Dylan envió un audio con su discurso de aceptación del Nobel
En su ensayo, responde por qué las letras de sus canciones son algo distinto a la literatura y, por el camino, define los tres libros que marcaron su juventud
Bob Dylan se pregunta en el discurso de aceptación de su Premio Nobel -entregado en un audio, nada menos- si las letras de las canciones pueden considerarse literatura. El ensayo era un requisito para recibir la dotación de ocho millones de coronas (el equivalente a 930.000 dólares) del galardón y fue publicado ayer en el sitio de la Academia Sueca, que subió una transcripción del texto completo en inglés, así como la grabación original, de 27 minutos, realizada anteayer en Los Angeles.
Podría decirse, entonces, que el ensayo del músico se propone responder a la pregunta que estuvo en boca de todos cuando fue anunciado como el ganador del más prestigioso galardón literario del mundo. ¿La conclusión? "Las canciones son distintas de la literatura -reflexiona hacia el final del discurso, de 4000 palabras-. Deben ser cantadas, no leídas en una página. Y espero que algunos de ustedes tengan la posibilidad de escuchar estas letras del modo en el que deben ser escuchadas: en un concierto, en un disco o de la forma que sea que la gente ahora escucha canciones."
"El discurso es extraordinario", afirmó la secretaria permanente de la Academia, Sara Danius, en el blog de la entidad. El último 1° de abril, Dylan viajó a Estocolmo para recibir la medalla y el diploma del premio (tenía pautados conciertos en esa ciudad), cinco meses después de que se anunció la histórica decisión de galardonarlo en esta categoría por crear "nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense". Dylan no acudió a la ceremonia de entrega del 10 de diciembre. En su lugar, Patti Smith interpretó "A Hard Rain's A-Gonna Fall" como homenaje.
En el audio, Dylan repasa los libros que lo influyeron como artista, con una tenue melodía jazzera de piano como fondo, pero en el comienzo, dice, estuvo la música, más específicamente, Buddy Holly. El intérprete cuenta cómo su devoción por el músico -que murió a los 22 años, cuando Dylan tenía 18, días después de que lo vio tocar en vivo- lo llevó a interiorizarse en el lenguaje utilizado por todas las variantes del folklore norteamericano, del que Holly es "el arquetipo", afirma.
"Cuando empecé a escribir mis propias canciones, el lenguaje del folk era el único vocabulario del que disponía, y lo usé -explica-. Pero tenía algo más: tenía los principios y las sensibilidades, y una visión informada sobre el mundo. Y los tenía desde hacía tiempo. Lo aprendí todo en la primaria: Don Quijote, Ivanhoe, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, Historia de dos ciudades, todo el resto, típicas lecturas del colegio que te otorgaban una manera de ver el mundo, de entender la vida y de observar la naturaleza humana, así como darte un estándar por el cual poder medir las cosas. Cuando empecé a componer canciones y escribir letras, usé todo eso. Y los temas de esos libros fueron encontrando el modo de colarse en muchas de mis canciones, a sabiendas o inconscientemente. Quería escribir canciones que fueran distintas de todo lo que se había escuchado, y los libros fueron fundamentales para lograrlo. Hay tres libros en especial que me han obsesionado desde que los leí cuando era pequeño: Moby Dick, Sin novedad en el frente y la Odisea.
El análisis de sus influencias
A lo largo del extenso ensayo, Dylan analiza en detalle cada una de estas novelas y los elementos (o "temas", como él prefiere llamarlos) que ha tomado de ellas para sus composiciones. De Moby Dick lo deslumbra el uso de distintas voces narrativas, su capacidad de contener múltiples registros y el uso de metáforas religiosas (especialmente el dogma de la resurrección cristiana) en un contexto brutal, mientras que del alegato antibélico de Erich Maria Remarque ("una historia de horror", define) lo marcó su capacidad de definir la locura animal de la guerra y la posibilidad de encontrar una razón para sobrevivir en el arte, así como el compromiso del artista de dar testimonio de su tiempo. Respecto del poema homérico, al Nobel lo cautiva su contemporaneidad, su reflejo del impulso siempre presente de lanzarse a la aventura, así como el igualmente poderoso que nos lleva de vuelta a casa, y de encontrarla invariablemente cambiada para siempre. "De algún modo, todo esto te ha pasado alguna vez -recita-. También a ti te pusieron drogas en el vino. Te acostaste con la mujer equivocada. Has sido hechizado por voces mágicas, por dulces voces con extrañas melodías. También has llegado demasiado lejos y te han hecho retroceder de más. Has tenido roces cercanos con la muerte. Has hecho enojar a personas que no deberías haber enfurecido. Has recorrido el ancho y el alto de este país. También has sentido el viento pestilente, ese que no trae nada bueno. E incluso así no hemos terminado de contar lo que se dice allí."
"¿Qué significa todo esto?", se pregunta en otro pasaje del discurso. "Yo y muchos otros compositores reconocemos la influencia de estos temas en nuestras obras. Pueden querer decir muchas cosas distintas. Si una canción te conmueve, eso es lo único que importa. No tenés que saber qué quiere decir ni por qué lo hace. He incluido todo tipo de cosas en mis canciones. Y no me voy a preocupar por eso: por lo que quieren decir. Cuando Melville puso el Antiguo Testamento, a sus referencias bíblicas, teorías científicas, doctrinas protestantes y todo su conocimiento del mar, las ballenas y la navegación en una única narración, no creo que tampoco se haya preocupado por lo que quería decir", argumentó.
En su conclusión, al afirmar que las canciones no son literatura, así como las obras de Shakespeare tampoco lo son -poniendo condimento a la polémica al ubicar a la dramaturgia también fuera del terreno del Nobel, a pesar de que varios escritores teatrales han recibido el lauro, de Harold Pinter a Dario Fo-, Dylan vuelve a invocar a Homero como modelo. "Canta en mí, oh Musa, y a través de mí cuenta la historia."
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