Dublín festeja los cien años de una novela que renovó la literatura
Hoy se celebra Bloomsday, el día en que James Joyce ubicó la acción de su famoso libro "Ulises"
"Me gustaría hacer una pintura de Dublín tan completa que si un día desapareciese repentinamente de la Tierra pudiera ser reconocida a partir de mi libro." James Joyce, uno de los escritores clave del siglo XX, lo logró sin dudas en "Ulises", una novela que renovó la literatura, en la que combina la descripción de su ciudad natal con el relato de pasiones universales.
No imaginaba Joyce en aquel momento que el día en que ubicó la acción de los dos personajes principales de su relato se convertiría en una fecha de culto en buena parte del mundo.
El ritual se renovará hoy, cuando unas 10.000 personas participen en las celebraciones centrales de Bloomsday, como los fanáticos de todo el mundo conocen al 16 de junio, la fecha en que Joyce ubicó toda la acción de "Ulises": el derrotero de Leopold Bloom y el joven Stephen Dedalus por las calles de Dublín. Era, decidió Joyce, el 16 de junio de 1904, en un guiño personal: en esa fecha tuvo la primera cita con Nora Barnacle, su futura compañera.
A cien años de aquel encuentro ficcional, la propia comuna dublinesa se puso al frente de los festejos y organizó Rejoyce Dublin 2004, un megafestival que durará cinco meses -comenzó en abril y terminará a fines de agosto- cuyo ambicioso programa de más de 80 actividades incluye teatralizaciones en los escenarios reales donde transcurre la obra, ciclos de lectura, visitas guiadas que repiten el camino de los personajes, exhibiciones artísticas y hasta un simposio internacional con la asistencia de más de 800 estudiosos joyceanos de todo el mundo. Hasta hoy, el evento más multitudinario fue un desayuno al aire libre, el domingo último, que incluyó los célebres riñones de cerdo fritos que le gustaban a Bloom.
El espíritu de la obra de Joyce estará presente, aunque la Dublín que él retrató era bien distinta: hoy no hay tranvías en las calles ni gaviotas en el río Liffey, que atraviesa la ciudad, y la bonanza económica reciente cambió el rostro de un lugar cuyos habitantes, a principios del siglo XX, vivían en la pobreza y hambrientos, escapando a los Estados Unidos en busca de un horizonte posible.
Publicada en París en 1922, "Ulises" instaló el "fluir de la conciencia" como modo de narrar, colocó como héroe a una persona común y revindicó la vida cotidiana como escenario revelador de las emociones más vitales. Irónica, compleja, prohibida por obscena en el Reino Unido y en los Estados Unidos hasta 1936, la novela combinó estilos -incluso no literarios, como el periodismo o el catecismo- y, con vocablos en otro idioma y juegos de palabras, se convirtió en un desafío para los traductores y en objeto de análisis y relecturas apasionadas.
Un retrato de 1200 páginas
Sus 1200 páginas son uno de los más detallados retratos de Dublín -todavía hoy es posible seguir el camino de los dos personajes por sus calles-, aunque Joyce la escribió, durante ocho años, en el exilio francés.
En la novela, Leopold Bloom -el Ulises moderno-, judío y vendedor de publicidad para el diario Freeman, comparte la escena con el joven Dedalus, que regresó a la ciudad por la muerte de su madre. El camino de ambos transcurre en una ciudad que refleja, en un telón de fondo, la cotidianidad de la clase media dublinesa. El tercer personaje es Molly, la esposa de Bloom, cuyos pensamientos -crueles para con su marido, generosos para con sus amantes- dan forma al último capítulo de la obra: 23 páginas con un solo punto, el final.
Poeta y dramaturgo, Joyce nació el 2 de febrero de 1882. Estudió con los jesuitas y aprendió latín, francés e italiano. Quiso ser médico, pero no pudo costearlo; trató de hacer una carrera con su voz de tenor, pero no lo concretó; fundó en Dublín la primera sala de cine, Volta, pero quebró.
Desde que abandonó Irlanda para siempre, en 1912, vivió en París y en Zurich, donde murió, afectado por una peritonitis y casi ciego, el 13 de enero de 1941. Sin embargo, Dublín estuvo siempre presente en su obra: en "Dubliners" (1914); en la novela autobiográfica "Retrato del artista adolescente" (1916), y en "Finnegans Wake" (1939), en la que trabajó durante 17 años.
"No puedo entrar en el orden social sino como vagabundo", dijo Joyce, distanciado de la Iglesia Católica, que lo educó tempranamente, escéptico sobre las cuestiones políticas de su tiempo, convencido de que la tarea de un artista era "transmutar la experiencia cotidiana en el cuerpo radiante de la vida eterna".