Di Benedetto y el cine: una literatura escrita como fotogramas de película
De narrar a mostrar: la obra del autor mendocino, de quien se cumplen hoy cien años de su nacimiento, tiene una estrecha relación con el séptimo arte; para muchos críticos, “Zama” es una de las películas más extraordinarias del cine argentino
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Entre amigos y con humor, Antonio Di Benedetto señalaba la paradoja de haber nacido un 2 de noviembre, Día de los Muertos; este año, en ocasión del centenario de su nacimiento se multiplicaron los homenajes al escritor y periodista mendocino que vivió varias vidas. Di Benedetto estuvo detenido por más de un año durante la dictadura militar, luego de que se lo llevaran de la redacción del diario Los Andes el 24 de marzo de 1976. En prisión fue torturado y se le impidió escribir. Fue puesto en libertad en parte gracias a la presión de escritores y organizaciones internacionales de escritores, como el Centro PEN Internacional. Debió exiliarse, primero en Francia y luego en España, donde inició una nueva vida hasta 1984, cuando regresó al país. El autor de dos de las grandes novelas del siglo XX en la Argentina -Zama y El silenciero- falleció en la ciudad de Buenos Aires el 10 de octubre de 1986, a los 63 años.
La relación de Di Benedetto con el cine comenzó en su juventud. “‘Yo quería escribir para el cine, pero en general no soy más que un espectador de cine, y también periodista de cine’, así se expresó Di Benedetto en 1968 -dice a LA NACION la doctora en Letras y docente Sofía Criach-. Mar del Plata, Berlín, San Sebastián, Cannes, los Premios Oscar: el escritor nacido en Mendoza participó como cronista y jurado en numerosos festivales de cine, esos ‘mercados anuales de la vanidad’, como los llamó, aunque no se privó de recorrer, en muchas ciudades, las salas de cine underground. En 1959 fue premiado por su guion de El inocente, basado en su cuento ‘El juicio de Dios’, y escribió luego la adaptación cinematográfica de la novela Álamos talados junto a su autor y gran amigo, Abelardo Arias. Hacia el final de su vida, trabajó como asesor del Instituto Nacional de Cinematografía. También participó de la efímera e intensa edad de oro del séptimo arte en la provincia de Mendoza, que tuvo lugar durante la existencia de Film Andes, moderno estudio fundado por un grupo de empresarios, principalmente bodegueros, aunque también provenientes de sectores vinculados al Estado y de círculos intelectuales. De la grandeza de esos estudios hoy solo quedan, como huella de su desventura, los enormes galpones, vendidos a una multinacional de bebidas gaseosas”.
“Yo pude escribir un relato a la manera tradicional, como había aprendido que se hacen cuentos, como me lo pudo enseñar Horacio Quiroga o Chejov o Kafka -dijo Di Benedetto en 1972-. Pero esa necesidad de expresarse con el lenguaje del arte de nuestro siglo, es decir, expresarse con imágenes y sonidos, hizo que yo dijera: no lo voy a contar así no más, lo tengo que contar de otra manera; esa otra manera era la aproximación al cine”.
La literatura dibenedettiana revela el influjo del cine. “Nuevo y prodigioso lenguaje artístico al cual acudieron los escritores ávidos de renovación, desde Hemingway hasta los franceses cultores de la nueva novela, pasando por nuestros latinoamericanos del Boom -destaca Criach-. Haciendo hincapié en la imagen visual, en una sintaxis narrativa fragmentaria, como si se tratara de fotogramas de una película, y en la supremacía de la mirada como cámara objetiva, este desplazamiento de narrar a mostrar las historias se manifiesta, por ejemplo, en el largo relato “Declinación y Ángel”, de 1958, ‘narrado exclusivamente con imágenes visuales, no literarias, y sonidos’, como precisó en su prólogo, el escritor traslada y resignifica recursos cinematográficos, transmutando la materia verbal en artificio audiovisual, como si la historia que leemos aconteciera en una pantalla frente a nuestros ojos. El cuento ‘Caballo en el salitral’ es probablemente el ejemplo más elaborado y refinado de este estilo”.
Por la experimentación formal de sus relatos, muchos asociaron la literatura de Di Benedetto con la nouvelle vague. “La singular estructura narrativa y temática de su novela El pentágono, de 1955, guarda un curioso parentesco con el complejo montaje de secuencias repetitivas y flashbacks que ilustra las posibilidades de relación entre un hombre y una mujer en El año pasado en Marienbad (1961), película de Alain Resnais con guion de Alain Robbe-Grillet -dice Criach-. La seducción del cine se vislumbra, también, en el grotesco neorrealista de muchos de sus relatos, expresado en la preferencia por los personajes ‘mínimos’, como los niños o los hombres de pocos recursos, del campo o de los suburbios, en las pequeñas tragedias cotidianas, y en el sometimiento de los personajes femeninos”.
El director Juan Villegas fue el primero en este siglo en adaptar al cine una novela de Di Benedetto. En 2006, se estrenó Los suicidas, con Daniel Hendler y Leonora Balcarce en los papeles protagónicos. “En Los suicidas (1969), una novela que incursiona en algunas convenciones del relato policial, el itinerario por la ciudad del narrador protagonista, el periodista-investigador, es representado de un modo dinámico en una sucesión de fragmentos, especie de tomas, de ‘fotogramas narrativos’, enlazados a la manera del montaje cinematográfico”, indicó el escritor y crítico Carlos Dámaso Martínez.
“El cine y la literatura son más o menos lo mismo -dice Villegas a LA NACION-. Las diferencias entre una película y una novela, que parecen muchísimas, en realidad son insustanciales. Son distintos procedimientos, distintos mecanismos, distintas circunstancias económicas e industriales, pero la esencia del hecho creativo no difiere tanto. Se trata siempre de ofrecer una versión de la realidad a través de las formas de la ficción. Si decidí adaptar Los suicidas y no Zama, cuando consideré siempre a esta última como superior, fue porque Zama, por su densa complejidad y potencia visual, la sentía ya como cine. Zama ya era una película. El cine estaba implícito en su forma literaria. Veía ahí lo mismo que decía Eric Rohmer para referirse a Moby Dick, cuando criticaba la imprudencia de John Huston al decidir adaptarla. Los suicidas, en cambio, parecía el boceto de una película que Di Benedetto hubiera querido filmar. Es decir, sentía que era más un guion de cine que una novela. Adaptarla era completar eso inacabado”.
En 2010, el director Fernando Spiner adaptó al cine el cuento “Aballay” (publicado en el libro Absurdos, de 1978). Su película, Aballay, el hombre sin miedo, de 2010, narra una historia de venganza en el desierto cuyano en clave de western gauchesco. El actor Pablo Cedrón interpreta al gaucho arrepentido de haber matado a otro.
“El cuento llegó a mis manos en Roma, a finales de los años 80 -recuerda Spiner en diálogo con LA NACION-. Me lo pasó un lector de Juan José Saer, que en esos años era un gran difusor de la obra de Di Benedetto en Francia. Me impactó de inmediato la historia de ese gaucho asesino, atormentado por la culpa, que para calmar su dolor decide subir a su caballo para no bajarse jamás, como los estilitas, aquellos monjes que pasaban toda su vida en penitencia, subidos a una columna”.
A Spiner le llevó veinte años concretar la película. “Fue una experiencia que me acercó significativamente al espíritu de ese gaucho obsesionado por mantener su promesa -dice-. Durante el largo proceso de adaptación junto a Valentín Javier Diment y Santiago Hadida, pensamos que un relato tan vinculado a la ética, podría ser enmarcado dentro del género del western gauchesco, del que ya había en nuestra tradición cinematográfica algunas películas como Pampa bárbara, de Lucas Demare y Hugo Fregonese con guion de Homero Manzi y Ulises Petit de Murat. En el caso de Aballay, el hombre sin miedo se trata de gauchos de los Valles Calchaquíes, con su fuerte influencia indígena, lo que nos permitió corrernos un poco del estereotipo de la gauchesca pampeana. Fue muy importante el vínculo de confianza y compromiso que establecimos con el cacique y el Consejo de Ancianos de la comunidad originaria de Amaicha, con quienes realizamos el film en el territorio que les pertenece, junto a un elenco y un equipo técnico de grandes amigos, con los que quedamos unidos para siempre”.
Como indicó la escritora e investigadora Jimena Néspolo, en la película de Spiner se efectúa un “rotundo” cambio de punto de vista. “La ‘mirada del gurí' se vuelve protagónica y la historia gira en torno de la orfandad del hijo del hombre que Aballay ha matado y que vuelve del pasado para vengarse”, escribió.
Según muchos críticos, Zama, de la directora Lucrecia Martel, es una de las películas más extraordinarias del cine argentino. Así como Di Benedetto había creado una lengua para el personaje de don Diego de Zama (”el corregidor, un corregidor de espíritu justiciero, un hombre de derecho, un juez, un hombre sin miedo”), Martel admitió que habían inventado “un siglo XVIII con mucha desfachatez”. La película, estrenada en 2017 y con un elenco internacional, ha sido considerada una obra de arte.
“Algo que tienen en común Zama y el cine es la posibilidad de inventar un lenguaje para el personaje -dijo la directora en diálogo cono otro admirador de Di Benedetto, el Nobel de Literatura J. M. Coetzee-. En el cine, además del temita del idioma, está el tema del habla de los personajes. En nuestra tradición cinematográfica, el modo de representar el pasado, el lenguaje que hablan los personajes es una invención, yo creo, del siglo XIX, cuando ya se había santificado a nuestros héroes. Se hizo en parte en pos de la construcción de nuestro país, que enmascara tantas masacres. El lenguaje que inventa Di Benedetto no tiene referencia documental y eso mismo fue tan poderoso que me convenció de filmar la película”.
Un año de conmemoraciones
Hoy, el Centro PEN Argentina convoca a un ritual con altar de muertos y a una mesa de lectura en Rosario, con David Chulque, Sergio Gioacchini, Marta Ortiz, Diego Suárez, Cristina Martin y Jan Krasni (en el Espacio Cultural Universitario, avenida San Martín 750). Y en la ciudad de Mendoza concluye el encuentro “Di Benedetto, por siempre, eterno” iniciado este lunes. A las 10, en la Biblioteca Pública General San Martín (Remedios Escalada 1843) se hará un homenaje y, a las 21, en el Teatro Independencia (Chile 1184), habrá un espectáculo poético-musical a cargo de Damián Sánchez. Este martes se hizo una charla sobre la filmografía basada en la obra de Di Benedetto y se presentó el tráiler de la película Vidas imaginarias, que a inicios de 2023 estrenará el director Federico Cardone. El proyecto -en el que el escritor es un personaje más- cuenta con guion de Mariana Guzzante, Mariana Abdala y Cardone.
Este sábado, a partir de las 18, en el Centro Cultural Haroldo Conti (Av. Del Libertador 8151) habrá un homenaje al escritor mendocino: se presenta Variaciones Di Benedetto (Añosluz), un ensayo basado en entrevistas de Jorge Hardmeier al escritor, y habrá una charla con Jimena Néspolo, María Laura Prelooker, Sebastián Realini, Juan Alberto Crasci y Joel Vargas. A las 20, Juan Pablo Arredondo Trío y Guillermo Saavedra ofrecerán un espectáculo con lecturas de narraciones breves de Di Benedetto a cargo de Saavedra, musicalizadas por el trío de Arredondo (entrada gratuita con reserva previa en este enlace).
Durante la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires se hizo un homenaje a Di Benedetto y, días atrás, en el Centro Cultural Borges, se realizaron jornadas con la presencia de escritores, críticos y periodistas. En la capital de Mendoza, su provincia natal, durante mayo la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo (Uncuyo) organizó jornadas en su honor, en las que participaron investigadores, críticos y escritores, y en la Feria del Libro de Mendoza, entre el 2 y el 11 de septiembre, Di Benedetto fue el autor homenajeado: se proyectaron cortos y largometrajes y se ofrecieron espectáculos musicales y poéticos basados en su obra y un taller audiovisual, y hubo presentaciones de libros, como Escritos del exilio. Textos desde Madrid 1978-1983 (A. hache), que reúne escritos de Di Benedetto para la revista Consulta Semanal, a cargo de Liliana Reales y Mauro Caponi. Muchos de esos “textos madrileños” son sobre cine y películas de Rainer Werner Fassbinder, Pier Paolo Pasolini, Steven Spielberg y Carlos Saura, entre otros.