Divulgar con rigor y agilidad
LAS CONSOLACIONES DE LA FILOSOFIA Por Alain de Botton-(Taurus)-Trad.: Pablo Hermida Lazcano-296 páginas-($ 16)
En los años 80, el astrofísico estadounidense Carl Sagan cobró celebridad entre un público no especializado merced a un trabajo televisivo en el que, apelando a la mejor tecnología entonces disponible, propuso a los televidentes un viaje por los misterios del universo. La serie, Cosmos , marcó un hito en la divulgación científica. El trabajo de Alain de Botton, joven investigador de la Escuela de Estudios Avanzados de la Universidad de Londres, recuerda, por momentos, al de Sagan. Con la salvedad de que De Botton se mueve en una disciplina más abstracta y que, por ello, plantea un desafío mayor a la hora de pretender "divulgarla": la filosofía. En el año 2000, De Botton preparó para la televisión londinense Philosophy: A guide to happiness , una serie con la que logró despertar el entusiasmo por la filosofía occidental mostrando la vigencia de algunos de sus máximos representantes. Como en el caso de Sagan, el exitoso producto televisivo fue acompañado por una versión escrita, la que acaba de aparecer en español con el nombre de Las consolaciones de la filosofía .
Los filósofos con los que De Botton trabaja son Sócrates, Epicuro, Séneca, Montaigne, Schopenhauer y Nietzsche.
Al presentar a Sócrates, De Botton se detiene en su actitud ante la muerte. Teniendo grandes posibilidades de evitar la condena -tal vez hubiera bastado con que se mostrara amable ante los jueces o, a lo sumo, con que se comprometiera a cambiar su manera de filosofar para no irritar más a los poderosos de Atenas-, Sócrates permanece intransigente en la postura que lo conducirá a la cicuta del final. Una clave para entender esta actitud se encuentra, para el autor, en la poca importancia que el filósofo ateniense daba a la opinión de la mayoría frente a la que él consideraba proveniente de un experto, de un sabio o de la divinidad.
En el capítulo sobre Epicuro la atención se concentra en su concepción del placer y de la amistad. Lejos de la imagen del hedonista desenfrenado que sus detractores popularizaron, Epicuro encontraba el placer en una vida libre de preocupaciones, sin ataduras y rodeada de amigos con los que poder reflexionar:"Debes examinar con quiénes comes y bebes antes de conocer qué vas a comer y beber, porque llenarse de carne sin un amigo es vivir la vida del león o del lobo".
En cuanto a Séneca, De Botton lo presenta como un maestro para enfrentar las adversidades. Es que el estoico supo aceptar el dictamen de la Fortuna aun cuando ésta se manifestó bajo el rostro de la injusticia. De Botton nos recuerda algunas palabras que dan cuenta de su pensamiento: "Todas las obras de los mortales están condenadas a morir, vivimos en medio de cosas perecederas. Has nacido mortal, has parido mortales. Piensa en todo, espéralo".
De Montaigne destaca el autor su valoración de la experiencia personal en detrimento de la erudición libresca, su ponderación del cuerpo y su capacidad para sopesar las posturas aparentemente contradictorias que se pueden sostener en torno a cualquier cuestión.
En las páginas dedicadas a Schopenhauer, De Botton focaliza la atención en su pesimismo -"La historia de una vida es siempre la historia de un sufrimiento"- y en su concepción del amor y del matrimonio -"contraer matrimonio vale tanto como hacer lo posible por convertirnos en seres repugnantes el uno para el otro"-.
Finalmente, en Nietzsche encuentra De Botton un ejemplo en la lucha contra las propias limitaciones. Conocer qué somos capaces de llevar a cabo, qué podemos hacer, es un paso necesario para poder ir más allá, para superarnos a nosotros mismos. El superhombre nietzscheano nada tiene que ver -nos recuerda el autor- con un superman de historieta ni con el líder fascista construido por su hermana Elizabeth. Es más bien la imagen de quien, desde cierta vocación de artista, les hace frente al peligro, al sufrimiento, a la incertidumbre y se atreve a encontrar en ellos el material que le permita crear un camino propio de superación.
Más allá del carácter desafortunado del título (tomado por De Botton de De consolatione philosophiae , del filósofo romano Boecio), que sugiere una inconveniente asociación con textos de "autoayuda filosófica", y de las recurrentes referencias a situaciones cotidianas con las que se busca dotar al libro de mayor agilidad provocando, en realidad, el efecto contrario, Las consolaciones de la filosofía merece un lugar entre las buenas obras de divulgación. Porque, tal como en el caso de Cosmos , que mencionamos al principio, en ella se alcanza de un modo notable el equilibrio entre claridad expositiva y rigor que el género exige.
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