Diamantes y barro, en las dos caras de Richard Avedon

La muestra de 106 fotografías de Richard Avedon (1923-2004) promete ser una síntesis dramática y, a la vez, deslumbrante, de lo que fue el siglo XX: glamour y discriminación, refinamiento y violencia, diamantes y barro. La exposición Richard Avedon. Relaciones se exhibe en el Palazzo Reale de Milán hasta el 20 de enero de 2023.

Avedon, como lo revela su trabajo, no sólo fue un fotógrafo de moda; documentó su época; era uno de los grandes retratistas de su tiempo, ya fuera de reyes, famosos o desconocidos. Registró en sus imágenes y proyectos los movimientos de los ciudadanos estadounidenses por sus derechos cívicos así como las luchas en contra de la guerra de Vietnam y de la marginación racista y sexista. Para la revista Rolling Stones hizo La Familia, retrato colectivo de la élite estadounidense en oportunidad del bicentenario del país.

Hay dos libros con fotos de Avedon en los que se despliegan sendas vertientes de su labor. En Observations (Observaciones) están los retratos de celebridades, comentados por Truman Capote y con citas de otros autores, elegidas por éste. Hay un retrato en el que Arthur Miller está sentado y Marilyn Monroe, por entonces su mujer, de pie, detrás de él, le abraza la cabeza y la estrecha, mejilla contra mejilla. Los ojos de Miller brillan radiantes. Ella le dedica una sonrisa de las que encandilaron a millones de espectadores. El epígrafe es una cita de John Keats: “No podían sentarse a comer juntos, pero se sentían en paz el uno al lado del otro”.

Nothing personal (Nada personal), otro libro de Avedon, está relacionado con personajes centrales de los Estados Unidos, pero también con los marginados. Es una obra de enfoque social acentuado por el texto de James Baldwin, el autor de El cuarto de Giovanni. La cámara de Avedon fotografía al general Eisenhower; a Allen Ginsberg, el poeta, pero también a los miembros del partido nazi norteamericano, a la clase media y las situaciones de racismo. Baldwin denuncia la persecución racista y sexista, la degradación mediática; y sus efectos en la educación de la entera sociedad del país.

Avedon trabajó mucho en fotos de moda y publicitarias. Les dio una nueva orientación. Hizo que las modelos abandonaran la rigidez y se movieran con naturalidad. En una de sus tomas más llamativas (1955), Dovima, reina de la elegancia y el chic, apareció con un vestido de soirée de Dior, acariciando dos elefantes en el Circo Medrano de París. Esa extravagancia abrió la fantasía de dos continentes.

La producción más ambiciosa de la Vogue americana y Avedon, en la época de la editora Diane Vreeland, estuvo dedicada a pieles; hoy estaría prohibida. Esas 26 páginas de 1966 costaron el equivalente en valores actuales de 8 millones de dólares. El equipo pasó cinco semanas de invierno en las regiones más frías y nevadas de Japón. Avedon iba al frente con la modelo estrella de aquellos años, la altísima Veruschka, condesa Vera Gräfin von Lehndorff-Steino, y con un gigantesco luchador de sumo imponente y oscuramente sexy.

Otra de las imágenes de Avedon que trascendieron la moda fue la de una campaña de Versace, cuando este aún vivía, en defensa de la libertad viril con la leyenda: Men without Ties (“Hombres sin ataduras” u “Hombres sin corbatas”). El modelo varón más apuesto de aquellos años, Marcus Schenkenberg, completamente desnudo, estaba a punto de saltar. Se lo veía aún apoyado sobre las puntas de un pie, de perfil, con la otra pierna ya en el aire, el sexo oculto por el muslo y corbatas atadas a la cintura, que se arrancaba.

Los contemporáneos de Avedon fuimos en alguna medida formados e informados por él. Le debemos ropas, actitudes, posturas, viajes, placer, libertad: ensueño y realidad.

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