Dólares, pesos, cuotas y criptomonedas: el combo del éxito de ventas en arteba
La flexibilidad de los galeristas fue clave a la hora de atraer nuevos clientes; muchos de ellos son jóvenes familiarizados con las nuevas tecnologías, que compran lo que les gusta de forma espontánea
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“Estamos abiertos a cualquier tipo de negociación. Incluso aceptamos criptomonedas”. Como un mantra, la frase es repetida por varios galeristas participantes de esta edición de arteba, que no disimulan su buen humor. Todos los consultados por LA NACION declararon haber tenido buenas ventas durante los primeros días de la feria de arte, alojada hasta mañana en Arenas Studios, en La Boca. El rango de precios va desde los 50 dólares -las flores de cerámica de Nicola Costantino, ofrecidas en la entrada- hasta las seis cifras en el caso de los grandes maestros, y los acuerdos en cuanto al tipo de cambio o la financiación varían según la galería.
Una tendencia confirmada por Pablo de Sousa, flamante presidente de la cámara de galerías Meridiano. “Hay una fuerte reactivación del mercado, probablemente provocada por la vuelta a una cierta normalidad, con mucha conciencia del arte como resguardo de valor”, señala, y agrega que “hubo ventas muy diversas: desde artistas de corta carrera hasta grandes maestros. Hay varias galerías que aceptan criptomonedas, porque el mundo digital trae nuevos clientes y audiencias. Y hoy lo más importante es ampliar el mercado”.
En su caso. Como director de la galería Aldo de Sousa acaba de vender una obra de Benjamín Ossa en Ether a una colección de Estados Unidos”, y ya trabaja en un proyecto personal para impulsar su propia plataforma de NFT. “Abrimos el juego, porque entendemos la situación. Aceptamos dialogar, buscamos la manera de llegar a un acuerdo que sirva a ambas partes”. No le fue nada mal: entre las ventas concretadas se cuentan también tres piezas de Lido Iacopetti, artista platense de 85 años, que pasaron a las colecciones del Malba y el Macba.
A las múltiples compras realizadas el primer día de la feria, durante la visita auspiciada por Santander, se sumaron una obra de Adriana Miranda adquirida por el Museo de Arte Moderno de Medellín en la galería Rolf Art y otra de Guido Yannitto, por el Museo Sívori en Gachi Prieto. La Fundación Andreani eligió una obra de Jorge Macchi en Ruth Benzacar, y a la ya anunciada adquisición de una obra de Fernanda Laguna en Nora Fisch por la Fundación Federico Klemm se agregaron otras dos: una pintura de Carla Grunauer comprada en Piedras y tres videos de Martin Farnholc Halley, en Constitución.
Este boom de ventas institucionales, favorecido por el Programa de Adquisiciones de Museos impulsado por arteba, se complementa con el creciente interés de coleccionistas jóvenes. “En la galería tengo varios clientes de 23 o 24 años, que me pagan con criptomonedas”, dice César Abelenda, director de Pasto, satisfecho tras haber vendido todas las acuarelas y fotografías que trajo a arteba de Mauricio “La Chola” Poblete.
“Compró un público diferente, no el habitual. Gente más joven que compra de manera espontánea, sólo porque le gusta”, observa Carlos Calvaresi, director de la galería del mismo nombre. Para llegar a ese público que “hoy compra por 500 dólares, pero mañana puede comprar por 10.000″ ofrece obras accesibles de artistas contemporáneos como Paola Vega y Daniel Basso, varias de las cuales ya partieron hacia el hogar de sus nuevos dueños. Aunque no dejó de apuntar a un perfil más alto, y también le fue muy bien: vendió dos pinturas de Germaine Derbecq al Malba y a Eduardo Costantini.
“Hay que darle a la gente un precio posible y tentador”, sostiene este galerista de San Telmo, siempre dispuesto a negociar. “Estamos abiertos a hacer descuentos, a ofrecer cuotas en dólares y pesos, y a aceptar pagos con tarjeta –agrega-. Todavía no se nos presentó la oportunidad de vender con criptomonedas pero creo que va a ser el futuro, tampoco se puede estar al margen”.
En eso coinciden los directores de dos importantes galerías de arte moderno: Roldán y la uruguaya Sur. “Seguramente llegaremos a las criptomonedas y el NFT cuando tengamos la confianza necesaria. Una de las grandes claves de una galería de arte es estar abierta a las transformaciones, porque si no se muere. Instagram acerca nuevos públicos y el arte ha salido del lugar sagrado, ahora el diálogo entre arte moderno y contemporáneo es más democrático y horizontal”, opina Martín Castillo, director de Sur, presente en arteba desde los inicios de la feria. A esta edición que celebra sus tres décadas trajo una docena de obras de Berni, como homenaje en el centenario del nacimiento del artista rosarino, y se muestra muy conforme con las ventas.
Su vecino de stand y director de Roldán Moderno, Sebastian Boccazzi, coincide en que “hay que adaptarse a los nuevos tiempos”. “Tenemos que asesorarnos y seguramente para la próxima edición ya empezaremos a trabajar con criptomonedas y NFT -dice, tras haber vendido entre otras importantes obras un tapiz de Yente al Malba y tres pinturas de Nicolás García Uriburu-. Es una asignatura pendiente”.
Galerías como Quimera, Del Infinito y Gachi Prieto ya contemplan esa posibilidad. La primera, que ya vendió dos obras de cada artista representado en su stand de arteba, concretó de esa forma la semana pasada la venta de un tapiz de Jorge Pomar exhibido en Munar. “Si alguien me ofrece, me asesoro y acepto”, asegura Prieto con entusiasmo, minutos después se haber vendido una instalación de Lihuel González.
“Todavía no vendimos ninguna con criptomonedas pero estamos abiertos a cualquier tipo de negociación”, sostiene Julián Mizrahi, director de Del Infinito, que ya realizó un importante recambio de las obras que trajo a arteba. “Se vendió bien, se demostró una reserva de valor en piezas fundamentales del arte argentino –agrega-. Significa una renovación de la confianza para levantar el ecosistema del arte local”.
Para agendar:
arteBA, hasta mañana en Arenas Studios (Av. Don Pedro de Mendoza 965, La Boca). Compra de entradas únicamente online en www.arteba.org. General: $600, estudiantes y jubilados: $300
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