Desfile de arte: Manuela Rasjido marcó tendencia en Arthaus
Cuadros que se vuelven prendas, artistas y curadores que hacen de modelos y exposiciones que se ven con el ritmo de una pasarela
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El arte toma las formas de la moda, y cada vez más los artistas se tientan con hacer de su obra algo para llevar en el cuerpo. Anoche, en la disputada primera fila del desfile de Manuela Rasjido en Arthaus estaban el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Andrés Duprat, los maestros del arte Graciela Taquini, Teresa Pereda, Ernesto Pesce y Leo Vinci, la gestora Diana Saiegh (exdirectora del FNA) y la directora del Museo del Traje, Vicky Salías, entre muchos otros.
Rasjido, que ha recibido premios a la trayectoria de las tres instituciones más prestigiosas de arte del país (Museo Nacional de Bellas Artes, 2018; Fondo Nacional de las Artes, 2020, y Academia Nacional de Bellas Artes, 2023), lleva casi cincuenta años de desarrollo en el arte textil, y su marca Arte para usar es conocida internacionalmente.
La pasarela se dibujaba en el aire de la sala de exposiciones de la planta baja, alrededor de los raros instrumentos del grupo de música experimental Tambor fantasma, que marcó el ritmo de los pasos. Los modelos: las artistas Carolina Antoniadis, Carola Zech, Karina El Azem, Florencia Levy, Leo Chiachio y Daniel Giannone, la galerista Cecilia Caballero, la investigadora Laura Malosetti Costa, los actores Boy Olmi y Katja Alemann, y más curadores, periodistas, músicos y bailarines.
Otra de las modelos fue Delfina Bourse, pintora, que el próximo jueves 4, a las 19, tendrá su propio show, en la muestra Vestimenta/Pentimento (Soportes y materia en tránsito), que comparte con Cecilia Ximenes en el Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551). Con dramaturgia de Juan Manuel Wolcoff y música de Julián Terán y Agustín Srabstein, se verán los trajes que Ximenes compone a partir de costras y partes segmentadas extraídas de la obra de Bourse: a veces son residuos del proceso de trabajo, otras veces son pedazos de acrílicos que pertenecieron a pinturas. Con esa misma idea, Liliana Golubinski vistió maniquíes con sus pinturas en el Paseo de las Artes del Palacio Duhau el año pasado y hace poco más de un mes, referentes del arte local desfilaron las creaciones de Sofía Castro en la performance de cierre de la muestra Patitos Feos, en la galería Valeries Factory.
En la platea de ayer, la académica y maestra del arte textil Gracia Cutuli lucía un Rasjido de años anteriores. “Tengo una gran admiración por Manuela porque es una creadora muy auténtica. Lo que hace ella es reivindicar su herencia, tanto de la tierra que la rodea como de la historia de Catamarca y del mundo andino. Siempre fue una gran artista. Demuestra identidad”, dijo.
También aplaudía la pintora Antonia Guzmán. La diseñadora Poty Hernández acaba de lanzar una colección con parte de los cuadros que ahora se exponen en Zurbarán (Cerrito 1522). “El arte te envuelve siempre. Si encima te vestís con arte es lo mejor que te puede pasar. Es la mejor cáscara que podés llevar por la vida”, comentó Guzmán. Claro, todo esto lo hizo antes Delia Cancela, maestra en eso de ir del lienzo a la prenda. En julio pasado, se vio en la muestra Catwalk (Pasarela), en la galería Herlitzka, un registro fílmico de Impressions, Pablo et Delia, la colección que mostraron actrices, modelos y bailarines en 1979.
Rasjido, que vive en Santa María, Catamarca, creó kimonos, túnicas, ponchos, polleras, tapados y vestidos con vellón de lana hilado a mano. A veces usa el terciopelo de algodón para crear geometría abstracta. Otras prendas llevan a gran escala las flores silvestres de su valle. Se nutre del paisaje tanto como de las culturas originarias. Investiga los procedimientos antiguos de teñido, hilado y tejido. Su obra en el plano del arte abarca el textil, el tapiz y la pintura. Lleva más de cien exposiciones y desfiles. “Me interesó investigar la fusión muy curiosa entre lo Oriental y lo Andino. Por eso, hice kimonos con guarda Wuari, obras constructivas con inspiración propia. Mezclé colores opuestos. En las túnicas de grandes bloques geométricos hay abstracciones del paisaje: se ven puntas de montañas y planos semicirculares, que para mí son el valle”, contó a LA NACION. El color es de la paleta de la artista: “Siempre parto de cero, del vellón. Luego, hilado a mano y telar manual. Los tintes naturales los doy yo. Logré después de años de prueba y error encontrar esos colores intensos, el fucsia, rojo, verde y azul”.
Telas que fue atesorando por años, con hilado finito como ya no se hace. Prendas sustentables, de consumo lento, que hay que encontrar hablando directo con la artista, que no tiene local ni galería, sino que recibe en La Soledad, en Catamarca, la casa taller que comparte con su marido también artista, Enrique Salvatierra. Los precios son de ropa, no de obra. “Manuela siempre es Manuela. La he ido a visitar a los Valles y siempre es ella”, dijo la artista Teresa Pereda.
Lo que podría entenderse como una performance es parte del programa de integración que este centro de creación contemporánea y experimentación artística desarrolla en Bartolomé Mitre 434. “Venimos trabajando en este proyecto hace dos años con Manuela. Ella tiene un aspecto de su producción plenamente en artes visuales, como son sus tapices, pero a mí me interesaba que sus piezas de vestir ingresaran en los espacios de arte más institucionales, porque son verdaderas obras de arte”, señaló María Teresa Constantin, directora de Artes Visuales de Arthaus.
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