Una localidad del corazón de Italia no sólo tuvo su rol en el proceso creativo de grandes artistas desde hace más de siete siglos sino que continúa en la búsqueda y promoción de nuevos talentos
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¿Angustia ante la hoja en blanco? Todo lo contrario: la emoción del momento en que “todo es posible”. Así promociona en un video la marca Fabriano productos que invitan a unir el presente y el futuro con un pasado memorable: el de un pueblo medieval que cambió su destino al comenzar a producir papel en el año 1264, casi dos siglos antes de la invención de la imprenta. Desde entonces, esta pequeña localidad del corazón de Italia no sólo tuvo su rol en el proceso creativo grandes artistas como Miguel Ángel, Rafael Sanzio, Ludwig Van Beethoven, Francis Bacon y Federico Fellini, sino que continúa en la búsqueda y promoción de nuevos talentos.
“Existen múltiples historias sobre cómo llegó el arte del papel a Fabriano. Según una de ellas, los habitantes de la ciudad lo aprendieron de los prisioneros árabes que habían sido capturados al asaltar el pueblo de Ancona”, recuerda el sitio fabriano.com. Se explica allí cómo los trapos de algodón se deshilachaban y empapaban para extraer su pulpa. Pieles de animales –sobre todo conejos- se hervían para obtener una gelatina que servía como base para encolar el papel, lo que permitió que las hojas no fueran porosas a la tinta y marcó el inicio de su uso para documentos oficiales.
El producto llegó a convertirse así en una sofisticada artesanía. Incluía una marca de agua solo visible al trasluz, inspirada en los fabricantes de lana que tejían signos y diseños entre las líneas de sus telares, que funcionó como garantía de “singularidad, calidad y autenticidad”.
Este rastro fue uno de los que permitió comprobar hasta qué punto el papel de Fabriano alcanzó fama y prestigio entre los siglos XV y XVI. Fue el elegido por ejemplo por Miguel Ángel Buonarroti en una carta dirigida a Niccolò Della Buca, el 31 de julio de 1514, para explicarle que no podía aceptar como asistente a alguien que él le había recomendado. “Por una muy buena razón no puedo aceptar a ningún aprendiz, y mucho menos a un extranjero -escribió el gran maestro del Renacimiento-. Por eso te dije que no iba a estar preparado para hacer nada hasta dentro de dos o tres meses, de manera que él pudiera decidir, es decir, para que tu amigo no dejara a su hijo aquí, esperando algo de mí. Pero él no entendió la situación y contestó, diciendo que si yo lo viera lo perseguiría no sólo en la casa, sino en la cama. Te aseguro que me negaré ese consuelo, que no tengo ningún deseo de robarle. Por lo tanto, ¿te desharás de él por mí?”
En la antigua fábrica Fabriano -que imprime todas las denominaciones del euro- aseguran también que allí se produjo papel usado por Ludwig Van Beethoven para componer la ópera 96, su última sonata para violín; por Federico Fellini para esbozar personajes de sus películas; por Francis Bacon para realizar decenas de dibujos y collages, y por varios artistas estadounidenses del siglo XX como Jasper Johns, Berenice Abbott, Richard Serra y Georgia O’Keeffe.
Ya en el siglo XXI, en esta localidad de 31.000 habitantes ubicada a medio camino entre Ancona y Perugia la curadora Anna Massinissa fundaría el International Watercolor Museum, primer museo internacional dedicado a la acuarela contemporánea, y FabrianoInAcquarello, el festival de esta disciplina más importante del mundo, en el que la Argentina participa desde hace años.
El espíritu del encuentro, gratuito y sin ánimo de competencia, es “estimular las cabezas abiertas a cosas nuevas, la superación de uno mismo y apartarse de lo preestablecido; buscar artistas que sean originales”, dijo a LA NACION la artista Bea Strugo, coordinadora para América Latina y líder curadora del festival en Argentina, que representará este año al país junto a otros 22 acuarelistas. Habrá una primera exhibición en el centro histórico de Bolonia, del 23 al 25 de abril, debido a que las obras de más de 2000 artistas de 82 países excedieron la capacidad de infraestructura de Fabriano. En iglesias, conventos y museos de esta localidad se exhibirán en julio y agosto sólo las de mayor tamaño: 56 x 38 centímetros.
Ese fue el formato elegido por Kira Mamontoff, una de las artistas argentinas seleccionadas, el 18 de diciembre de 2022. Mientras el país entero celebraba en las calles la victoria del Mundial de Fútbol, ella abrió las ventanas de su casa/taller de San Martín de los Andes para escuchar los festejos y aprovechó la adrenalina para realizar contrarreloj la obra que debía entregar al día siguiente: una que representa en apasionados tonos colorados el ceibo, la flor nacional.
“No hay acuarelista que no conozca o haya oído hablar de FabrianoInAcquarello, el festival de acuarela más antiguo y global que celebra la existencia misma de la técnica aunando grandes maestros, aficionados, fabricantes de materiales y estudiantes”, señaló Mamontoff, de 46 años. Se acercó a esta comunidad por consejo de Sergey Temerev, representante en Rusia del festival que no se interrumpió durante la cuarentena. La virtualidad, según ella, parece haber contribuido a expandirlo.
“No sé cuántas demos vi gracias a Internet –recuerda-. En pandemia los maestros de la acuarela eran parte de mi casa, de la intimidad cotidiana de mi encierro, y lo hacían más llevadero. Recuerdo tener llamadas con amigas acuarelistas durante el desayuno y comentar con emoción cómo Angelo Gorlini encaraba una obra con un trozo de tarjeta de crédito. Emociona ver cómo, desde la mismísima tradicional Europa, surgen artistas que se animan a experimentar con diferentes materiales y métodos”.