Doris Salcedo y el arte como arma de paz
La contraseña era "shibboleth". Según el Antiguo Testamento, esa palabra debían pronunciar ante los habitantes de Galaad quienes intentaban cruzar el río Jordán. Como los miembros de la tribu de Efraím no sabían pronunciar la "sh", era la forma de reconocerlos y asesinarlos. Así, sostiene la Biblia, murieron cuarenta y dos mil personas entre los siglos 1370 y 1070 antes de Cristo.
Shibboleth fue también la palabra elegida por la artista colombiana Doris Salcedo para titular su intervención en el Turbine Hall de la Tate Modern, en Londres: una grieta de 167 metros de largo que abrió en el piso para aludir en 2007 al racismo y al creciente problema de los refugiados en Europa... casi una década antes de que la mayoría de la población británica votara a favor del Brexit.
"La presencia del inmigrante es vista como una amenaza para la cultura europea", señaló entonces Salcedo. "Hay una cita del filósofo Theodor Adorno que me parece asombrosa. Dice que deberíamos ver el mundo desde la perspectiva de la víctima. Así que quise buscar esa perspectiva", agregó sobre esa obra, que tuvo repercusión mundial. Su registro fotográfico, presente en la colección de la porteña Fototeca FOLA, se exhibió en la muestra Este es mi lugar (2015).
Activista por los derechos humanos y la paz, la artista acaba de ser reconocida con la primera edición del premio mayor del mundo del arte contemporáneo. Y adelantó que invertirá el millón de dólares del Nomura Art Award para financiar sus Actos de duelo, la serie de acciones colectivas que impulsa desde 1999 para recordar a las víctimas de la violencia en su país.
"Las personas han sido asesinadas una vez. Pero si las olvidamos las vamos a asesinar dos veces", sostuvo en junio último al realizar la obra Quebrantos en la Plaza de Bolívar en Bogotá. Junto con decenas de voluntarios escribió allí con vidrios rotos los nombres de 160 líderes sociales asesinados en Colombia.
"Se está rompiendo el país –denunció–. En estos últimos ocho meses hemos notado un deterioro radical de la calidad de vida en Colombia. Los asesinatos se han incrementado. El vidrio nos está hablando de algo que es frágil. Y además es un material que no se puede remendar, como la vida."
En diciembre había presentado en la misma ciudad Fragmentos, un "contramonumento" realizado por mujeres en un flamante espacio de arte y memoria con toneladas de metal fundido de las armas entregadas por las Farc. "No considero que la guerra nos permita triunfos –opinó–. Todos perdimos la guerra, y todos somos sobrevivientes de guerra."
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