Del grabado a los juegos de manos
Cristian Delhez expone en el Centro Cultural Borges, y Matilde Marín, en el Museo Joaquín Torres García, del Uruguay.
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EN el espacio Ojo al País, que el Fondo Nacional de las Artes tiene en el Centro Cultural Borges con el fin de reflejar lo que se realiza en las distintas regiones argentinas, hay una buena exposición del mendocino de Chacras de Coria, en Luján de Cuyo, Cristian Delhez (1946). En ella se destaca la amplitud de sus medios y el poder de su imaginación.
Aunque a estas alturas muchos conocen a Cristian, vale la pena recordar que es hijo de Víctor Delhez, el gran grabador de origen belga que llegó a este país en 1926 y se radicó en Mendoza. Como su padre -con el cual estudió, además de hacerlo con otros maestros, entre los que figuran Ricardo Scilipoti, Luis Comadrán y Zdravko Ducmelic-, se destaca particularmente en el campo del grabado. En esa especialidad despliega una variada gama de recursos; trabaja tanto los procedimientos tradicionales de la chapa o la madera como las técnicas mixtas. Por lo demás, también acostumbra alternar diversos medios cuando se desempeña como pintor o dibujante. Participa así de la tendencia actual a romper las barreras interdisciplinarias. En el fondo, lo que procura es alcanzar la independencia formal que exige manejarse libremente en el terreno de las ideas. Así lo prueban los grabados, los dibujos y las pinturas que exhibe en estos días, en los que abunda la técnica del collagraph, que permite incorporar "objetos encontrados" durante la preparación de la placa con la que se hace la impresión. Entre las piezas realizadas mediante ese procedimiento, destacamos Te fuiste , un trabajo en color de 1994 en el que se ve una silla vacía distorsionada en su perspectiva para aumentar su expresividad; dos obras de 1997, Cuervo , que refleja mediante un encuadre poco común al pájaro agorero irrumpiendo por la parte superior del cuadro con la cabeza hacia abajo y Vinieron del Norte , donde un barco de frente ostenta en sus velas una calavera, y Monopol II , de este año, una pieza apaisada de gran movimiento que muestra, con una fantasía figurativa poco común, el hundimiento de una nave. Entre los dibujos al lápiz color, recordamos Elenco y Modado , ambos de 1998, que muestran una serie de imágenes concentradas en una especie de abigarrada franja figurativa que contrasta con el despojado espacio de los fondos, en los que se ven enigmáticos elementos; en el primero, dos reglas de diferente color, en el otro, dos dados.
Delhez ejerce la docencia de la cátedra titular del taller de grabado en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Cuyo, realizó una veintena de exposiciones individuales y participó en ciento noventa y dos colectivas.
Entre sus distinciones figura el gran premio de honor de su especialidad del Salón Nacional de 1999. Fermín Févre, Luis Felipe Noé y Rosa María Ravera tienen a su cargo, habitualmente, la curaduría de ese espacio, que en este caso realizó el primero de los nombrados.
( Hasta fines de febrero, en el Centro Cultural Borges, Viamonte y San Martín. )
Juegos de manos
La grabadora Matilde Marín (Buenos Aires, 1948) hace algún tiempo tuvo necesidad de hacerse operar la muñeca izquierda. La tensión que le produjo esa circunstancia la obligó a pensar en los riesgos que la intervención quirúrgica importaba para su desenvolvimiento corporal y, naturalmente, para su trabajo.
Aunque la parte artesanal del arte esté cada vez más relegada, como lo indica el florecimiento artístico de la fotografía, pendiente de la tecnología industrial, la manualidad aún es importante y la trascendencia personal de la experiencia sufrida por Marín determinó que, en estos días, esté exhibiendo en el Uruguay una muestra de imágenes fotográficas de sus manos, ligadas por un hilo que evoca los juegos de su niñez. Señala en el catálogo Alfredo Torres, curador de la muestra, el carácter lúdico de esas imágenes y el papel de la artista, que organizó la puesta en escena previa a la toma de las fotografías, decidió la intensidad de la luz, los contrastes, los encuadres y puso sus propias manos para realizar los tejes y destejes que configuraron los registros de la cámara.
Marín, que egresó de las escuelas nacionales de Bellas Artes de Buenos Aires en la especialidad de escultura, continuó sus estudios en las de Suiza, donde se entrenó en las técnicas de grabado. Si hubiese que caracterizar su obra, se diría que trabaja fundamentalmente en volumen sobre papel a partir de la gráfica. Pero, hace algunos años, incorporó la fotografía y, en la actualidad, el video. Esa circunstancia ayuda a consolidar el papel de esos procedimientos que, en principio, se usaron con valor documental, para terminar sustituyendo la realidad y constituyendo parte del discurso artístico.
( Hasta mañana, en el Museo Joaquín Torres García, peatonal Sarandí 683, Montevideo, Uruguay. )