De La Gioconda de Leonardo a La Piedad de Miguel Ángel crece la lista de ataques a célebres obras de arte
Al ritmo del paso del tiempo se suman nuevos casos al inventario de ataques y actos vandálicos contra piezas de museos
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Por venganza, enojo con el artista o motivos religiosos crece el listado de obras de arte que a lo largo de la historia han sufrido atentados. Se suma ahora el tortazo que recibió el domingo La Gioconda en el parisino Museo del Louvre, que ya sufrió otros ataques y hasta un robo, al igual que los actos de vandalismo cometidos en otras ocasiones contra La Piedad de Miguel Ángel o Black on Maroon, de Mark Rothko.
El impacto de la torta sobre el vidrio protector del célebre retrato de Leonardo da Vinci, por el cual se responsabilizó un hombre en silla de ruedas disfrazado de mujer, con peluca, que lanzó un mensaje ecológico (“Piensen en la Tierra. Hay gente que está destrozando el Planeta”) es una más de las agresiones que ha sufrido la obra. La Gioconda, que fue robada de la pinacoteca en 1911, no siempre estuvo protegida tras un cristal antibalas. En la década del 50, después de dos ataques importantes -uno con ácido y otro con un piedrazo- se decidió darle una protección extra. En 1974, durante una muestra que llevó la obra a Japón fue en 1974, una mujer intentó pintarla con un espray rojo. En 2009, en medio de una multitudinaria jornada de domingo en el museo, un visitante le arrojó una taza de té.
Los ataques a La Gioconda se inscriben en una serie de atentados a obras de arte insignia de artistas como Miguel Ángel, Rembrandt y Velázquez. La Virgen y el Niño con Santa Ana y San Juan el Bautista, también de Leonardo da Vinci, fue dañada en dos ocasiones en 1962, cuando un pintor alemán arrojó un frasco de pintura contra la obra de en la National Gallery de Londres y también en 1987, cuando un hombre parado, de 37 años, que quería protestar por la situación política, social y económica de Reino Unido, entró al museo minutos antes de su cierre y disparó contra el cuadro, que una vez más quedó protegido por el cristal que lo resguardaba.
La libertad guiando al pueblo, del pintor francés Eugene Delacroix, fue dañada en 2013 por una mujer que escribió un mensaje en el lienzo expuesto en el Louvre. “AE911″, escribió con marcador en la parte inferior del cuadro, cuyo significado se relacionó con una teoría de conspiración sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos y una petición realizada por internet. La mujer fue detenida y como la inscripción era superficial se pudo borrar.
La Piedad, de Miguel Ángel fue vandalizada el 21 de mayo de 1972 cuando Laszlo Toth, un geólogo búlgaro residente en Australia, intentó decapitarla de un golpe seco con un martillo y, después de descargar diez golpes contra la nuca de la Virgen, comenzó a darle en la cara hasta que un bombero consiguió derribarlo. El atacante justificó su acción como una orden recibida del cielo para restablecer la verdad acerca de la Madre de Dios, ”que no existe, según decía, porque Dios es eterno”. La obra fue restaurada y el atacante pasó dos años internado en un manicomio.
Black on Maroon, de Mark Rothko, pintado en 1958, fue dañado en 2012 por un activista polaco que usó aerosol de grafiti y arruinó seriamente la obra. Los restauradores tardaron 18 meses en solucionar la mancha y volver a colgarla en la Tate Modern de Londres. En aquella oportunidad, para investigar con qué técnica limpiarlo mejor, los especialistas pintaron una réplica y tardaron nueve meses para identificar el disolvente adecuado para terminar con la inscripción.
Las obras callejeras del misterioso y contemporáneo Banksy también han sido vandalizadas e incluso el artista autodestruyó el lienzo de Niña con Globo después de haber sido subastada por 1,22 millones de euros en la subasta en Sotheby’s en 2018. Para dar cuenta de su decisión se amparó en una cita que atribuye a Picasso y pone en perspectiva toda vandalización de arte: “El impulso de destruir también es un impulso creativo”.
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