De las Torres Gemelas al coronavirus, las crisis según Liliana Porter: “Esta pausa puede tener consecuencias positivas”
"Nada volverá a ser como antes", pensó Liliana Porter en 2001 al regresar a Nueva York, tras haber visto desde España por televisión cómo las Torres Gemelas se desplomaban a ocho cuadras de su loft en Tribeca. Radicada en Estados Unidos desde 1964, la artista argentina se mudó entonces a una casa con granero en Rhinebeck, a dos horas de Manhattan, rodeada de pájaros y ciervos.
Allí está ahora con la artista uruguaya Ana Tiscornia, en cuarentena obligada por otra crisis "mucho más global": la provocada por pandemia del coronavirus. "Las noticias que llegan de los medios son siniestras", dice sobre esta situación que, según ella, podría tener "consecuencias positivas".
"Este silencio es oportuno para pensar", escribe a LA NACION mientras inaugura a distancia "Cepillo rojo y otras situaciones", su décima muestra individual en la galería Sicardi-Ayers-Bacino, con sede en Houston. También trabaja junto con Tiscornia y varios actores en un proyecto teatral, filmado por teléfono desde la casa de cada uno, que se difundirá por redes sociales.
Una de las artistas argentinas más consagradas dará así un paso más para demostrar su gran versatilidad. Su carrera incluye grabados, dibujos, instalaciones, objetos, fotografía, video y teatro. Además de haber recibido premios como el Konex de Platino y de estar representada en las colecciones de los principales museos del mundo, desde el MoMA y el Met de Nueva York hasta la Tate Modern y el español Reina Sofía, participó de la Bienal de Venecia con "El hombre con el hacha y otras situaciones breves". La instalación fue exhibida en el Malba en 2013 y adquirida por el Pérez Art Museum Miami (Pamm), que también le dedicó una muestra.
Esa obra, como muchas otras de Porter, incluye pequeños muñecos abocados con energía, paciencia y perseverancia a distintas tareas que parecen superar sus fuerzas. Es una de las formas en las cuales aborda sus temas preferidos: el tiempo, la representación y "nuestra relación con lo que llamamos realidad". Una relación que, seguramente, no será igual una vez que termine la cuarentena.
-¿Qué cambió en tu entorno desde el 11 sepiembre de 2001 y qué pensás que cambiará después de la crisis actual?
-En el 2001 vivía en Tribeca, muy cerca de las Torres Gemelas y pensé que nada iba a volver a ser como antes. Muchas cosas regresaron a su rutina habitual, pero otras en el mundo sufrieron muchos cambios. A nivel personal, este evento me hizo tener la urgencia de salir de la zona donde vivía y mudarme lejos de la ciudad.
La crisis actual es aún mucho más global como acontecimiento, con sus respectivas consecuencias. Mientras escribo esta respuesta, estoy viviendo el preciso momento donde todos debemos estar encerrados en nuestras casas para evitar que el virus se siga expandiendo. Las universidades, escuelas, cines, restaurantes, negocios, están todos cerrados. Hay muy poca gente en las calles. La sensación es que el mundo se detuvo, que el tiempo se detuvo, que solo nosotros transcurrimos… Las noticias que llegan de los medios son siniestras.
Sin embargo surgen muchas enseñanzas de esta situación, como sentir que si quisiéramos, como humanidad, podríamos llegar a acuerdos importantes para impedir otros desastres, como los ecológicos y tantos otros de orden social. Esta pausa, este silencio, es oportuno para pensar. Creo que en ese aspecto puede tener consecuencias positivas e inesperadas. Me gustaría creer que así será.
-En una entrevista con Ana Tiscornia contaste que tu mamá tuvo una vida muy difícil y que te enseñó el recurso de la fantasía como forma de salvación. ¿De qué manera te lo transmitió?
-Mi mamá era una persona muy positiva y creativa, cosa que se evidenciaba en sus actos cotidianos. La enseñanza mayor que nos daba, era verla día a día actuar de esa manera generosa, sana y positiva, cuando teníamos plena conciencia de todas las tragedias que había atravesado en su infancia y adolescencia. Esa era la gran lección: comprobar que era posible a fuerza de voluntad superar un destino adverso.
-En tu obra está muy presente la necesidad de ordenar, reparar, limpiar. También se muestran personajes enfrentados a tareas que parecen imposibles de cumplir, y sin embargo ellos se muestran abocados a la tarea con alegría y perseverancia. ¿Por qué la acción de trabajar está tan presente en tu producción y cómo la relacionás con el momento actual?
-La metáfora de la serie de "trabajos forzados" y otras tareas de limpieza y reparación, se refiere, efectivamente, a nosotros enfrentados a quehaceres que nos superan pero que debemos afrontar con fe y esperanza. Soy una persona optimista, y en mi obra, que tiene su lado trágico, trato de mostrar siempre una salida posible. En el momento en que vivimos, parecería que necesitamos de esa actitud para hacer lo mejor de las presentes circunstancias.
-En la muestra que hiciste en 2015 en Ruth Benzacar, muchos de tus personajes unían esfuerzos para reparar un piano. Y para la obra de teatro que presentaste el año anterior en Buenos Aires también convocaste a artistas de distintas disciplinas. ¿Creés que esta crisis va a ayudar a que pasemos del paradigma de la competencia al de la cooperación?
-Creo que ya está ocurriendo. Hay mucha gente inventando proyectos de colaboración utilizando los medios y la tecnología. Yo misma estoy metida en un proyecto grupal en este momento. Trabajamos con la participación del grupo argentino de actores con quienes ya hemos presentado obras en el pasado. Ana y yo escribimos el guión, y les fuimos enviando vía correo electrónico los fragmentos que deben actuar, filmándose ellos mismos con sus teléfonos. En este momento ya estamos en la etapa de la edición, ayudadas por Federico Lo Bianco desde Buenos Aires. La música será de Sylvia Meyer. Cuando esté terminado pensamos difundirlo abierto en las redes sociales.
-También le das mucho lugar al humor en tu trabajo. ¿Qué importancia tiene para vos el humor en un momento como el que vivimos hoy?
-El humor nos ayuda mucho cuando debemos enfrentar temas que nos superan. La desproporción que hay entre la medida de nuestras metas y la realidad de nuestros límites es ya una situación de humor involuntario.
-El tiempo es otra clave en tu obra. ¿Creés que la cuarentena cambiará nuestra percepción del tiempo? ¿Podremos aminorar nuestro ritmo de vida y la obsesión por ser productivos?
-Sería maravilloso. Pero como escribió Borges, "la memoria es porosa para el olvido". En las crisis, en los momentos límites, somos sabios por un instante porque tomamos conciencia de nuestra mortalidad, pero muy pronto esta claridad se desvanece.
-¿Qué cosas suponés que cambiarán en el sistema del arte después de la crisis actual?
-Los artistas seguiremos creando, no tengo idea lo que sucederá con el sistema. Creo que va a haber mas incremento en las comunicaciones cibernéticas, tanto a nivel cultural como de mercado.
-¿Cuál es el rol de los artistas en momentos como éste? ¿De qué manera pueden ayudar a contribuir a un cambio de conciencia?
-Creo que los artistas siempre hemos estado en ese intento de crear conciencia, y seguiremos buscando ese cuestionamiento crítico, esa reflexión generadora de pensamiento.
-¿Considerás que esta crisis global redefinirá los sentidos de pertenencia a determinada región o país, y conceptos limitantes como el de "arte latinoamericano"?
-Probablemente ayude a repensar esos límites, porque a medida que hay más conciencia del otro, la posibilidad de comunicación se acrecienta.
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