Diario de identidad
RAFAELA Por Mariana Furiasse-(SM)-127 páginas-($13)
Rafaela es el libro con el que Mariana Furiasse ganó la primera edición argentina del concurso Barco de Vapor, prestigioso certamen que la editorial española SM viene organizando desde hace muchos años. También Rafaela es el nombre de la adolescente de diesciseis años cuya voz se inscribe en esta novela con el registro poderoso de un yo adolescente y autoreflexivo.
En la sencilla tarea escolar de hacer por escrito un autorretrato, Rafaela descubre la clave de la escritura autobiográfica: es siempre ficción narrativa. Esta noticia es maravillosa para ella en un doble sentido. Por un lado le permite construir el autorretrato para la escuela, a medida de esos lectores (profesora y compañeros) que no la registran. Rafaela descubre que la escritura puede ser también un escondite, máscara textual que le permite hablar de ella sin mostrarse. Pero también descubre el deleite de escribir un diario íntimo: registro puntilloso, dialógico y vital que pone en palabras la metamorfosis emocional de la adolescente. La imagen corporal y su aceptación, el amor, el duelo por la niña que ya no es y por los padres que esa niña ya no tiene. Todos han cambiado.
Esa duplicidad que Rafaela descubre en la escritura es parte del fino trabajo que realiza Furiasse. La operación es por demás interesante: el yo que se narra es el de una identidad en construcción, una identidad armándose como rompecabezas y particularmente interpeladora para jóvenes lectores capaces de leerse, de identificarse, en esas palabras enunciadas a los dieciseis años. Pero ese mismo yo es capaz de recuperar para los lectores adultos un tesoro añorado: la casa de la adolescencia.
No hay un recuerdo edulcorado de esa etapa de la vida, no es un registro complaciente sino más bien un laboratorio inquietante, sitio de sorpresas, posibilidad de recuperar en la cotidianidad las angustias, las preocupaciones, las preguntas pero también un cuerpo joven y su pulsión, una mirada aguda ante la cual el mundo adulto aparece con nuevos sentidos, con la complejidad de las relaciones interpersonales.
Para escribir la memoria que emerge en un diario íntimo no hay una receta o fórmula que garantice su exacta transmisión. Furiasse lo sabe y con palabras dúctiles alterna resoluciones audaces con fragmentos que atenúan notablemente una voluntad conclusiva.
En Rafaela cada día es hoy, el tiempo que rige el relato es siempre la urgencia, la premura. La que se escribe es azuzada por la necesidad de contar la vida, de pasarla en limpio, de dialogar en el texto con los otros. Diálogos imaginarios, telefónicos o virtuales, las palabras tienen la fuerza de la oralidad y la sutileza de la escritura y es en esa tensión donde la urgencia es contestada con paradógica morosidad, donde la reflexión no se apura sino que sopesa el detalle, en Rafaela hay un notable cuidado con todo lo frágil.
En la novela el cuerpo pesa: Rafaela es gorda. La valoración social de su contorno corporal, siempre un problema para la adolescente, se alterna con la expresión de una vivencia subjetiva de esa realidad, no siempre feliz. La autora esquiva grácilmente la fácil concesión a la correción política.
Rafaela es un cuerpo entre otros, un cuerpo atravezado por diversos e interesantes puntos de vista ideológicos. Ese contorno de ideas es también metaforizado en la bella ilustración de Pablo Bernasconi que aparece en la tapa. (A partir de 12 años).
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