Del ropero de Belgrano al diccionario de San Martín: 10 piezas para descubrir en la reserva del Museo Histórico Nacional
Una visita guiada por uno de los depósitos de guarda del patrimonio del museo ubicado en Parque Lezama, que abre sus puertas al público este domingo con aforo reducido y entrada gratuita
- 8 minutos de lectura'
Con un inventario de más de 20.000 bienes patrimoniales, el Museo Histórico Nacional invita a reflexionar a través de su acervo sobre la historia argentina. Junto a sus salas de exhibición, el edificio ubicado en Parque Lezama (sobre Defensa al 1600) cuenta con cuatro depósitos de guarda con acceso restringido. Por ello, las visitas guiadas por uno de estos espacios, la reserva patrimonial, se abre como una puerta al pasado donde conviven obras de arte, documentos y objetos que pertenecieron a las más ilustres personalidades de antaño, como Manuel Belgrano, José de San Martín, Justo José de Urquiza o Juan Las Heras.
Una antigua papelera de cedro con incrustaciones de nácar y manillas de plata es de las primeras piezas con que se encuentra el visitante dentro del depósito. A su lado, compite por la atención un ropero de diseño en apariencia modesto. ¿Cuál de estos muebles es más valioso?, lanza la pregunta Juan Farías Gómez, el guía encargado de la actividad. “Depende”, señala, tras recordar que el guardarropas perteneció al creador de la bandera, aunque ya no queden dentro mudas del general.
El recorrido por la reserva se realiza bajo estrictos controles de seguridad. Solo puede ingresar un máximo de diez personas (por orden de llegada), junto al guía y un guardia. Al igual que en el resto de las salas que no son de libre circulación (el área textil, la biblioteca y el archivo histórico), el control de los ingresos de personas al lugar y cualquier traslado de objetos al área de conservación u otros movimientos del material son monitoreados. Adentro, está prohibido filmar o sacar fotos.
La reserva patrimonial, conocida en su momento como sala “Paraguay” (porque allí se exhibían objetos de la Guerra de la Triple Alianza, que luego fueron devueltos al país vecino), es el principal depósito del museo y se utiliza para guarda y almacenamiento de la colección. Aislado de la luz natural por las políticas de preservación, el espacio se compone de vitrinas con iluminación, muebles de archivo, transportadores, cajas fuertes y otros soportes donde se conservan los bienes patrimoniales.
Los criterios de exhibición y de guarda cambian con el tiempo. “Los documentos y papeles se venían conservando en bolsas de polipropileno, material que genera estática y electricidad, lo que puede reaccionar con químicos, por eso ese mecanismo está en migración hacia una guarda en pliegues de papel libre de ácido”, menciona el guía. Y precisa: “Este patrimonio es propiedad de todos los argentinos, el objetivo es que perdure”.
De frente en la sala se adivina la silueta de varios objetos que reposan bajo lienzos de algodón, material que se lava inicialmente con jabón blanco y se enjuaga repetidas veces hasta que deja de largar pelusa, requisito para su utilización. Las piezas están separadas del piso, elevadas por algún tipo de plataforma. La reserva es hoy visitable gracias a proyectos de reorganización de los espacios dentro del museo, y crece como una exposición en sí misma en la que el carácter restringido del acceso suma emoción a la experiencia del visitante.
“Éstas son las planeras”, indica el guía frente a unas 70 cajoneras que guardan planos, láminas, fotografías, billetes; y aclara con humor que el término dado a estos soportes nada tiene que ver con la evocación política de actualidad que se concede al vocablo en clave masculina.
La mirada también se posa sobre herramientas de ceremoniales utilizadas por autoridades en inauguraciones públicas como un hacha bayoneta, palas, picos o un martillo de metal labrado. Hay vitrinas con imaginería religiosa y una gran colección de armas: unas 650, entre las que figuran espadas, sables, lanzas, cuchillos y armas de fuego: arrojadizas, de puño, de artillería, cañones; incluidas rarezas de particular valor como un par de fusiles usados por el ejército británico en las invasiones inglesas. “Acá no había armas de guerra, entonces eran botín para reaprovisionarse, lo cual es distinto a un trofeo de guerra, que se atribuye a cuestiones honoríficas”, destaca el guía.
A una colección de bastones, que eran regalos típicos de las clases adineradas y se adornaban con detalles en hueso, madera y metales, se suman vitrinas con objetos personales de figuras como San Martín o Bernardino Rivadavia. Dentro de la reserva, la sala “blanca” (una división del espacio) conserva cientos de obras de arte en guarda, como las pinturas de José Gil de Castro o las cajas de guardado de los cuadros de Cándido López. Los cuadros se agrupan por tamaños y están cubiertos con materiales protectores. Hay sillas y muebles pequeños y medianos: pequeños organizadores, cómodas, escritorios, baúles, pianos y más.
También se conservan curiosidades como piezas de recambio del crucero Aras General Belgrano, de antes del naufragio, como una aguja percutora de ametralladora de cubierta, una lámpara de señales de barco y un trozo de madera de una cubierta de repuesto.
De pequeño formato, hay piezas como una campanilla que perteneció a Juan Manuel de Rosas, vajilla personalizada de José Justo de Urquiza, cubiertos, sahumadores de plata, vajilla del centenario de la Revolución de Mayo y un jarrón de Felicitas Guerrero. Se aprecian chifles, espuelas, estribos, anteojos antiguos y llaves de puertas de las misiones jesuíticas. También medallas, monedas y daguerrotipos a resguardo en cajas fuertes y objetos que, con su presencia, dan cuenta de cambios de épocas y pluralidades ideológicas, como un globo terráqueo con símbolos del zodiaco que decoró un despacho de Juan Domingo Perón o la misma urna funeraria con capitel del paso a la eternidad de Bernardino Rivadavia.
Los tesoros guardados en la reserva
Tabaquera de metal de San Martín
La tabaquera en guarda que perteneció a José de San Martín presenta una estructura de metal con tapa suelta unida por una chapa circular sobre la que están grabadas en láurea las iniciales entrelazadas del general: J. S. M.
Ropero de cedro de Belgrano
En su última vivienda, Manuel Belgrano conservaba un ropero de cedro provisto de cuatro estantes en su interior con dos puertas con cuarterones lisos y que se eleva sobre cuatro patas.
Lavatorio de caoba de Las Heras
Con un pequeño cajón incorporado para guardar la bacinilla en tiempos en que los baños se ubicaban fuera de la vivienda, se conserva un antiguo lavatorio cuadrangular de caoba lustrada que perteneció al general Juan Gregorio de las Heras. La tabla superior tiene en el centro una abertura circular para ubicar la palangana y dos pequeñas para las jaboneras.
Diccionario francés/español de la colección personal de San Martín
Un ejemplar de pasta marrón del Nouveau dictionnaire français-espagnol et espagnol-français que perteneció al general José de San Martín forma parte del acervo. El libro lleva en el lomo motivos decorativos florales en dorado y al final de la primera página con tinta se lee: “Sn. Martín”.
Jarra de opalina de Juan Manuel de Rosas
Entre la vajilla exhibida se encuentra una jarra de opalina que perteneció a Juan Manuel de Rosas que incluye en su diseño motivos adornados con piedras azules y rojas incrustadas y ribetes dorados.
Estoque de Urquiza con forma de serpiente
El general Justo José de Urquiza poseía un estoque (arma blanca punzante) con empuñadura de acero dorado con botón de espiga esférico y pomo con forma de cabeza de serpiente con ojos de vidrio. El objeto presenta inscripciones como el escudo real de España, referencias a la Fábrica de Toledo 1868, el nombre del general y el antiguo escudo de la provincia de Entre Ríos.
Carabina Remington modelo argentino 1879 del Ejército Nacional
Entre la colección de armas de fuego destaca una carabina sistema Rolling Block calibre 44 con la siguiente inscripción: Modelo argentino 1879 E. N.
Urna funeraria de Bernardino Rivadavia
Una urna de madera tallada que guardó los restos de Don Bernardino Rivadavia a su llegada de Europa en 1857 desde el puerto hasta la tumba de la Recoleta forma parte de la colección. Presenta forma de copa con tapa tallada que termina en una perilla que simula una llama. La urna tiene dos asas de cuerda y se encuentra dentro de un soporte de madera formando un círculo sostenido con cuatro patas. En la parte superior de la copa, con letras recortadas de bronce, se lee el apellido del prócer.
Sable de abordaje inglés tomado en la Batalla de Obligado
Tomado a las tropas británicas en la Batalla de Obligado frente a las baterías del Quebracho en 1846 por el ayudante mayor Don Álvaro J. Alsogaray, este sable de abordaje es un arma blanca con empuñadura de hierro y espiga remachada.
Columna tallada de las misiones jesuíticas
Entre los objetos ornamentales presentes en la sala de la reserva patrimonial se encuentra una columna de madera tallada con motivos florales y frutales que correspondió a las misiones jesuíticas.
Para agendar
Próxima visita: este domingo, a las 14 y a las 16.30. Actividad de entrada gratuita, con aforo reducido. Particulares o familias (no grupos): Aforo máximo 10 personas. Por orden de llegada, sin reserva previa. Defensa 1600.
Otras noticias de Arte y Cultura
Más leídas de Cultura
Un honor. Mónica Cahen D’Anvers recibió el diploma de la Academia de Periodismo en un emotivo acto con la voz de Sandra Mihanovich
Del "pueblo de los mil árboles" a Caballito. Dos encuentros culturales al aire libre hasta la caída del sol
“Me comeré la banana”. Quién es Justin Sun, el coleccionista y "primer ministro" que compró la obra de Maurizio Cattelan
La Bestia Equilátera. Premio Luis Chitarroni. “Que me contaran un cuento me daba ganas de leer, y leer me daba ganas de escribir”