De los márgenes al centro: Kafka y Borges, homenajeados en una Bienal
Desde 2008, en Praga y en Buenos Aires se celebra la Bienal Borges-Kafka, simposio que vincula las obras de dos de los más grandes escritores del siglo XX. Ni Franz Kafka (1883-1924) ni Jorge Luis Borges (1899-1986) habitaban una metrópoli cultural, no se perfilaban como representantes de una escuela literaria ni como figuras de las grandes vanguardias del siglo pasado. Sin embargo, desde la periferia ambos fueron decisivos para la literatura contemporánea y el modo de leer las obras del pasado. De ambos se puede decir que crearon a sus lectores.
La primera edición de la Bienal tuvo lugar en Praga en 2008 y fue el resultado de la gestión del embajador argentino en la República Checa en ese entonces, Juan Eduardo Fleming, y de María Kodama, presidenta vitalicia de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges. A partir de entonces y de forma alternada, cada dos años Buenos Aires y Praga reciben a especialistas en las obras de los escritores, críticos, artistas y personalidades de la cultura. Desde su inicio, participaron los argentinos Luisa Valenzuela, Edgardo Rovner, Ivonne Bordelois, Sylvia Iparraguirre, Miguel Vitagliano, entre muchos otros, y los checos Daniela Kapkova, Zdenko Pavelka, Josef Cermak (principal experto checo en la obra Kafka, de habla española), Arnold Lustig y Danka Uherková, de la Sociedad Franz Kafka.
En las primeras ediciones, la Bienal fue además una plataforma artística en la que convergieron representantes de diferentes disciplinas. Philip Glass, por ejemplo, estrenó en 2008 una ópera de cámara en un acto, compuesta a partir de "En la colonia penitenciaria", célebre relato del escritor checo. Rogelio Polesello y Mariano Sardón crearon instalaciones inspiradas en motivos borgeanos. Y también se interpretaron milongas y tangos en una sinagoga judía de Praga y las obras de dibujantes argentinos como Hermenegildo Sábat y Miguel Rep cruzaron el Atlántico para dar a conocer sus retratos sobre Borges y Kafka. Ese plus artístico que tuvieron las primeras ediciones de la Bienal se perdió años después y ahora los organizadores confían en que podrá ser recuperado en 2020. El actual embajador argentino en la República Checa, Roberto Salafia, colabora con instituciones checas y argentinas para que eso se lleve a cabo.
Ante la sexta edición
Hoy y mañana, en la Biblioteca Ricardo Güiraldes (Talcahuano 1261) tendrá lugar la sexta edición de la Bienal Borges-Kafka, con la presencia de escritores, intelectuales, estudiosos del legado literario de los homenajeados, periodistas y lectores. La entrada es libre y gratuita.
El eje de esta edición, "Utopías, distopías y la contemporaneidad", se emparienta con intereses del presente de la ficción: el anverso de las utopías es tema recurrente en novelas, series y films. Entre las ponencias y charlas que se presentarán a partir de hoy se destacan las que ahondan en la relación entre las obras de Borges y Cervantes (a cargo del decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UCA, el doctor Javier González); Kafka, Borges y el judaísmo; la intertextualidad con la obra de escritores como Philip Roth (cuyo vínculo con Kafka es evidente) y el modo de escribir con y contra el autor de El castillo, según el escritor argentino Daniel Guebel. Reconocidos profesores y críticos se ocuparán de los textos más importantes de los dos escritores, e incluso se examinarán las versiones cinematográficas de las obras de Kafka y Borges (algunas más logradas que otras).
La Bienal cuenta con la presencia del profesor en literatura hispanoamericana de la Universidad Palacký, el doctor Daniel Nemrava, que mantiene un sólido intercambio con las literaturas hispánicas y la obra de los dos escritores. Nemrava brindará las ponencias "Experiencia límite entre el cuerpo y la escritura a partir de Kafka y Borges" (hoy, a las 17) y "La resonancia de la literatura argentina durante la segunda mitad del siglo XX en Chequia" (mañana, a las 13.30). La programación completa de la Bienal se puede consultar aquí.
Semejanzas entre dos obras
En 2017, se publicó el volumen Borges-Kafka (Sur), con el auspicio de la Fundación Internacional Jorge Luis Borges, el Fondo Nacional de las Artes, la Fundacion Sur, el Museo Judío de Buenos Aires y la Universidad Católica Argentina, que reúne varias conferencias de catedráticos argentinos y checos. La edición actual de la Bienal es una buena oportunidad para acercarse a ese libro y descubrir las afinidades que existen entre los dos escritores, figuras centrales del canon literario del siglo XX.
Tanto la obra de Kafka como la de Borges definen un estilo, un universo propio y, a su manera, fundan sus propias tradiciones en la historia de la literatura. Es tanta la importancia de sus obras en la cultura contemporánea que cada uno legó, además, un adjetivo a la ardua tarea de discernimiento del mundo: "kafkiano" designa cierta manera tortuosa del absurdo y "borgeano", una mirada paradójica y sosegada sobre los hechos. El clásico ensayo de Borges ("Kafka y sus precursores") y el prólogo que escribió para la incomparable novela inconclusa América, dejaron en claro la opinión del escritor argentino sobre Kafka.
"En Alemania y fuera de Alemania se han esbozado interpretaciones teológicas de su obra. No son arbitrarias –sabemos que Kafka era devoto de Pascal y de Kierkegaard–, pero tampoco son muy útiles. El pleno goce de la obra de Kafka –como el de tantas otras– puede anteceder a toda interpretación y no depende de ellas", escribió Borges en el prólogo de "La metamorfosis". Se sabe que para el autor de Ficciones, la teología era una rama de la literatura fantástica. Sin embargo, otras lecturas destacadas de la obra de Kafka, como las que hicieron Marthe Robert, Harold Bloom y George Steiner, insistieron en la influencia religiosa de la imaginación kafkiana. La culpa abruma a los personajes de sus cuentos, parábolas y novelas, inspirados tanto en las Sagradas Escrituras como en la cábala y la Torá.
"Borges y Kafka trabajan la idea del más allá –afirma el escritor y profesor Hugo Correa Luna–. Lo interesante es la versión distinta, no opuesta ni excluyente, tanto conceptualmente como en la vía para acceder a ese más allá. A la postre, ambos nos dan una alegoría de la utopía. Quizá todo el pensamiento judeocristiano lo sea". Para el autor de Los árboles (Modesto Rimba), en Borges el más allá está inscripto en el mundo. "La tarea humana reside en descifrarlo: de eso nos habla, por ejemplo, 'La escritura del Dios', y por eso el peor laberinto, como la página en blanco, es el desierto. Aun así, en la posibilidad, o su fracaso, de descifrarlo, el laberinto tiene un sentido que redunda, al cabo, en un optimismo. Accesible o no, ese orden existe". A los personajes de Kafka, en cambio, aunque el orden existe, el sentido se les escurre continuamente. "Se manifiesta como un poder más allá de sus capacidades, absurdo en un mundo que su autor pensó como necesariamente inconcluso: no me parece casual que no haya terminado El castillo y El proceso", agrega. Según Walter Benjamin, lector de Kafka, el carácter incompleto de esas obras se asemeja al método de los comentarios de una teología "comunicada en susurros".
Magias parciales de Kafka y Borges
Consultada sobre los vínculos y diferencias entre las literaturas de Kafka y Borges, la profesora y ensayista Josefina Delgado, una de las organizadoras de la Bienal, señala el tratamiento del tiempo y del laberinto como estrategias narrativas en las obras de ambos. "En Kafka el tiempo se detiene, la meta se posterga, el tiempo es infinito pero se cierra en sí mismo, como en su cuento 'La madriguera', donde al animal que construye la cueva el centro se le convierte en el lugar más inseguro: una fuerza oscura lo acecha y él no puede identificarla y lo imaginamos allí encerrado para siempre. Mientras que en Borges, en 'La casa de Asterión', el personaje es un ser mítico, que espera a su redentor, Teseo, en un laberinto del que, cuando ha pretendido escapar, se ha sentido un monstruo y ha vuelto a esperar a su redentor. Y cuando llegue, no se resistirá, porque la muerte es su liberación. Dos tiempos, dos espacios, dos monstruos", concluye. Delgado conversará mañana, a las 17, con la escritora y periodista Matilde Sánchez sobre la Praga de Kafka y la Newark de Philip Roth.
Las influencias de las obras de Kafka y Borges en la literatura contemporánea son profusas. Las obras de dos escritores periféricos, uno checo y otro argentino, se volvieron centrales. En las ficciones de Samuel Beckett y Enrique Vila-Matas, de Julio Cortázar y Margaret Atwood, y de César Aira y Mircea Cartarescu se pueden seguir las huellas kafkianas y borgeanas. En ese senda interpretativa, dice el escritor Pablo Martínez Burkett: "En El Hogar, Borges puntualiza un evento semimágico que anota Max Brod. Parece que Kafka había ido a visitarlo y que, atolondradamente, atravesó una habitación donde dormía el padre de Brod y que, cuando el hombre se despertó, Kafka le murmuró al pasar: 'Le ruego, considéreme un sueño'. Me atrevo a afirmar que ese énfasis encubre un anhelo del propio Borges que, como Kafka, aspiraba a ser el sueño de otro. Un otro lateral que, sin embargo, resignifica la literatura mediante la construcción de una genealogía donde ya no importa la identidad de precursores y exégetas". En esa red de sentidos, magias y sueños, la Bienal progresa en los destinos literarios de Borges y Kafka. Esta vez, la cita es en Buenos Aires.
Cuándo y dónde
Hoy y mañana, en la Biblioteca Güiraldes (Talcahuano 1261), con entrada libre y gratuita.
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