Un burro, un perro, una gallina y una gata: nuestro hit de cada invierno
Por Constanza Bertolini
Los años pasaron desde aquella primera vez en que una nena con promesa de inquieta y bien charlatana veía a upa en la platea cómo cuatro animales que se escaparon de sus dueños cantaban y bailaban un mensaje de libertad, bien común y amistad. Lo que no pasó con cada temporada es ese amor incondicional por Saltimbanquis, que resurge en toda la familia cada vez que llega el invierno, con sus vacaciones y el Día del Niño. ¿Se puede ser amigo de una obra de teatro? Cómo explicarlo; en términos futboleros, diríamos que Saltimbanquis "es un sentimiento".
¿Se puede ser amigo de una obra de teatro? Cómo explicarlo; en términos futboleros, diríamos que Saltimbanquis es un sentimiento""
Después de su viaje físico desde el escenario del Teatro Regio y la sala Casacuberta a la Ciudad Konex y el Cultural San Martín, este año el musical infantil que dirige Pablo Gorlero hace solamente funciones digitales: en las pantallas. Y también en las redes sociales los entrañables bichos que protagonizan la historia –adaptación escénica de Los músicos de Bremen de los hermanos Grimm– tienen a esta altura hasta
una cuenta de Instagram, desde la que estuvieron acompañando con vivos, juegos y canciones a los chicos en cuarentena.
Pero, volviendo a la premiada obra de teatro, se trata de la huida de un burro, un perro, una gallina y una gata, que hartos del maltrato de sus amos se van a la gran ciudad y forman una banda (que canta los temas originales del musical de Sergio Bardotti y Luis Bacalov, con un hermoso coro y cuerpo de baile de niños de todas las edades). Como los dueños de estos animales, que siempre vuelven, Saltimbanquis está "disponible" ahora para sumar nuevos discípulos a la causa. La alegría y los valores son los mismos de siempre.
Hoy, a la gorra online en Timbre4.com, y todos los días en la plataforma Teatrix.
Todo es mucho mejor con un... oso en la familia (y una mermelada de naranja)
Por María Fernanda Mugica
Un oso peruano llega a Londres en busca de un nuevo hogar. Como su nombre es un gruñido bastante difícil de imitar para los humanos, la familia que lo adopta decide bautizarlo como la estación de tren en la que lo encontraron: Paddington. A los pocos minutos de empezada la película, el espectador ya está enamorado de sus buenos modales aprendidos de sus tíos osos, su entusiasmo por una nueva vida en una Londres soñada, que pronto descubrirá que es distinta de lo que esperaba, y su gusto por la mermelada de naranja. Acostumbrarse a vivir en una casa y convencer a los Brown de que es el integrante que les estaba faltando le lleva tiempo y varios hilarantes accidentes domésticos, mientras intenta escapar de las garras de la villana aficionada a la taxidermia, interpretada por Nicole Kidman. En la segunda película, vivirá las dificultades de encontrar un trabajo idóneo y la injusticia de ser condenado por un robo que no cometió, por culpa de un actor en decadencia, encarnado por Hugh Grant.
El universo de Paddington, construido en sus dos excelentes películas, escritas y dirigidas por Paul King, está pintado de colores pasteles y musicalizado con los sonidos caribeños del calypso; tiene personajes fabulosos, escenas de comedia física que recuerdan a Buster Keaton y un encanto anticuado, despreocupado por ser cool (lo cual, por supuesto, termina siendo cool). Toma posición sobre el valor del amor familiar (como sea que esté formada esa familia, incluya a un oso o no) y la solidaridad con los vecinos; reflexiona sobre la inmigración con un mensaje antidiscriminación; aboga por la esperanza en la rehabilitación de criminales; y, sobre todo, promueve los poderes redentores de la mermelada de naranja.
Paddington, disponible en Amazon Prime Video; Paddington 2, disponible en Netflix.
La salida al mundo de Auggie, el puntapié perfecto para una charla en familia
Por Dolores Graña
Auggie Pullman vive con el síndrome de Treacher Collins, que provoca una serie de malformaciones en el rostro y por el que ha debido realizarse innumerables cirugías desde muy pequeño. Después de haber pasado casi toda su vida en los confines de su casa, su madre decide anotarlo en una escuela, a la que arriba con todo su encanto, su talento para las ciencias y su frondosa vida interior. Una vez allí, le espera el golpe que propina la distancia entre sus ilusiones y la realidad, a medida que comprueba que su aspecto inusual parece una barrera infranqueable para hacer amigos y ser uno más en la escuela, pero también una sorpresa: la gente cambia.
La salida al mundo de Auggie también marca el comienzo de una nueva etapa en su familia, que hasta ese momento orbita alrededor del chico y sus desafíos cual planetas en sus revoluciones ante el Sol. Su hermana adolescente, que dista de ser "la niña más considerada del planeta" como todos creen, tiene sus propias ideas de qué le deparará el futuro, y sus padres son un capítulo aparte: tironeados por la culpa y el miedo, deseosos de ver independizarse a Auggie y a la vez confundidos por la posibilidad de volver a dirigir sus miradas hacia ellos.
El best seller de R J Palacio (que tiene varias continuaciones dedicadas a las vidas de los amigos de August) tiene aquí una lograda –y astringente– adaptación de Stephen Chbosky que evita los puntos más edulcorados del original. El vínculo en pantalla de Jacob Tremblay (La habitación) y la siempre radiante Julia Roberts, como su atribulada madre, es uno de los elementos más luminosos de Wonder, película perfecta como puntapié para una conversación familiar acerca de los vínculos y el desmantelamiento de la noción de "normalidad".
Disponible en Netflix.
Improvisación en breves escenas chaplinescas que se arman a tres bandas
Por Juan Garff
Bombín y piano son el punto de partida para las Historias de un Quién. Personajes en variaciones infinitas y variopintas surgen de las improvisaciones de Javier Zaín, en contrapunto con el músico Stéfano Troncaro. Un quiosquero preparando pochoclo en su cocina, un sapo celebra su enamoramiento tomando gaseosas, un pintor bajito debe darle color al Obelisco...
Estrenada como obra teatral que se iba a reponer en abril, Historias de un Quién se convirtió rápidamente en una serie de episodios emitidos por YouTube. Las breves escenas chaplinescas se arman a tres bandas, entre las propuestas de personaje y situación de los chicos por chat, Zaín que las representa en su estudio casero, con su nariz de clown, un biombo y tres escalones móviles que pueden ser auto, carrito o cocina, y el músico Troncaro conectado por Zoom, que improvisa al piano.
Se formó así una galería de capítulos de humor sin palabras y algunas emisiones especiales más extensas, como la subida este fin de semana por el Día del Niño y las que toman como tema de improvisación propuestas de otros artistas como el músico Carlos Gianni o la coreógrafa Gabi Goldberg. El juego actoral y musical es una consecuencia de la iniciativa lúdica de los mismos chicos y a la vez una invitación a proseguirlo en casa.
Ahora que se abrió la posibilidad de grabar en teatros, se unirán a partir de septiembre en próximos capítulos semanales actor y músico sobre un mismo escenario. Hasta tanto sea posible también el reencuentro presencial con el público vale también (re)vivir por pantalla una de las obras previas de Zaín, ganadora de cuatro premios Hugo: Dale!, coprotagonizada por Silvina Sznajder, en Timbre 4.com.
Disponible gratis, con opción de aporte a la gorra, en www.youtube.com/c/historiasdeunquienonline
Una serie con poderoso mensaje: la imaginación es una herramienta para la felicidad
Por Dolores Graña
Acaso el más improbable producto de culto de la temporada pandémica, esta adaptación con sensibilidad contemporánea de las novelas de la canadiense Lucy Maud Montgomery (conocidas en castellano colectivamente como Anne la de Tejados Verdes) tiene como centro a Anne Shirley (Amybeth McNulty), huérfana pelirroja de indomable imaginación, quien llega como producto de una confusión al hogar de los sensatísimos hermanos Marilla y Matthew Cuthbert para poner su vida –y las de todos los habitantes de la idílica Avonlea– patas para arriba en el mejor de los sentidos.
Las novelas recorren el fin de su infancia, su adolescencia y su adultez, acompañando a Anne en su desarrollo y crecimiento, en sus amistades, rivalidades y amores, en sus triunfos y en sus fracasos, haciendo énfasis en una idea poco menos que revolucionaria al momento de la publicación del primero de los ocho libros de la serie, en 1908: la imaginación es una herramienta poderosísima para la felicidad, ya que nos permite descubrirnos a nosotros mismos y reconocer en los demás a pares, así como contemplar la posibilidad de que nuestras presentes circunstancias podrían ser muy distintas. Esto, sumado al énfasis con que la autora –y Anne misma– apuestan a la educación como forma de trascender las rígidas limitaciones previstas para las vidas de las mujeres, sirve como trampolín para que Anne with an e, esta serie creada por Moira Walley-Beckett (Breaking Bad, Flesh and Bone) avance mucho más allá por esa senda, incorporando ideas y peripecias que no estaban presentes en el original, desde el bullying hasta el feminismo. No hay que tener la imaginación de Anne Shirley para saber que esas son cuestiones con las que lidian cotidianamente las niñas y jóvenes de hoy, y no con la imposibilidad de lucir un vestido de mangas abullonadas.
Disponible en Netflix.
Un pasaporte abierto hacia la tierra del futuro: un porvenir más venturoso
Por Marcelo Stiletano
Tomorrowland: el mundo del mañana fue estrenada hace cinco años, pero bien podría funcionar como un reflejo muy adecuado de la realidad de hoy. Nos instala con espíritu de fantasía en una época oscura, sombría, cargada de un pesimismo que solo puede remediarse con un cambio de actitud que podría encontrarse nada más que en los niños, porque ellos pueden mantener siempre viva la capacidad de asombro. La gran protagonista de esta historia es una chica de 12 años llamada Casey (magníficamente interpretada por Britt Robertson) que trata de recuperar el ánimo de un desanimado inventor (George Clooney) a través de un pasaporte abierto hacia la tierra del futuro, donde todo es mejor y las penurias tienen su final. Brad Bird escribió y dirigió obras maestras de la animación como Ratatouille y Los Increíbles, pero esta vez elige una historia con personajes de carne y hueso para volver a mostrar su mejor atributo, el de poner en movimiento una maquinaria virtuosa con genuino espíritu de aventura.
Lo más atrayente de Tomorrowlandes la confianza que Bird pone en el cine como motor de un porvenir más venturoso. Lo hace desde una puesta en escena que nos instala en el medio de un parque temático bien al estilo Disney, pero con reminiscencias de Julio Verne. Bird apuesta con la ayuda de sus héroes (una chica decidida y un inventor que a pesar del desánimo cree en lo que hace) a recuperar la posibilidad de maravillarnos con lo que vemos, con lo que hacemos y con lo que podemos crear. Una fábula extraordinaria de confianza y optimismo levantada como bandera a contramano de las distopías y los futuros negativos que la pantalla nos viene mostrando con demasiada insistencia.
Disponible en Netflix.
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