Diarios de motocicleta
El laureado cineasta brasileño Walter Salles (Estación Central) explica por qué narrar el viaje del Che Guevara le abrió las puertas de un continente nuevo
RIO DE JANEIRO.- Cuando se habla del renacimiento del cine latinoamericano, gracias a grandes éxitos taquilleros y de su presencia más visible en los festivales internacionales, siempre sale el nombre del director brasileño Walter Salles.
Su "Estación Central" (1998) ganó el Oso de Oro en el Festival de Berlín, el Globo de Oro y tuvo dos nominaciones al Oscar, fue la película latinoamericana más galardonada internacionalmente en los `90. Fue productor de "Ciudad de Dios", de Fernando Meirelles, otro gran éxito internacional. Su nuevo film, producido por Robert Redford, basado en los diarios del mítico viaje que Ernesto "Che" Guevara y Alberto Granado emprendieron en 1952 por América del Sur, es otra señal de vitalidad del cine de la región.
Hay actores de México, de la Argentina, de Chile, de Perú, el guionista es de Puerto Rico, el compositor de la banda sonora es un argentino afincado en México. Y el brasileño Salles, director del film que se estrena la semana que viene en Buenos Aires.
-Quien ve "Diarios de motocicleta", nota que has sentido el mismo encantamiento por América latina que Ernesto y Alberto durante su viaje. ¿Qué has descubierto, que no imaginabas antes?
-Rehicimos por tres veces el viaje que Guevara y Granado emprendieron en 1952. Dos para buscar las locaciones, la tercera para filmar. Lo que más me ha impresionado fue lo poco que nuestro continente ha cambiado en los últimos cincuenta años.
Los problemas estructurales permanecen, los desequilibrios en la distribución de renta y de la tierra también. Esa percepción ha dado un carácter casi documental a la película que intentamos hacer. Desde un punto de vista personal puedo decir que empecé ese proyecto sintiéndome un director de cine esencialmente brasileño, y terminé sintiéndome brasileño y latinoamericano. Como Rodrigo de la Serna ha dicho en una entrevista, es como si los contornos de mi casa se hubiesen alargado...
-En los últimos años, películas argentinas y brasileras conquistaron grandes éxitos de taquilla y, al mismo tiempo, volvieron a brillar en el circuito de los festivales. ¿Hay razones parecidas para ese renacimiento?
-En Brasil, vivimos un momento muy grave de ruptura en la producción cinematográfica, resultado de la guerra que Collor declaró contra la cultura brasilera en el inicio de los `90. En los años ochenta hacíamos unos setenta, ochenta largometrajes por año, caímos a cero en el inicio de los `90 con la implosión de los mecanismos de ayuda a la cultura. Dejar de hacer cine por cuatro años fue algo doloroso, el país se quedó sin su reflejo en la pantalla. Con el impeachment de Collor y la vuelta de las leyes de incentivo, el cine brasileño renació. El cine de la "retomada" se caracterizó por un deseo colectivo de hablar de nuevo nuestra lengua; de investigar una identidad brasilera que se redefinía en aquel momento. "Tierra Extranjera" y "Estación Central", por ejemplo, hablan de esa búsqueda. En estos diez últimos años, el cine brasilero reencontró el diálogo con el público, y varias películas excedieron la marca de dos millones de espectadores. Nuevos realizadores, como Karim Ainouz y Fernando Meirelles, demostraron que tenían nuevas cosas para decir. El documental brasileño vive hoy uno de los momentos más creativos de las últimas décadas, reflejo de una tierra que está, más que nunca, en trance.
Estamos mejor que hace diez años, pero también vivimos un problema dramático: existe mucho más talento en el cine brasilero, que capacidad para materializar los proyectos por causa de las dificultades de financiación.
Pasando al cine argentino, creo que el mejor cine joven que se hace hoy el el mundo no es el asiático ni el brasilero, es el argentino, posibilitado por una generación extraordinariamente talentosa, que incluye directores tan fértiles como Pablo Trapero, Lucrecia Martel, Adrian Caetano, Lisandro Alonso, Pablo Reyero, Daniel Burman, entre tantos otros.
Pero no se trata de una generación espontánea; es parte de una cinematografía que sobrevivió los años de plomo gracias al coraje y al talento de directores de valor, en todos los sentidos. Una cinematografía es realmente fuerte si por un lado los maestros continúan en actividad y, por el otro, los jóvenes directores dispuestos a proponer nuevas formas de mirar el mundo. Esa es la suerte del cine argentino, hay varias generaciones que conviven en la actividad. Al lado de la nueva generación, hay excelentes realizadores como Sorín, y maestros como Solanas.
-¿Fue muy distinta la experiencia de filmar en la Argentina que en Brasil? ¿Qué tal fue vivir en Buenos Aires?
Vivir en una ciudad como Buenos Aires es un privilegio, por la calidad del debate intelectual, por los museos y librerías, por los amigos que he encontrado. En cuanto a filmar allí, cada país tiene sus códigos propios de producción cinematográfica, no hay uno que sea igual al otro. "Diarios ..." es el resultado de un esfuerzo colectivo de cine realizado por argentinos, chilenos, peruanos, mexicanos, brasileños. Al inicio, fuimos una especie de babel fílmica, pero al final tuvimos la sensacion de que formábamos una misma familia y que todos habíamos protagonizado la misma historia.
-¿Sería interesante para los argentinos contar con una herramienta de desgravación fiscal como la Ley Rouanet?
-No creo. La ley Rouanet tiene calidades, pero somete al director de cine a las leyes del mercado y esas leyes son injustas. Mire lo que ocurre en Brasil hoy. Es difícil ver un joven director que estrene un largometraje con menos de treinta años. En ese sentido, la ecuación argentina, el modelo de producción fomentado por el Estado, me parece más democrático.
-Los mayores éxitos de taquilla comienzan a estrenarse en la región. "Ciudad de Dios" y "Estación Central" se pudieron ver en la cartelera argentina, igual que "Nueve reinas" y "El hijo de la novia", en Brasil. Pero las pequeñas producciones de los jóvenes talentos de los dos países no llegan a ser exhibidas comercialmente. ¿Qué es lo que falta para romper esa barrera?
-Que se pongan en marcha nuevas propuestas de intercambio por parte de nuestros gobiernos en el área cultural; que se fomenten acuerdos de coproducción entre la Argentina y el Brasil.
Tengo una propuesta concreta que podría ser implementada inmediatamente. Existe una cuota de pantalla que protege a la película brasilera: ¿por qué no extender ese beneficio a los films argentinos? Películas esenciales como "La ciénaga", "El bonaerense" o "Bolivia" podrían llegar más rápidamente a los cines brasileros, si hubiera esa clase de incentivo en la exhibición.