“Desafiar lo imposible”: la consigna de la Bienal de San Pablo para los próximos tres meses
La 35ª edición de esta muestra de arte contemporáneo, la segunda más antigua en su tipo después de la de Venecia, abre hoy a cargo de un equipo en el que ninguno es jefe
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“¿Cómo se reflejan las imposibilidades de nuestra vida cotidiana en la producción artística?” Esa pregunta inspira la 35ª edición de la Bienal de San Pablo, la segunda más antigua del mundo después de la de Venecia y la muestra arte contemporáneo más importante del hemisferio sur, que abre hoy al público con entrada gratis y se extenderá durante los próximos tres meses. Con el título “Coreografías de lo imposible”, exhibe unas 1100 obras realizadas por 121 participantes en los 30.000 metros cuadrados del Pabellón Ciccillo Matarazzo en el Parque de Ibirapuera.
“Nuestro objetivo era crear una edición sin categorías ni estructuras limitantes”, afirma el equipo curatorial integrado por los brasileños Diane Lima, Hélio Menezes, la portuguesa Grada Kilomba y el español Manuel Borja-Villel, exdirector del Museo Reina Sofía. A diferencia de ediciones anteriores, los cuatro decidieron adoptar “un sistema descentralizado” en el que se disuelven las estructuras jerárquicas y ninguno actúa como jefe.
“Los participantes de esta bienal desafían lo imposible en sus más variadas e incalculables formas –explican-. Viven en contextos imposibles, donde se desarrollan estrategias de elusión, cruce de límites y escape de las imposibilidades del mundo en el que viven. Tratan sobre la violencia, la imposibilidad de vivir en plenitud la libertad, las desigualdades; sus expresiones artísticas son transformadas por la imposibilidad de nuestro tiempo”.
La amplia lista de artistas “que trascienden la idea de un tiempo occidental progresivo y lineal” incluye a los reconocidos Arthur Bispo do Rosário (Brasil), Daniel Lind-Ramos (Puerto Rico) -ambos con muestras recientes en Nueva York- y Wifredo Lam (Cuba). Dos obras importantes de este último, (La mañana verde y Omi Obini, de 1943), fueron prestadas por el Malba y por su fundador, Eduardo Costantini, que viajó especialmente para la inauguración tras haber recibido en Buenos Aires el Premio arteba al Coleccionismo.
Si bien la Argentina está representada en la bienal solo por la fallecida artista Elda Cerrato, otras muestras alojadas en importantes instituciones de una de las ciudades más pobladas del mundo tienen como protagonistas a Marta Minujín (en la Pinacoteca de San Pablo), a Marcelo Brodsky (en el Museo Judaico) y a decenas de los integrantes de la colección de arte contemporáneo federal de Alec Oxenford (en el Instituto Tomie Ohtake).
A la inauguración en este importante espacio, cuyo curador jefe es Paulo Miyada –también curador adjunto para América Latina en el Centro Pompidou-, asistieron entre otros las argentinas Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano del MoMA, y Teresa Bulgheroni, presidenta de Fundación Malba.
Tras su debut en tierra brasileña el año pasado, en el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, este segundo capítulo de Un lento venir viniendo abarca 71 obras de 48 artistas de la Colección Oxenford, seleccionadas por Mariano Mayer. En sintonía con el tema que inspira la bienal, esta muestra también invita según su curador a “pensar qué es la copia, qué es el arte, cuáles son sus puntos de contacto, sus posibilidades e imposibilidades”.
Para agendar:
35ª edición de la Bienal de San Pablo: coreografías de lo imposible en el Pabellón Ciccillo Matarazzo, en el Parque de Ibirapuera, Brasil. Del 6 de septiembre al 10 de diciembre. Entrada gratis. Más en bienal.org.br
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