Después de treinta años, el histórico director del MoMA de Nueva York dejará su cargo en 2025
Glenn Lowry se despedirá de la institución en septiembre del año próximo; se inicia un proceso de búsqueda internacional para reemplazarlo
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Después de tres décadas como director del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), durante los cuales llevó del siglo XX al siglo XXI a uno de los principales museos de Estados Unidos y del mundo, Glenn D. Lowry anunció hoy que en septiembre de 2025 dejará su cargo. “Es el momento justo para pensar sobre el futuro del museo, y yo me dije, carpe diem”, declaró Lowry. “Todo lo que me propuse hacer hace 30 años ya está hecho o bien encaminado.”
El contrato de Lowry debía ser renovado en junio, y aunque lo invitaron a quedarse, él decidió que ya era tiempo de pasarle el timón a las nuevas generaciones. “No quise ser el que se queda más de la cuenta”, dijo el todavía director del MoMa. Así que según informa el museo, su junta directiva ahora lanzará la búsqueda internacional de su sucesor. Marie-Josée Kravis, presidenta del museo, aseguró que la decisión del apartamiento de Lowry fue “de común acuerdo” y que su contrato “podría haber sido renovado”.
Reemplazar a Lowry, que este año cumple 70 años, no será nada fácil, no solo debido a su largo y exitoso mandato, sino a que en los últimos años las tareas que se esperan de un director de museo se volvieron cada vez más complejas, entre restricciones económicas, agitación social y una pandemia de coronavirus. En estos días, para presidir un gran museo hace falta mucho más que un doctorado en historia del arte y la habilidad de contratar a curadores capaces. Hoy un director de museo debe ser un diplomático con sensibilidad cultural, capaz de comunicarse eficazmente con los artistas, con la junta directiva y con potenciales activistas, así como con los expertos en recaudación de fondos, ya que actualmente las instituciones de la cultura dependen como nunca de los aportes privados.
Lowry también fue definiendo su rol hasta acercarlo al del CEO de una gran corporación, alguien que se sentía tan cómodo hablando con los magnates inmobiliarios de la junta directiva del museo como con los artistas que cubren las paredes de la institución, y le sacaba lustre a su papel con elegantes trajes y pañuelos. “Lowry amplió el debate sobre el rol del arte y la función que cumple una institución pública como el MoMA en la comunidad en general”, dice Kravis, y agrega que gracias a él “el museo tiene una colección mucho más amplia y profunda, convirtiéndolo en un lugar más abierto para el intercambio de ideas.”
Desde que se convirtió en director en 1995, Lowry tuvo a su cargo dos renovaciones importantes del MoMA, así como su fusión de la institución con el Centro de Arte Contemporáneo PS1 en Long Island City, Queens, y el replanteo de cómo se muestra el arte moderno y contemporáneo. Durante su gestión, el fondo del museo creció de 200 a unos 1700 millones de dólares, y su presupuesto operativo aumentó de unos 60 millones a unos 190 millones de dólares anuales.
Lowry también dio aliento a los esfuerzos del MoMA por aportarle mayor diversidad a sus exposiciones, adquisiciones, directivos y personal. En 2015, Lowry y Thelma Golden, directora del Studio Museum de Harlem, presentaron un programa conjunto de becas para artistas emergentes. En el mundo del arte, se menciona recurrentemente a Golden como su posible sucesora.
“¿Cómo se hace para posicionar en el siglo XXI a un museo tan firmemente arraigado en el siglo XX?”, se pregunta Lowry. “Espero haber dejado sentadas las bases de lo que es un museo del siglo XXI sin abandonar nuestras raíces.”
Si bien el MoMA ha tenido su cuota de controversias y sufrido varias protestas —basta recordar los casos de Leon Black y Jeffrey Epstein—, Lowry dice que en última instancia fueron cosas saludables para el museo. “Por supuesto que hay momentos donde uno se siente asediado”, reconoce. “Vivimos en tiempos en que nuestras instituciones culturales son desafiadas y cuestionadas. Eso nos ha obligado a pensar en lo que realmente importa, a adoptar ideas nuevas, diferentes, y a involucrar al público del museo.”
Entre sus planes inmediatos hay una serie de conferencias que dictará en el Louvre de París el próximo otoño y que podrían conducir a la publicación de un libro. “Es la oportunidad de reflexionar sobre todo lo que he aprendido y pensado durante estos últimos 30 años.”
Por ahora, sin embargo, toda su energía está puesta en el MoMA, cuyo enfoque sobre el arte sigue en proceso de evolución. Y está orgulloso de lo que ha logrado. “Es un trabajo en marcha y nuestra responsabilidad es aprender a contar la diversidad de historias que forman parte del arte moderno, y no la historia del arte moderno”, dice Lowry.
“Cuando miro hacia atrás y pienso en quiénes venían al museo cuando me nombraron y quiénes vienen hoy, el cambio es drástico, tanto en términos de raza, de etnia y de edad”, comenta . “Y eso debería ser un verdadero motivo de orgullo colectivo para toda la institución.”
Traducción de Jaime Arrambide