“Desde la alta cultura, Oscar Conde ha sabido registrar la nobleza de la cultura popular”
Las palabras de Jorge Fernández Díaz en la ceremonia de ingreso del autor y ensayista Oscar Conde a la Academia Argentina de Letras
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Este martes, en el Palacio Errázuriz, sede del Museo Nacional de Arte Decorativo, tuvo lugar el acto de ingreso del autor, investigador y ensayista Oscar Conde a la Academia Argentina de Letras. El discurso de recepción estuvo a cargo del escritor Jorge Fernández Díaz. Con el título “Los tesoros ignorados de la literatura lunfarda”, el columnista de LA NACION recorrió la trayectoria de Conde, académico titular de la Academia Porteña del Lunfardo desde 2002 y de la Academia Nacional del Tango desde 2015. A continuación, el discurso completo de Fernández Díaz.
“Nos conocimos a los cuatro años en el jardín de infantes, pero cuando teníamos nueve o diez pasábamos muchas tardes en su pequeño departamento de la calle Ravignani, donde jugábamos a los soldaditos y al ajedrez. Muchas cosas inaugurales sucedieron en aquel lugar entrañable de Palermo Viejo: allí descubrimos a Julio Verne, nos convencimos de que podíamos escribir nuestros propios relatos, nos juramentamos ser escritores y escuchamos por primera vez a Gardel. El padre de Oscar Conde era un argentino bondadoso que amaba el tango, y que durante una de aquellas jornadas de gloria nos reveló a Discépolo, cantado por Julio Sosa. En esa pequeña maqueta existencial -lo veo ahora- ya estaba todo. Cada uno de nosotros intentó no defraudar aquel mundo iniciático, aquella expectativa, y nos mantuvimos unidos y vigilantes durante cincuenta años. Cuento esta infidencia solo para aclarar que me caben las generales de la ley en este día tan emocionante: mi vida y mi obra literaria le deben muchísimo a Oscar Conde, a quien no me canso de dedicarle cada uno de mis libros”.
“Pero que conste en actas: cuando hace unos meses alguien lo propuso para ingresar en la Academia Argentina de Letras y llegó al momento de la verdad –donde a veces algunos candidatos pierden por dos o tres votos- el resultado fue raramente unánime y entusiasta. Casi por aclamación. Todos conocían y querían a Oscar Mario Conde. Incluso el ex presidente de nuestra corporación, el doctor José Luis Moure, que no podía estar presente en esa sesión, pidió expresamente que se leyera allí una carta para apoyar la postulación del nuevo integrante. Ese breve texto sintetiza lo que piensa el mundo académico y universitario de mi viejo amigo.
“Dice allí Moure lo siguiente: ‘Creo importante señalar que el dominio lexicográfico al que ha consagrado el doctor Conde su labor de investigación exhibe el valor intrínseco de un área de conocimiento -el de la variedad argótica y el de los registros subestándar-, generalmente menos favorecidos por la preocupación académica. La desatención que ese campo suele sobrellevar parece obviar la evidencia de que la lengua conforma una totalidad de naturaleza heterogénea, ninguno de cuyos elementos, con independencia de su funcionalidad y evaluación social, posee una superioridad intrínseca. El área específica estudiada por el doctor Conde resulta, por otra parte, una aportación de particular importancia para la elaboración de los repertorios lexicográficos del español, especialmente para la de nuestro Diccionario de la lengua de la Argentina, así como para el conjunto de las tareas desarrolladas por el Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de nuestra Academia’.”
“¿Cómo se convirtió Oscar en este especialista crucial que señala Moure? Vale la pena repasar su itinerario básico, y decir que ante todo tomó el camino más largo y difícil, que es el clásico y el científico. Oscar Conde es licenciado y doctor en Letras, fue profesor de griego clásico en la Universidad de Buenos Aires entre 1983 y 2006, profesor de latín y griego en la Universidad del Salvador entre 1993 y 2011 y tuvo a su cargo distintas materias en el Profesorado en Letras del Instituto de Enseñanza Superior Número 1 “Alicia Moreau de Justo” entre 1987 y 2022, donde fue vicerrector. Actualmente, enseña Literaturas y culturas populares en la Universidad Pedagógica Nacional y Lunfardo en la Universidad Nacional de las Artes; también es profesor del Doctorado en Filosofía de la Universidad Nacional de Lanús. Ha compilado los siguientes libros: Poéticas del tango, Poéticas del rock volumen 1 y 2, Las poéticas del tango-canción, Argots hispánicos y, junto a su colega Laura Cilento, Textualidades alternativas. Casos de literaturas marginalizadas en la Argentina”.
“En el orden filológico, Conde rescató del olvido y publicó ediciones anotados de La muerte del Pibe Oscar, de Luis Villamayor; Tangos, de Enrique González Tuñón, y este mismo año, Versos rantifusos y otros poemas, de Felipe Fernández “Yacaré”, en este caso en colaboración con Claudio Martínez. También es autor del ya canónico Diccionario etimológico del lunfardo y de Lunfardo. Un estudio sobre el habla popular de los argentinos, primer premio Municipal de Ensayo Ricardo Rojas de la ciudad de Buenos Aires, ambos editados por el sello Taurus de Penguin Random House Mondadori. También escribió un pequeño libro notable: Charly García, 1983. Como poeta desgarrado y profundamente argentino publicó los libros Cáncer de conciencia, Gramática personal y La risa postergada y es autor del texto para el poema sinfónico Malvinas, del maestro Pedro Chemes, estrenado en abril de 2023 por la Orquesta Sinfónica Nacional”.
“Sus áreas de investigación, en permanente cruce, son dos: por un lado, el lunfardo, el español de la Argentina y la lexicografía de nuestra lengua y, por el otro, la literatura argentina, área en la cual se concentra en los géneros marginalizados, la literatura lunfarda y la cancionística popular (tango, rock y rap). Es académico titular de la Academia Porteña del Lunfardo desde 2002 y de la Academia Nacional del Tango desde 2015″.
“Conde se inscribe en una fecunda tradición de escritores, críticos y ensayistas que desde la alta cultura, desde los cenáculos más encumbrados de la universidad, han sabido registrar la nobleza de la cultura popular. Recuerdo ahora los trabajos pioneros de Aníbal Ford, Eduardo B. Rivera, Jorge Lafforgue, Eduardo Romano y Juan Sasturain, y sus estudios fundamentales acerca de los mal llamados “géneros menores”: el folletín, el policial, la ciencia ficción, la historieta, el periodismo. Oscar introduce a los letristas, y les da el tratamiento de grandes poetas. Es por eso que con Conde ingresan hoy en la Academia Argentina de Letras, muchos fantasmas ilustres que pertenecían por talento y derecho propio a esta casa: Manzi, Cadícamo, Homero Expósito, Catulo Castillo, Pascual Contursi, Celedonio Flores, pero también Spinetta, García, Páez, Calamaro, Ceratti. Y agrego a la lista, por supuesto, a aquel mismo Enrique Santos Discépolo que nos revelaba su padre en nuestro pequeño mundo de la calle Ravignani, donde soñábamos con la literatura pero, lo confieso, nunca pudimos soñar esta tarde inolvidable”.