Del perro con seis patas al “obispo muerto”, una muestra recorre el legado artístico de Clorindo Testa
El universo plástico del gran arquitecto es eje de una nueva exposición en la galería Del Infinito donde se confirma su teoría del final del asombro
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¿Qué hay detrás de un perro con seis patas? ¿O de un obispo vivo, un confesionario y un obispo muerto? ¿Cómo era la mesa de trabajo del gran arquitecto? ¿Y el auditorio que imaginó para arteba? El universo plástico de Clorindo Testa es el eje de una nueva exposición que ya puede visitarse en la galería Del Infinito.
Testa, proyectos y otros juegos es un recorrido por diferentes períodos, formatos y materialidades. Pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y proyectos arquitectónicos ponen en relieve “la dinámica del juego, la experimentación y el concepto detrás de las obras del gran maestro”, quien formó parte de la historia de la galería.
Del Infinito presenta la muestra en colaboración con la Fundación Clorindo Testa, cuya misión reside en “divulgar la obra y el pensamiento” del artista fallecido en 2013, señala Julio Suaya, director de la entidad. “¡Cómo le hubiera divertido, cómo le hubiera gustado a Clorindo esta muestra!”, expresa Teresa Bortagaray de Testa, viuda del arquitecto y presidenta de la Fundación. “Las instalaciones, las maquetas, el Blanco plegado (acrílico de 1966). Hay dos dimensiones, pero también mucho en tres, y eso le hubiese divertido”, agrega la hija del creador, Joaquina Testa.
En la sala principal de la galería reciben al visitante obras del acervo de la Fundación en parte no exhibidas al público hasta el momento. Conviven varias piezas de arte conceptual, entre ellas Obispo muerto. Con papel, madera y pintura en aerosol, Testa dio forma en 1989 a un cuerpo yacente para reivindicar las omisiones que consideró relevantes del inventario dibujado por el Obispo Martínez Compañón en Perú. “Es la historia del obispo del Virreinato del Perú que a finales de 1700 mandó a España dibujos sobre las costumbres, la fauna, la flora, las vestimentas y lo que estaba sucediendo en el lugar. Clorindo sintió que al obispo le había faltado mostrar el sufrimiento humano y la esclavización detrás de todo eso y, a finales de 1900 (dos siglos después), reinterpreta ese hecho histórico, como solía hacer con muchas otras obras y, con sentido irónico, completa las láminas con lo que cree que el obispo pasó por alto y muestra la dominación que sufrió la población autóctona por parte de los colonizadores”, señala en nombre de la galería María Eugenia Bellini.
A pocos metros de la instalación, que se integra a una segunda pieza titulada Confesionario (obispo vivo), se ubica en la sala Jaula con perros, obra que invita a otras lecturas, realizada en 1997, y exhibida días atrás en arteba. Sobre la pieza, el propio artista llegó a mencionar: “Puse los tres perros, y uno de ellos tenía seis patas, pero nadie lo advirtió. Podés inferir de eso que, por más que la gente se vaya transformando y aparezcan cosas rarísimas, nadie va a tener ningún asombro. Todo se va a amoldar a ese tiempo”. Sobre este trabajo, Bellini profundiza: “Clorindo empieza a darse cuenta de la vorágine y de la velocidad con la que ciudad, los recursos tecnológicos y la sociedad avanzaban, y empieza a hacer piezas intentando pensar: ‘por qué un perro no va tener seis patas dentro de 20 años si el mundo está como está’. Lo mismo traslada a pinturas de cuerpos humanos con tres ojos y con otras deformaciones posible resultado del mismo accionar del hombre en el planeta. Él jugaba mucho con el ver si la gente notaba que el perro tenía seis patas y hacía como una estadística de a ver quién se daba cuenta”. Según su sondeo, la mayoría pasaba el detalle por alto. Implementando el mismo experimento, Del Infinito constató en arteba similares resultados.
El vuelo artístico de Testa también toma forma en la sala en una pieza con la que literalmente surcó los cielos: Barrilete, la cual ideó con motivo de una “remontada” que convocó a distintos creadores tiempo atrás en Puerto Madero. Los colores primarios de esta tela conviven en lo alto del espacio junto a las imponentes estructuras de sus Apuntalamientos. Los visitantes se encuentran así con estas clásicas construcciones arquitectónicas de madera que el autor pintó con acrílico y tiñó de simbolismo bajo el mensaje de apuntalar la cultura.
En una muestra dedicada a su figura en el Museo Nacional de Bellas Artes se exhibió hace unos años la estructura metálica de la misma serie, Apuntalamiento para un museo, de la cual devinieron los esqueletos en madera, enmarcados dentro de su juego constante entre las artes visuales y la arquitectura. “En Del Infinito queríamos mostrar distintos aspectos de su desarrollo como artista visual y sabíamos que íbamos a querer apuntalar toda la galería, ya que Clorindo fue parte importante de nuestra historia. Se requirió de seis días de montaje para adaptarlas a la sala”, señalan.
A pocos pasos, “la mesa donde pintaba Clorindo”, indica Julio Suaya, y señala otro rincón de la sala. Varias obras sobre papel recuerdan al inagotable “hacedor”, quien llegó a planear una puerta de acceso independiente para la galería, espacio donde fue protagonista de diversas muestras individuales y colectivas. También se exhibe un plano sobre el que el arquitecto había diagramado una exposición para este espacio. “Dos días antes de la inauguración, venía con un rollo de papel con todas las obras y con los broches, porque no quería su obra enmarcada -recuerda la directora de Del Infinito, Estela Gismero-. Una vez para una muestra trabajó con Enio Iommi con jóvenes que estudiaban arte en un colegio primario. La exposición se llamó Veinti-dos, 20 chicos y ellos. Después vinieron todos a la galería”, agrega sobre el creador de la Biblioteca Nacional, cuyas obras llegaron al MoMa, y enfatiza: ”Hay que volver a instalarlo como el gran artista que fue”.
En una sala complementaria, maquetas, planos y bocetos con su trazo inconfundible dan fe de proyectos presentados a concursos y clasificados como “rechazados”. Firmados en gran parte también por los discípulos del maestro y arquitectos de su estudio, Oscar Lorente y Juan Fontana, son ejemplos del hecho estético presente en sus construcciones. “Además de una planta o de un corte se detecta algo plástico que va más allá de la exactitud del plano arquitectónico, es la forma en la que él interpretaba la arquitectura, desde su creatividad como artista visual y viceversa”, reflexiona Bellini. Entre los proyectos que no fueron, se ven las maquetas y dibujos en tinta del edificio Loma Negra (Torre Fortabat), del Fira de Barcelona, de una vivienda ecológica de recursos renovables presentada al primer Concurso Nacional de Casas Sustentables en 2009, de una planificación urbana para Nordelta de 1998 y de un auditorio para arteba esbozado en 2013 como una colorida nave de volúmenes múltiples. “Hacía el ejercicio de presentarse a todos los concursos posibles, siempre estaba rodeado de arquitectos y de estudiantes jóvenes, y en ese formar equipo era que le gustaba trabajar”, señalan en la galería.
Una maqueta de una obra sí ejecutada destaca, sin embargo, en la mesa. Es la casa de la Fundación Andreani, primera obra póstuma del arquitecto, hoy en funcionamiento en La Boca como centro de arte. Junto a la exhibición de sus piezas artísticas y de la arquitectura reducida en escala de estas recreaciones, el homenaje a Testa parece no detenerse. En paralelo a la exposición en Del Infinito (Avenida Presidente Manuel Quintana 325), el próximo 10 de diciembre, el ex Banco de Londres, su obra monumental del centro porteño, será sede de un nuevo festejo: el 98 aniversario del nacimiento del artista y arquitecto.
Para agendar
Testa, proyectos y otros juegos. Galería Del Infinito, Avenida Presidente Manuel Quintana 325. Hasta el 31 de enero.
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