Diez años de Móvil: de fábrica de caucho a espacio de experimentación artística
En una misma exposición se reúne el trabajo de una veintena de creadores que pasaron por la sala en la última década; la muestra terminará con un “conjuro”, la performance de 24 horas de baile de Marina De Caro
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Cuando nació, Móvil era una rareza. Un galpón enorme, donde no se vendían obras como en las galerías ni se montaban muestras antológicas como en los museos. Hace diez años, este espacio de aires fabriles empezó a producir grandes instalaciones en las que los artistas saltaban de escala y probaban cosas nuevas. Y así también daban un giro en sus carreras. Para los 21 artistas que pasaron por ahí, fue un punto de inflexión.
Para celebrar la década, una muestra colectiva reúne a todos los creadores que fueron parte de la sala de Parque Patricios, ahora dirigida por Solana Molina Viamonte, quien la fundó junto a Alejandra Aguado en 2014 como una organización independiente y sin fines comerciales con sede en cheLA, centro autogestionado de experimentación en arte y tecnología. “La idea fue crear un espacio para que artistas jóvenes, en un sentido muy amplio, pudieran desarrollar su primer proyecto de envergadura, con acompañamiento curatorial, espacio, financiamiento y mucho diálogo, para salir de su espacio habitual de trabajo y que puedan, sin las presiones de la galería ni de un museo, generar un proyecto que tuviera que ver con sus intereses profundos”, explica Molina Viamonte.
El arte que posibilita Móvil es el que comisionan las instituciones, pensado como una investigación que pueda ocupar un espacio y dar al visitante una experiencia inmersiva. Por eso, no es casualidad que después de estos grandes saltos de escala, los artistas puedan comenzar carreras en el exterior. Nicolás Sarmiento se instaló en España, Mercedes Azplicueta vive en Holanda, Santiago de Paoli en Nueva York, Tomás Maglione y Nicolás Mastracchio coinciden en Berlín y Sebastián Roque, en Milán.
Punto de fuga se llama la muestra aniversario, que vuelve a reunir el equipo curatorial fundacional, sumando a la curadora, escritora y editora canadiense, Sylvie Fortin. “La muestra propone un archivo performático de los diez años de programación de la institución, un índice prospectivo de lo que podría venir y un manifiesto a la solidaridad”, escribe Fortin.
A la sala, que fue alguna vez una fábrica de caucho se ingresa por un muro atravesado por una figura humana, al estilo correcaminos, obra de Jesús Jair Toledo. “Nunca hice nada mejor”, dice el artista. Pronto llaman la atención los tres arlequines de Manuel Molina, salidos de pinturas de Picasso y Velázquez. La etiqueta de la prenda es kilométrica: “Consigna toda una serie de bufones de corte del siglo XVIII europeo, quiénes son, y qué característica física o mental tienen por la cual son bufones de la corte”, señala la curadora.
De fondo, un textil remite a cada uno de los expositores, obra de Celina Eceiza. “Soy fan de todos los artistas que empezaron por Móvil, entonces quise hacer un póster como si fueran estrellas de rock”, dice la artista, que actualmente exhibe su primera muestra individual, Ofrenda, en el Museo de Arte Moderno. Se escucha un silbido, es el trabajo de Joaquín Aras, que rescata grandes tesoros de la memoria, bandas sonoras de películas que lo marcaron en su vida.
En la exposición hay piezas clave para las trayectorias de los artistas, como la de Elena Dhan, que inauguró la muestra con una de sus obras estirables. Un ventilador desfasado, de Irina Kirchuck. Pinturas doble faz de Joaquín Boz. Cuadros en cera de Benjamín Felice (reciente ganador del Premio Azcuy) y otras piezas de Mariana Ferrari, Julián D´Angiolillo, Denise Groesman, Leo Estol, Leticia Obeid y Lucía Reissig.
El fin de fiesta, el 28 de diciembre, será una gran performance de resistencia que sostendrá durante un día completo de un baile, de Marina de Caro. “Se trata de un conjuro en contra de la crueldad. Un cambio de energía. Vamos a armar un campo magnético por 24 horas entre la música y la danza. Vamos a bailar en el espacio de Móvil para recargarlo para el futuro, el porvenir, después de estos diez años”, cuenta De Caro. Su obra para Móvil fue fuera de sede: El universo en un hilo, un poema visual a modo de ópera que conjugó imagen, musicalidad y movimiento, fue estrenada en Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La Plata en 2017. “Han sido todas las muestras tan distintas en estos diez años...”, señala Molina. Un verdadero punto de fuga.
Agenda. Punto de fuga. Hasta el 21 de diciembre, los sábados, 16 a 20 en Iguazú 451. Cierre con performance de Marina De Caro: 28 de diciembre. Entrada libre y gratuita.
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