Desde Finlandia, Leena Krohn saca un pasaje a un mundo de amables insectos
Ya el cartógrafo medieval Olaus Magnus notaba en el siglo XVI que en las regiones nórdicas de Europa abundaban los hechiceros y adivinos. Subrayaba en particular el poder de los magos finlandeses, quienes vendían vientos a los navegantes cuando estos estaban por zarpar. "Muchos –advertía Magnus– han sufrido naufragios por no creer en el poder de estos magos". La obra literaria de la escritora finlandesa Leena Krohn, recientemente traducida al español, renueva en la actualidad la vigencia de ese consejo.
Krohn (Helsinki, 1947) es una de las escritoras más importantes de su país. Es autora de libros para niños, novelas, cuentos y ensayos. Su inspiración es claramente universal: lectora de Camus, de Chejov y también de Borges, sus relatos están además teñidos de la extraña belleza de los bosques y los lagos de Finlandia. Su obra es difícil de clasificar, ya que oscila entre la ciencia ficción y el realismo mágico. Ha sido traducida ya a varias lenguas pero (pese a su originalidad e importancia) permanecía inédita en castellano. La editorial Nordica Libros ha comenzado a subsanar esta falta con la obra insignia de Krohn: Tainaron: cartas desde otra ciudad.
Tainaron es una novela que consta de 30 cartas, cada una de las cuales describe otra faceta de la ciudad homónima. En sus rasgos cotidianos, Tainaron parece una urbe cualquiera: tiene palacios, templos, comercios, y calles ajetreadas. Pero la sensación de extrañeza se revela ya desde los primeros renglones: sus habitantes no son personas, sino insectos inteligentes, del tamaño aproximado de una persona. La idea remite inmediatamente a Kafka y su metamorfosis, pero esta ficción de Krohn está situada en el polo opuesto del horror kafkiano. Los insectos de Tainaron no infunden temor. Por el contrario: son amables, atentos, y excelentes anfitriones. Su vida diaria es como la que se observa en cualquier ciudad: van a trabajar a sus oficinas, hacen compras en sus tiendas y viajan en ómnibus. Pero todas estas conductas casi humanas revelan, al revés de lo que cabría esperar, una ajenidad esencial.
A modo de ejemplo, la protagonista descubre un día que su vecino, a quien llama "un caballero, esbelto y delgado" tiene el hábito de pasar varias horas por día colgando cabeza abajo de su balcón. Al verlo, cree que el pobre está por caer al vacío y piensa en pedir ayuda. Pero luego termina acostumbrándose: "Veo casi todos los días a nuestro vecino colgante, y cada vez que paso debajo de él lo saludo, aunque él jamás me responde. Acaso está durmiendo, o meditando". A pesar de que reside en el departamento contiguo, sus motivaciones últimas permanecen ocultas. Son incognoscibles e insondables.
Esto refleja uno de los principios centrales de Krohn: "La realidad no es racional. Lo cierto es que no tenemos la menor idea acerca de la realidad absoluta, solo acerca de nuestra realidad social. Ni siquiera sabemos qué es lo que no sabemos." Y agrega: "Creo que el mundo visible representa una fracción mínima (sino una suerte de ilusión) de una realidad invisible e imperceptible, que reside a la vez dentro y fuera de nosotros".
Algunos de los habitantes de Tainaron mantienen un aspecto constante: parecen tallos, o hilachas, u hojas. Pero otros cambian de forma hasta volverse irreconocibles: "Aquí es común que te encuentres con algún conocido por la calle, y que éste se te acerque y te refiera alguna anécdota que pasaron juntos, y esta será verídica. Pero cuando le preguntes, ´¿Cuándo fue que ocurrió eso?´, se reirá y responderá: ´Cuando yo era otro´. Y seguramente nunca descubrirás con quien tuviste el honor de conversar, ya que habrá cambiado tan completa y exhaustivamente, tanto en su apariencia como en su forma de vida, que te será imposible reconocerlo."
Con el correr de las páginas, se revela que el cambio es la esencia misma de Tainaron. No solo sus habitantes cambian, también lo hace la ciudad. Cuando la protagonista le pide un mapa a su guía, otro insecto afable y benévolo, éste le responde -cordial pero firmemente- que la idea misma de confeccionar un mapa es inaplicable: "Tainaron no es un lugar, es un evento: algo que sucede todo el tiempo. Nadie puede medirlo. Sería inútil hacer un mapa. Solo serviría para perderse."
Sería deseable que a esta traducción al castellano de Tainaron la sigan otras obras de esta autora. Leena Krohn es una escritora de primera línea, que ha sido comparada con Stanislaw Lem e Italo Calvino. Notable por su sensibilidad y su habilidad narrativa, se distingue también por sumar a planteos universales elementos y atmósferas de la tradición finlandesa. "Hoy -afirma Krohn a LA NACION – la fantasía y el realismo mágico han ganado más espacio entre los lectores. Supongo que esta es una tendencia mundial, pero algunos escritores finlandeses utilizan explícitamente la tradición mitológica de nuestro país. Sin duda, la atmósfera melancólica de la poesía tradicional finlandesa, así como su conexión con la naturaleza han influido sobre mis obras"
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