De los “huevos en palo” al único stand de color, la Argentina pone su infaltable nota en ARCO
A pesar de las dificultades de viajar en pandemia, el país tiene especial protagonismo en el sector latinoamericano, que con un programa híbrido acorta las distancias entre lo presencial y lo virtual
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MADRID.– Rosé. Hay un stand diferente de todos los demás. En la nueva edición de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCOmadrid, que se celebra hasta el domingo, un espacio destaca del resto porque su pared no es blanca. Mucho se trabajó para llegar a este color con pizcas de lila. En el pabellón 7 del predio de IFEMA, la argentina waldengallery, representada por su directora, Agustina Taruschio, exhibe la serie Coraza, de Magali Lara (México, 1956). También el curador Mariano Mayer, al frente del programa Remitente, le brinda protagonismo al arte latinoamericano donde 15 galerías -también argentinas- dicen presente desde la distancia, y a su modo, en un contexto de pandemia.
“Estar acá, que nuestra obra se vea, es muy importante. Casi la mitad de los artistas de la galería son extranjeros, y, por eso, la presencia internacional es fundamental”, explica Taruschio, cuya galería es la única argentina que cuenta con un stand en la Feria. La propuesta de waldengallery consiste en seis piezas de la mexicana Magali Lara. “Es como saldar una deuda con esta artista tan interesante, inspirada en las ideas del psicólogo Wilhelm Reich, quien entiende al cuerpo y a los síntomas del cuerpo como un diálogo”, agrega. Sus cuadros iban a ser expuestos en la galería en marzo pasado, en una muestra con curaduría de Cecilia Fajardo-Hill, pero la pandemia canceló los planes y las pinturas, que habían sido trasladas de México a Buenos Aires, regresaron sin ver la luz del público, con las mismas cintas de seguridad con las que salieron en el aeropuerto del Distrito Federal.
“Lo único que gana en digital es la fotografía y el video. El resto, si no lo ves en persona, pierde mucho. Por eso la presencialidad es tan importante”, agrega Taruschio que en dos semanas llevará a Bélgica la obra de Rodolfo Marqués. El flujo internacional de las personas, a causa de la menor frecuencia de vuelos, de las exigencias del pasaporte sanitario y las cuarentenas son el mayor obstáculo en este contexto mundial. Pero el traslado de obras, en cambio, en la actualidad “es súper fácil y el trámite se hace por Internet”, cuenta Taruschio.
Uno de los motores de esta edición de ARCO más acotada en materia de galerías expositores es reactivar el mercado golpeado por la crisis sanitaria. “Somos bastante especiales dentro del mundo del arte en la Argentina. Los primeros meses los viví con terror. En arteBA digital nos fue bien: hicimos clientes nuevos y se vendió obra. No sé si ganamos, pero no perdimos. Por supuesto que nos hubiera gustado que se hiciera la feria, pero era un riesgo muy grande. A partir de ahí todas las ferias se hicieron digitales. En Art Basel nos fue muy bien con la obra de Feliciano Centurión”, recorre los últimos meses de la galería con la ilusión de regresar pronto a la presencialidad. “Creo que la gente está un poco saturada de lo digital. Ya después de un año y medio de ver la pantalla, se necesita de a poquito regresar a la experiencia sensible”.
Una de las facilidades que brindó ARCOmadrid para esta edición fue la tolerancia con galerías extranjeras, quienes, si bien estaban dispuestas a asistir, estaban también pendientes de las restricciones sanitarias. Muchas de ellas, a último momento, confirmaron su presencia o declinaron a la cita.
El argentino Mariano Mayer, radicado en Madrid, coloca ante la mirada atenta de dos colaboradoras el cartel con el nombre de la pieza y de la artista sobre la pared. Maribel López, directora de ARCOmadrid elogia la labor de este curador que en apenas tres meses organizó el proyecto Remitente donde se impulsa la presencia latinoamericana en la muestra. “No tiene un hilo conductor en cuanto a lo narrativo. Sí tal vez en un aspecto que no solemos conceptualizar, pero que es fundamental para entender una exposición donde las obras tienen una naturaleza espacial. Estas obras podían viajar, algunas estaban en Europa, o bien otras que pudieron realizarse a la distancia a través de instrucciones”, explica.
Mientras conversa con LA NACION, después de atender la solicitud de varios medios gráficos y televisivos, Mayer está pendiente de la cocción de los huevos: en Ágape, de Jimena Croceri, una decena de huevos duros se sujetan a unos palos reclinados contra una pared. “Un ágape es un banquete fraternal al que asisten muchas personas y celebra un acontecimiento, o un pentagrama de blancas que recuerda los globos de Magritte”, explica la galería Piedras sobre esta pieza que ya se expuso en un solo show en arteBA en 2018. La combinación de arte y comida tiene un menú rico en precedentes, por ejemplo, Mondongo con su escultura de jamón y salamín que llegó hasta Dubai, o Carlos Herrera, que en 2011 obtuvo el Premio arteBA-Petrobras de Artes Visuales con Autorretrato de mi muerte, integrada por una bolsa, un par de zapatos y algunos calamares muertos.
Croceri, representada por la galería Piedras, también exhibe una serie de cajas con agua dentro, Fuerte y blando. En este caso también brindó instrucciones precisas para el montaje de su propuesta en Madrid. “Las cajas soportan una cantidad de agua, según su volumen y altura, por un tiempo determinado, hasta que el agua haga un pequeño charco. La obra la hacés cada vez que la querés ver. El interés de la pieza tiene que ver con la posibilidad de aparecer y desparecer. Me gusta porque tiene algo de pelopincho, muy de nuestro territorio”, dice Mayer.
Mediante dos mediadoras, que hacen de puente entre los interesados y las galerías a través de Facetime, y otras herramientas virtuales, Remitente propone un formato híbrido donde participan 19 artistas de de Argentina, Brasil, Chile (como la de Raúl Zurita, una de las preferidas de Mayer, Escrituras en el cielo), Colombia y México. En el caso argentino, además de Croceri, Alfredo Dufour está representado por Constitución; Lolo y Lauti, por Barro; Mauro Guzmán, por Herlitzka + Faria; Fernanda Laguna y Laura Mema por Nora Fisch; Juan Sebastián Bruno, por Pasto; y Andrés Denegri, por Rolf Art. Solo Mema, quien reside en Madrid, estará presente en la cita. Todas las obras están a la venta y, admite Mayer, muchas de ellas han suscitado gran interés.
A propósito de este contexto particular, el gestor cultural argentino Diego Costa Peuser, que viajó especialmente desde Miami para estar presente en la apertura de la feria de Madrid, analiza: “Soy un fiel seguidor de ARCO. Empecé a venir a esta feria en el año 1984. Para nosotros, los latinoamericanos, es una feria muy importante. Esta es una edición especial. Sabemos que por primera vez no hay una fuerte presencia de artistas o galerías de nuestra región porque nuestros países están muy complicados con la pandemia y son muy pocos los que tienen la posibilidad de salir. Quiero destacar que Remitente está muy bien pensado y montado”. Experto en la materia, asegura que hay movimiento y que las galerías están vendiendo. Son buenos augurios.