Diego Perrotta, un viaje visual sin escalas de Liniers a Singapur
En el Palais de Glace se puede ver la retrospectiva del artista, cuyas obras oscilan entre lo mágico y lo familiar
Iconografía poblada de seres monstruosos, diablos y héroes proteicos, El fuego secreto de la serpiente, la muestra de Diego Perrotta en el Palais de Glace, sintetiza la trayectoria del artista, nacido en 1973 en el barrio de Liniers. "Sintetizar" no es quizá la palabra adecuada para describir una exposición que reúne 15 acrílicos de gran tamaño, cinco esculturas en resina y 35 acuarelas. Los personajes de las mitologías de Perrotta, así como los paisajes volcánicos, desérticos o acuáticos, se renuevan en El fuego secreto... al calor de una paleta vibrante y un mundo propio. El día de la inauguración, más de 700 personas se acercaron a Posadas 1725 para acompañar al artista, y el primer fin de semana de primavera la muestra convocó a más de mil asistentes. "La muestra reúne obras de los últimos dos años de producción -dice-. A través de la creación de diferentes personajes y situaciones, construyo un relato donde la metáfora y la cita irónica se convierten en recursos fundamentales."
Varias colecciones privadas y públicas, como las del Sívori y el Castagnino+macro de Rosario, poseen obras de Perrotta. Un coleccionista alemán, que ya poseía pinturas suyas, invitó al artista y a su esposa a viajar a Singapur a fines de 2015. El viaje se extendió por Tailandia, Camboya, Indonesia y Turquía. "Allí encontré un entorno mágico y a la vez familiar -dice-, con ferias y puestos callejeros multicolores, con templos repletos de imágenes con seres fantásticos y esculturas de animales mitológicos que me recordaban las santerías del barrio de Liniers, los carnavales del norte argentino y las festividades mexicanas." En los locales de las calles de Singapur y otras ciudades de Asia, la mirada de Perrotta captó cierta cualidad de lo sagrado que se expresa en las imágenes de la muestra, mitad instalación, mitad gigantesca narración visual. La novedad la constituyen las cinco esculturas en resina, cubiertas con pintura blanca, que definen un cuadrilátero donde el bien y el mal combaten. En las pinturas de Perrotta, la justicia posee un atributo trascendental. En ocasiones, ser justo equivale a ser sabio.
Como sus criaturas, intuye que la justicia no se juega tanto en los tribunales como en la solidaridad y el afecto que las personas sienten por su trabajo. La muestra se extenderá hasta el 20 de noviembre y la entrada es libre y gratuita.
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