Del tiburón en formol a la sala de subastas
Ganador del Premio Turner en 1955, lanzado al estrellato por el publicista Charles Saatchi y por Rudolph Giuliani, que intentó censurar una muestra en nueva York, el chico malo del arte británico dio su último zarpazo al romper los moldes sistema y enviar 223 obras a remate sin pasar por las galerías. Cosechó 200 millones de dólares. ¿Artista o marketinero?
Con los anteojos de Bono y el anillo calavera de Keith Richards en la mano derecha, Damien Hirst parece una estrella de rock. Así lo fotografió la revista Time en el último tramo de una campaña que dio sus frutos dos semanas atrás, cuando en 48 horas el militante más díscolo de los Young British Artists vendió 223 obras de su producción reciente por 200 millones de dólares. La noticia dio la vuelta al mundo y puso en estado de alerta al mercado de arte internacional.
Por capricho, soberbia o por un irreprimible deseo de notoriedad, Damien Hirst pasó por alto la relación con Jay Jopling y Larry Gagosian, sus galeristas de años, y decidió jugar la ruleta rusa de colocar bajo el martillo el mayor número de obra "fresca" que haya rematado jamás Sotheby s, desde que la casa fue fundada en el siglo XVIII para vender libros usados.
Hirst está acostumbrado a jugar con fuego y a cargar con las críticas ácidas de voces del establishment . Sus detractores, entre ellos el famoso australiano Robert Hughes ( The Shock of the New ), están convencidos de que la mejor obra de DH es su cuenta bancaria de cientos de millones de dólares. Para Michael Kimmelman, pluma de The New York Times , las máquinas conceptuales de Damien Hirst son "un cóctel de muerte, celebridad, sexo y tecnología", todo esto sazonado por la autopromoción de alguien con un ego más grande que el tiburón embalsamado.
A los 43 años, casado con una estadounidense, padre de tres hijos, el chico malo del arte británico que pasó su infancia en un suburbio industrial de Bristol es el artista contemporáneo más cotizado; una explosiva cruza de Jeff Koons y Marcel Duchamp, con la personalidad pública de Andy Warhol, en quien se inspira cuando se viste de rockero heavy metal , pero también cuando decide "liquidar" 223 obras recientes en una subasta que ha sido hasta hoy su mejor performance .
A último momento, el remate tuvo una cuota extra de adrenalina con el anuncio de la caída de Lehman Brothers, que desató una crisis financiera global cuyas consecuencias todavía no han terminado. El dato no es menor porque buena parte de los compradores de la obra de Hirst provienen de Wall Street, como Steve Cohen (51), coleccionista de Monet, Manet, Warhol, Pollock y Lichtenstein, que pagó 8 millones de dólares en 2004 por el tiburón embalsamado, pieza clave en la producción de Hirst, para cederla luego en préstamo al Met neoyorquino. Las malas lenguas dicen que lo hizo para ganar notoriedad y grabar su nombre en las paredes del museo, junto a los de Rockefeller, Carol Petrie, Paul Mellon, Lila Acheson Wallace y otros héroes estadounidenses de la filantropía. Lo cierto es que el tiburón atrapado en 4360 galones de formaldehído se pudrió y, sin que le temblara la voz, Damien Hirst ordenó reemplazarlo por uno nuevo, un poco más pequeño pero de dientes más afilados, que salió de uno de los seis talleres que tiene en el sur de Londres, donde trabajan bajo sus órdenes 120 personas.
Gary Tinterow, el curador de arte de moderno y contemporáneo del Met, colocó la obra de Hirst en un sala con tres pinturas de tiburones que pertenecen a la colección del museo: una copia anónima de fines del siglo XVIII del dramático rescate Watson and the Shark , de John Singleton Copley, y Gulf Stream (1899), de Winslow Homer, que muestra a un marinero a la deriva en un bote pesquero en medio de una tormenta y rodeado de tiburones. La tercera pintura, y sin duda la más afín a la obra de Hirst, es Cabeza I (1948), del británico Francis Bacon. El cuerpo sufriente y en tensión se expresa en ese grito, que convierte la boca aullante en el foso negro y oscuro de una cara sin facciones. Esa obra miraba Hirst cuando ideó la instalación La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo , ampuloso título para el tiburón en formol hecho por encargo del publicista y sponsor Charles Saatchi en 1993, contra un pago de 30.000 dólares.
Lo que va de la Cabeza I , de Bacon, a la boca temible del tiburón fuera de combate en la trampa de formol es una operación conceptual que Damien Hirst activa en cada una de sus obras. Por ejemplo, su Judas Iscariote -obra de 2003 rematada en Christie s en noviembre de 2007 por 1,2 millón de dólares- es un gabinete de madera, vidrio, tubos plásticos, probetas y sangre, un aparato extraño que en la parte superior tiene suspendida una soga de ahorcado. La situación, el formato y la sangre derramada aluden a la obra de Giovanni Canavesio El suicidio de Judas , circa 1492. Del mismo modo que su ternero charolais de cuernos de oro está inspirado en la soberbia pintura de Nicolas Poussin La adoración del becerro de oro (1633), que integra la colección de la National Gallery. El cuadro de Poussin muestra a Moisés con la tablas de la ley en la mano, amenazando a un grupo de adoradores paganos arrodillados frente al becerro, que, como el de Hirst, está encaramado en un pedestal florido. Esa misma escena está narrada visualmente por Filippino Lippi en El toro de oro de Egipto , circa 1550, también de la National Gallery.
Hirst es una máquina de pensar y de vender. El dibujo a lápiz del proyecto del Golden Calf , un garabato hecho en una hoja A4, salió a subasta el 15 de septiembre con una base de 160.000 dólares. Créase o no.
Oliver Barker, rematador experto en arte contemporáneo de Sotheby s, manejó con gran estilo la subasta y tuvo premio. Al término de la tercera sesión, recibió de un empleado de la firma con base en el 35 de New Bond Street un par de guantes blancos, lo que en la jerga de los remates se considera una medalla olímpica: es la señal visible de que se ha vendido la totalidad de los lotes. El ternero charolais embalsamado (ver tapa adn CULTURA), con los cuernos cubiertos de oro sobre un clásico pedestal de mármol de Carrara, fue el lote más caro de la venta. La obra es una reflexión sobre la conducta humana y la adoración por el dinero, asociada con la escena bíblica relatada en el capítulo 32 del libro del ...xodo. Esta pieza es también un autorretrato del propio Hirst, que ama el dinero y no tiene ningún temor en confesarlo.
La subasta totalizó 200, 7 millones de dólares, contra un estimado de 177,6 millones, y quebró el récord de Picasso en 1993, cuando 88 trabajos con su firma se vendieron en 20 millones de dólares. Aunque el dato encierra una pequeña trampa: Muchacho con pipa , un Picasso divino de la época rosa, fue subastado cinco años atrás en 114 millones de dólares. Damien Hirst se ufana de haber vendido una calavera con 8650 brillantes, un remedo del siglo XXI deliberadamente lujoso del salero de oro de Cellini, en cien millones de dólares a un consorcio que según los enterados integran el propio Hirst, su mánager Frank Dunphy y los galeristas Larry Gagosian y Jay Jopling. Peligro.
A pesar de la crisis financiera global, o quizá por esa misma razón, el 15 de septiembre corrió mucho dinero por la sala de Sotheby s Londres. Todo indica que el comprador telefónico que se quedó con el charolais dorado y con otros siete lotes de los 56 subastados ese día fue Roman Abramovich, el ruso dueño del club de fútbol Chelsea, cuya novia, Daria Zhukova, de 26 años, piensa abrir una galería de arte en Moscú. Hirst le llevó personalmente los catálogos a Daria, propietaria de algunas perlas, como un tríptico de Bacon de los años setenta (el último que quedaba en manos privadas) y La mujer dormida , de Lucian Freud, que exhibe la increíble destreza del nieto del padre del psicoanálisis para tratar en sus pinturas el cuerpo humano con una densa y conmovedora sinceridad.
El otro comprador fuerte de la noche fue François Pinault, número uno de la rematadora Christie s y coleccionista estrella de arte contemporáneo. Uno de los botiquines de DH tendría como destino su propio museo, que piensa inaugurar en la Aduana del Mar, privilegiado edificio por su estratégica ubicación en el Canal Grande de Venecia, frente a la Plaza de San Marcos, refuncionalizado por el arquitecto japonés Tadao Ando.
Según Frank Dunphy, mánager de Hirst y ex representante de payasos de circo, nadie ha ganado tantos dólares vendiendo arte como su jefe. Su fortuna es dos veces mayor que la de Mick Jagger y la de Elton John, y tras la subasta de Sotheby s supera la de J. K. Rowling, autora de la saga Harry Potter. Hirst tiene más de 30 propiedades y una elegante casa en el vecindario aristocrático de Mayfair, a pocas cuadras del local de Sotheby s. ...l y su mujer Maia viven en una granja en Devon rodeados de vacas y ovejas "vivas", y cuando viajan a Londres se alojan en el exclusivo Claridge s. Damien dice que le encanta cuando el portero lo recibe con un "Bienvenido a casa, sir".
En su carrera meteórica tuvo dos aliados: el publicista Charles Saatchi y el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani; el primero fue su socio, el mejor inversor y su amigo hasta que rompieron relaciones en 2003; entonces Hirst compró por 15 millones de dólares las obras que Saatchi había dejado en el limbo del más absoluto desinterés. El caso de Giuliani es todo lo contrario. Hombre de derecha, enemigo ideológico de Hirst y de los demás Young British Artists, lideró una cruzada contra la muestra Sensation, que se exhibió en el Brooklyn Museum, porque hería los sentimientos de la Iglesia Católica. Además de los tiburones, las vacas cortadas en rebanadas y los muñecos bisexuales de los hermanos Chapman, lo que más hirió el ánimo del alcalde fue un retrato de la Virgen María hecho con materia fecal de elefante por el artista Chris Ofili. Corrieron ríos de tinta, la muestra fue un éxito, se agotaron los catálogos y Damien Hirst se convirtió en una estrella del firmamento del arte contemporáneo.
Pero la historia de Hirst no es sólo Sensation . A fines de los años ochenta ganó notoriedad por sus obras conceptuales y por las exposiciones colectivas organizadas en los Docklands -como Puerto Madero antes de Menem-, a las que llamó Freeze . Esas muestras fueron el semillero del movimiento Young British Artists; anticiparon el suceso de la Tate Modern y el nacimiento de una feria que también se llamó Freeze y que es la única en condiciones de competir con el relojito suizo de Art Basel. En una palabra: nadie hizo tanto como Damien Hirst por recuperar para Londres el sitio de meca absoluta de lo nuevo.
Nacido en Bristol en 1965, Hirst pasó su infancia en el suburbio de Leeds, junto a su madre Mary Brennan. No conoció a su padre biológico y su padre adoptivo lo abandonó cuando tenía doce años. Tras su intento fallido por ingresar en el St. Martin s College, se mudó a Londres en 1986 y se postuló para el curso de Bellas Artes en el Goldsmiths College. Tres años después se graduaba y con la celebración nacía su primera acción promocional que fue la muestra Freeze . El toque de gracia en esta historia fue el encuentro con Charles Saatchi, integrante de la agencia Saatchi & Saatchi, que tuvo entre sus clientes nada menos a que a la dama de hierro Margaret Thatcher. Saatchi comenzó a comprar de manera compulsiva la obra de Hirst y de sus amigos, sin pasar por la galería o el marchand , y abrió un galpón para exhibir sus adquisiciones. En 1992 encargó la pieza clave en el ascenso mediático de Damien, La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo , más conocida como el tiburón embalsamado.
El tema central de su obra gira en torno a la enfermedad, la vida, la muerte y la religión. Sus instalaciones más conocidas son las series de animales embalsamados, en la estética de un museo de ciencias naturales, clasificadas con títulos ampulosos que descubren la enjundia del creador que a los 27 años fue propuesto para el Premio Turner, el más prestigioso de arte actual en el Reino Unido. Finalmente, el premio lo ganó en 1995 por sus vacas cortadas en tajadas, que entraron en la historia del arte por la puerta grande.
Un año después, Damien vendía como pan caliente sus gabinetes con pescados suspendidos en estantes de cristal y se multiplicaban los encargos. Creó sus famosos botiquines para ambientar Pharmacy, un restaurante de Nothing Hill que dividió a la opinión pública; pintó mariposas de colores; tuvo su one man show en un palazzo veneciano en coincidencia con la 52° Edición de la Bienal, habilitó un hangar de la Segunda Guerra para guardar sus obras, compró una granja en Devon, mudó a su mamá Mary a la casa de al lado y tiene otra residencia en México donde pasa tres meses al año, porque su mujer Maia Norman, que es californiana, adora practicar surf en las olas de Baja California. ¿Artista o marketinero?
EL GENIO DEL MARKETING
US$ 354.000.000
La fortuna de Damien Hirst
Según la estimación del Sunday Times ; fuentes cercanas al artista aseguran que esa cifra asciende, por lo menos, al doble
US$ 200.700.000
Recaudó la subasta en Sotheby s
Fue la mayor suma lograda en un remate con obras de un solo artista
US$ 100.000.000
For the Love of God, un récord
La calavera de diamantes se vendió en agosto de 2007 a un grupo que incluía a Hirst
US$ 19.200.000
Lullaby Spring, un hito
En 2007, esta instalación lo convirtió en el artista vivo más caro del mundo.
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