De Grecia a la antigua China: el arte de llorar, en un ensayo visual ingenioso y emotivo
La ilustradora argentina residente en Nueva York, que firma sus obras como “Pepita Sandwich”, investigó durante tres años aspectos en relación a la ciencia, la historia, el arte y la sociología de las lágrimas para crear un libro en clave de cómic
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Semanas atrás, una imagen dio la vuelta al mundo. Tras resultar lesionado en la Copa América, Lionel Messi salió de la cancha, arrojó un botín, se sentó en el banco y lloró. Las lágrimas desmitificaron o elevaron al ídolo, y esa poderosa manifestación invitó a reconsiderar las percepciones más generalizadas sobre el llanto. Con similar espíritu, la ilustradora argentina afincada en Nueva York Pepita Sandwich creó una obra única en clave de cómic, El arte de llorar. El poder sanador de las lágrimas (Lumen; $26.999), un ensayo gráfico que sugiere que el llanto no es una debilidad sino una respuesta humana y de conexión para ser celebrada y comprendida.
A través del dibujo, de investigaciones y reflexiones personales, la autora explora las distintas facetas y significados que ha tenido el llanto en diversas culturas y períodos. Se sumerge en la ciencia, la historia y la sociología de este accionar y revela que “el llanto no siempre fue tabú: en la antigua Grecia, se lloraba por placer”, menciona.
¿Qué creían los egipcios, los incas o los aztecas sobre el llanto? ¿Qué han postulado sobre el tema Charles Darwin o Roland Barthes? ¿Qué significados ha dado William Shakespeare al llanto en sus obras y cuáles han sido las “instrucciones para llorar” de Julio Cortázar? La artista visual cuyos trabajos se encuentran en The New York Times, Vogue, The New Yorker y The Washington Post responde con elocuencia gráfica, revelaciones, datos y humor a éstos y otros interrogantes en un libro que es el resultado de tres años de investigación.
Las lágrimas han tenido significados diversos a lo largo del tiempo: las de la diosa egipcia Isis inundaban el Nilo simbolizando la fertilidad; en la antigua China, eran parte de espectáculos estéticos, y en las religiones monoteístas son vistas como signos de devoción y autenticidad espiritual. En la Edad Media, se consideraban un fluido potente para curar infecciones y liberar almas del purgatorio, mientras que en Inglaterra todavía se puede contratar a actores que lloran profesionalmente para interpretar a un primo u otro familiar e incrementar el número de invitados a un funeral.
¿Cuántos tipos de lágrimas hay y por qué son saladas? ¿Cómo conseguir lágrimas naturales al instante? ¿A qué trucos recurren los actores para provocar un llanto creíble? ¿Qué es un lacrimatorio y cuál es el origen de la frase ‘lágrimas de cocodrilo’? ¿Qué se sabe del tema desde la psicología y qué comparten la risa y el llanto? A lo largo de varios capítulos, Sandwich construye su ensayo-diario, un ida y vuelta entre información obtenida de fuentes académicas junto a su propia experiencia con el llanto.
Con frases alusivas a experiencias en primera persona, la ilustradora que también se define como “una lloradora serial”, escribe: “Domingo 19 de julio de 2020. Lloré como si Marina Abramovic me estuviera mirando a los ojos”. “Miércoles 22 de septiembre de 2021. Lloré en Broadway viendo American Utopia de David Byrne”. “Jueves 9 de marzo de 2023: Vi mi corazón por primera vez. El técnico de ultrasonido dijo: ‘es hermoso’, y lloré”.
“Los humanos somos la única especie cuyas lágrimas pueden ser provocadas por sentimientos, y ver a alguien más llorando activa las mismas áreas neuronales del cerebro que se activan cuando uno llora”, señala la autora, y agrega: “llorar sigue siendo un tabú en la sociedad. ¿Por qué es considerado algo malo? ¿Qué significa llorar y por qué tratamos de ocultar nuestras lágrimas con tanta frecuencia?”.
En el siglo XVIII, las novelas románticas pusieron en evidencia la capacidad del lector de tener empatía frente a historias ajenas, realistas o ficticias. El escritor Jean Jacques Rousseau recibía correos de fans que hablan de cómo los lectores lloraban con algunas de sus novelas sentimentales, como Julie o La nueva Eloisa.
El arte de llorar se divide en cinco capítulos que tratan sobre la ciencia del llanto, su concepción y simbologías en distintas culturas y religiones, las “lágrimas de cocodrilo” (con menciones a personas tradicionalmente contratadas para llorar y a películas para mirar “cuando necesitás un buen llanto, como Tienes un e-mail, El viaje de Chihiro o Ladrones de bicicletas); las lágrimas en la literatura, el arte y los memes, el llanto visto según los roles de género, el existencialismo, las razones por las que quizás una persona no es capaz de llorar, el duelo y el poder de la empatía.
Autorretratos guiando narraciones, cuestionarios del llanto y frases que invitan a repensar el propio vínculo con las emociones a lo largo de las distintas etapas de la vida también recorren las páginas del libro, en el que se recuerda que existen tres tipos de lágrimas, como indica la ciencia: “las basales (que mantienen los ojos lubricados y hacen posible la visión), las reflejas (que resultan de la irritación de los ojos y son la forma en que el cuerpo elimina partículas extrañas frente a demasiada luz, al cortar cebolla o, por ejemplo, vinculadas al vómito, la tos o el bostezo) y las emocionales. La mayoría de los investigadores creen que estas últimas son exclusivas de los seres humanos”.
En El arte de llorar se cuenta que las lágrimas son saladas debido a los electrolitos (se componen de agua, sales, anticuerpos y lisozimas), aunque las composiciones varían según el tipo de lágrima: las emocionales tienen mayor concentración de hormonas del estrés y analgésicos naturales, ayudan a atravesar cambios y a liberar oxitocina y endorfinas.
La idea de crear un ensayo surge cuando la autora se muda a Nueva York. “Siempre lloré mucho, lloraba por absolutamente todo: tristeza, enojo, frustración y felicidad. En 2017 viajé a Estados Unidos para hacer un master en cómics en The Center for Cartoon Studies, una universidad de arte en un pueblo pequeño del estado de Vermont y en 2019 me fui a Nueva York. El primer día de 2020 me encontré sola llorando en un departamento vacío y la situación me resultó un tanto ridícula y trascendental, entonces la dibujé en mi diario. Ese fue el momento en que decidí empezar un diario de lágrimas y comenzar a investigar el llanto humano”, cuenta la artista a LA NACIÓN.
-¿Cómo fue la investigación?
-Me llevó alrededor de tres años. Leí muchos libros y artículos científicos. También hablé con psicólogos, filósofos y biólogos. Fui indagando y corroborando datos. La bibliografía que leí fue bastante académica. Encontré el trabajo de Ad Vingerhoets, un psicólogo clínico de Países Bajos que se enfoca principalmente en el estrés y la emoción. Su trabajo fue fundamental, ya que su investigación lleva más de 20 años y se especializa en el llanto humano para obtener una mejor idea de nuestra naturaleza emocional. También el libro de divulgación de Tom Lutz El llanto: historia cultural de las lágrimas me ofreció una perspectiva única y minuciosa sobre la historia del llanto. Fue un tema que me obsesionó desde el principio y creo que todavía hay mucho más para decir.
-¿Cambió desde entonces tu manera de entender o vivir el llanto?
-Ya no siento vergüenza de llorar en público y no escondo mis lágrimas. También estoy mucho más cómoda alrededor de alguien que llora. Llorar para mí es una de las reacciones más fascinantes que tienen la mente y el cuerpo humano.
-¿Cuáles han sido parte de los principales ‘descubrimientos’ que te sorprendieron sobre el llanto a partir de investigar el tema?
-El primer dato que leí y que fue el disparador para comenzar el libro fue saber que los humanos somos la única especie que llora por emociones, ya que en la evolución humana, cuando se achicaron las caderas, los bebés nacen mucho más vulnerables que en otras especies y se cree que el llanto evolucionó como un pedido de ayuda y conexión para poder sobrevivir. En cuanto a la historia de las lágrimas, me fascinó encontrar las diferentes percepciones del llanto a través de los siglos: llorar no siempre fue tabú. Disfruté mucho de ver los distintos lacrimatorios, unas vasijas pequeñas para guardar lágrimas que tuvieron un auge impresionante en la época victoriana. También me encantó el trabajo del profesor japonés Hidefumi Yoshida, un maestro de lágrimas que ayuda a los adultos a reaprender a llorar.
¿Cómo fue la elección del formato y el color para el libro?
-El libro es un ensayo visual, que es un formato muy poderoso porque las imágenes no se conforman con ser ilustraciones de los textos o traducciones visuales, los dibujos aportan un nuevo sentido y expanden la metáfora. Mi trabajo se caracteriza bastante por el color y si bien en un principio había pensado en usar una paleta de solamente tonos azules, fueron apareciendo más colores y se fue ampliando la gama. Las lágrimas para mí son como primas que reflejan todos los estados de ánimo y todos los colores del arcoiris. Una regla que me autoimpuse con respecto al color fue hacer todas las páginas autobiográficas con la misma paleta.
-¿Hay llantos icónicos, de películas o literarios que te conmovieran especialmente?
-El cine es uno de mis lugares preferidos para llorar, ahí podemos practicar la empatía y nuestros sentimientos más humanos a través de las neuronas espejo, que nos permiten ponernos en el lugar del otro. Hay películas con llantos muy icónicos como Titanic. Yo tenía 11 años cuando salió en el cine y la fui a ver más de siete veces. La película Cry Baby, de John Waters, es muy interesante porque es una especie de parodia trash donde la habilidad del personaje principal de derramar una sola lágrima vuelve locas a las mujeres. En cuanto a libros que describen lágrimas en detalle mi favorito es El año del pensamiento mágico, de Joan Didion, en el que ella describe el proceso del duelo por la muerte de su marido y su hija.
-¿Por qué es bueno llorar?
-Si bien el cerebro humano es todavía un gran misterio para la comunidad científica, se considera que el llanto tiene efectos calmantes y libera tensiones. Cuando lloramos, el cerebro recibe un 30% de toda la sangre que el corazón bombea. Es la única reacción emocional que logra ese incremento: aumenta la frecuencia respiratoria para oxigenar al cerebro. Cuando terminamos de llorar el cerebro libera endorfinas que nos tranquilizan y generan la sensación de paz y esperanza recuperada. Además, llorar frente a otros nos puede volver más empáticos y conectados con el mundo que nos rodea. Obviamente, si el llanto es excesivo y se alarga en el tiempo o no alivia un malestar emocional es importante consultar con un profesional de la salud mental.
-¿En qué sentido es un arte llorar, como dice el título?
-El título del libro surge del capítulo de las lágrimas en el arte, ya que también hacía eco del formato ilustrado que tiene mi trabajo. Llorar es un arte porque es una forma de expresión, quizás la más visual y metafórica que tenga nuestro cuerpo. Cuando lloramos, enviamos una señal activa de ayuda y conexión a las personas que tenemos cerca, en ese sentido el arte también une y comunica emociones. El llanto en la edad oculta se puede practicar y reaprender, como así también el dibujo y cualquier otra disciplina artística.
Quién es Pepita Sandwich
La ilustradora nació en Buenos Aires en 1986. Su familia fabricaba helado y tenía heladerías, así que creció “entre la nostalgia y la fantasía de ese postre delicioso”. A los seis años, le pidió a su madre empezar talleres de pintura: fue el comienzo. Estudió Diseño de indumentaria en la Universidad de Buenos Aires y en 2017 aplicó para una beca en Estados Unidos. Viajó a Vermont para hacer un master en cómics. Liniers había sido fellow de la misma universidad un año antes, entonces le pidió consejos y compartió “algunos buenos momentos con él y su familia” por aquel período. Ya en Nueva York, comenzó a trabajar con The Washington Post y The New Yorker, “lo cuál siempre había sido un sueño”. Le encanta hacer libros, es autora de Diario de supervivencia (2016) y Las mujeres mueven montañas (2019), y ya está pensando en el próximo, además de trabajar en una instalación interactiva que se podrá visitar en Nueva York y Palma de Mallorca.
Pepita Sandwich es Josefina Guarracino. Se la conoce por su “apodo de toda la vida” y ama los sandwiches, aunque hace ocho años descubrió que es celíaca. Llora mucho, ”por un espectro amplio de situaciones”, y sus llantos favoritos tienen que ver con la sorpresa y la sensación de esperanza por el futuro. Le gusta mucho llorar con obras de arte inesperadas o reacciones de alegría en otras personas. También llora en los sueños y en el aeropuerto, cada vez que se va de la Argentina.
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