Gómez de la Serna... Páginas a las que vuelvo todo el rato o, mejor dicho, de las que nunca termino de irme.